River Plate volvió a montar su fiesta en el estadio Monumental, que vivió una asistencia récord para un Superclásico: 85.018 simpatizantes tiñeron de rojo y blanco una tarde que terminó de manera inmejorable para el equipo de Marcelo Gallardo. La victoria por 2 a 1, con goles de Franco Mastantuono y Sebastián Driussi —Miguel Merentiel había marcado el empate transitorio—, consolidó a los de Núñez en la pelea por la Zona B del Torneo Apertura y le propinó un nuevo golpe a Boca Juniors.
Desde temprano, el barrio se vio convulsionado por una marea de hinchas que inundó las calles cercanas al Monumental. La previa fue una muestra más del folclore que envuelve al Superclásico: ataúdes pintados de azul y amarillo con frases como “Ex club” o “Murió en Madrid”, cabezas de chanchos decoradas con los colores de Boca y hasta un maniquí con lencería femenina y una camiseta xeneize.
En un clima caldeado, Marcos Rojo y Carlos Palacios no esquivaron el protagonismo. El defensor de Boca lució una gorra con la “B” roja del logo de los Boston Red Sox, mientras que el volante chileno de River realizó gestos de frío al retirarse tras la entrada en calor, alimentando la tensión entre los protagonistas.
El Xeneize y el Millonario se enfrentaron en una nueva edición del Superclásico
Uno de los principales apuntados por los hinchas locales fue Agustín Marchesín. El arquero de Boca, quien durante la semana había recordado su actuación enviando a River a la Promoción en 2011 cuando jugaba para Lanús, fue objeto de silbidos constantes, tanto en la entrada en calor como durante cada intervención en el partido. El público tampoco olvidó a Fernando Gago, quien recibió recordatorios permanentes sobre la derrota de Boca en la final de la Copa Libertadores 2018 en Madrid.
La fiesta comenzó oficialmente a las 14.53, cuando el plantel de River saltó al campo de juego para realizar los movimientos precompetitivos. Desde los altoparlantes sonó “Como Alí” de Los Piojos, himno para la parcialidad millonaria, y la tribuna estalló con cánticos de aliento. Un minuto después, la música viró hacia una burla clásica: “Como te duele la c…, desde el 9 de diciembre”, en referencia a la consagración en Madrid con el ritmo de “Qué quiere la Chola”, de Los Palmeras.
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Tal como había anticipado este medio, la salida de los equipos fue acompañada por una impresionante escenografía: más de 50 mil banderas de palo, cientos de cintas y miles de globos rojos y blancos adornaron las tribunas. Los dos enormes telones tradicionales —uno simulando la camiseta con la leyenda “El más Gr4nde de la historia” y otro con imágenes de ídolos de la institución— completaron el marco. Como perlita, el hijo más pequeño de Marcelo Gallardo acompañó a los jugadores en el campo de juego.
En la tribuna Sívori se pudieron ver dos banderas dedicadas para el entrenador, quien recibió un fuerte apoyo por parte del público en la previa.
El partido tuvo su primer estallido con el gol de Franco Mastantuono, quien, con un tiro libre exquisito, abrió el marcador. Luego llegó el tanto de Driussi, que celebró con un gesto particular: realizó un festejo especial con las palmas de sus manos hacia arriba y una mirada como haciéndose el desentendido, una seña vinculada a un gesto de su hijo menor, según compartió su pareja Vanesa Monteverde en redes sociales. Mastantuono también lo copió.
Incluso, en el entretiempo hubo espacio para las bromas. Durante un concurso en el que simpatizantes intentaban anotar desde mitad de cancha, el narrador del estadio soltó un “Y va el tercero”, en una clara alusión al recordado gol de Gonzalo Pity Martínez en la final de la Libertadores 2018.
En los minutos finales, con el triunfo al alcance de la mano, el cancionero popular se desató. Resonaron temas como “La mentira se acabó, vos tiraste gas pimienta” y “River es el más grande de todos y nunca abandonó”. La tensión también se trasladó al banco de suplentes: Fernando Gago intentó darle energía a su equipo con el ingreso de Marcelo Saracchi, quien volvió a ser objeto de silbidos, tal como había ocurrido en el último Superclásico disputado en Núñez.
Con el pitazo final de Nicolás Ramírez, el Monumental explotó. Los jugadores de River se acercaron a la tribuna Sívori para festejar junto a su gente al ritmo de “un minuto de silencio para Boca que está muerto”. Luego, sonaron los clásicos “mirá, mirá, sacale una foto” y “este es el famoso River, el famoso River Plate”.
Marcelo Gallardo también tuvo su catarsis personal. Con el puño apretado y un “vamos, carajo” dirigido hacia la San Martín, el entrenador sintetizó el desahogo de una tarde perfecta para el pueblo riverplatense. En conferencia de prensa, el Muñeco no escatimó en indirectas: recordó que River venía de jugar un partido de Copa Libertadores en la semana, mientras que Boca llegaba descansado tras su eliminación temprana en la fase previa.
El Superclásico dejó mucho más que tres puntos: fue una tarde en la que el hincha de River tuvo una alegría completa, con fiesta, burlas y un triunfo que le permite soñar de cara a la recta final del semestre.