Los secretos de la hospitalidad en Cachi

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Cachi no es solo un destino pintoresco entre montañas, es también un estado del alma. Así lo sienten quienes deciden no solo visitarlo, sino también habitarlo y compartirlo. Uno de esos lugares donde se vive esa experiencia en profundidad es El Cortijo Hotel Boutique, una antigua casa. Otros hoteles como la Merced del Alto o Finca la Paya, la casa Colonial de Sala de Payogasta y sus menús del abasto brindan espacios de descanso, arte y conexión con la esencia del lugar.

Cachi no es solo un destino pintoresco entre montañas, es también un estado del alma. Así lo sienten quienes deciden no solo visitarlo, sino también habitarlo y compartirlo. Uno de esos lugares donde se vive esa experiencia en profundidad es El Cortijo Hotel Boutique, una antigua casa. Otros hoteles como la Merced del Alto o Finca la Paya, la casa Colonial de Sala de Payogasta y sus menús del abasto brindan espacios de descanso, arte y conexión con la esencia del lugar.

“Es como abrir las puertas de nuestra casa”, cuenta Verónica Velardo, directora operativa del hotel El Cortijo Hotel Boutique. Lo dice con la certeza de quien entiende que el turismo no se trata solo de servicios, sino de hospitalidad real. “Nuestro objetivo es que cada huésped sienta que está en un mundo diferente, que viva a través de todos los sentidos: la vista con las obras de arte y la arquitectura, el olfato con los aromas del jardín -lavanda, romero, flores nativas-, el oído con la tranquilidad, y hasta el gusto, en nuestro restaurante gourmet”, dijo.

Fue uno de los primeros en ver que el pueblo podía recibir viajeros internacionales que buscaban algo más que paisajes: querían autenticidad. Así nació El Cortijo, con una estética cuidada y una filosofía de sostenibilidad que lo llevó a ser certificado como “hotel más verde”, gracias a su compromiso con el medio ambiente y la comunidad local.

“Cuidamos que cada huésped tenga su espacio, incluso si el hotel está lleno. Hay patios, rincones al aire libre, salones, para que todos puedan disfrutar sin interferencias. El personal está capacitado no solo para brindar un servicio, sino para transmitir la calidez del cacheño”, dice Verónica.

Secadores de pimientos.

Velardo es licenciada en Turismo y, aunque nació en Buenos Aires, hace dos décadas eligió Salta como su hogar. “Hace 40 años que trabajo en turismo, y en Cachi descubrí que esto ya no era solo una profesión, era mi vida. Me enamoré del norte, de sus paisajes cambiantes, de la historia viva que se respira en cada rincón”. Habla con pasión de todo el recorrido que lleva a Cachi, desde la selva de montaña hasta la Cuesta del Obispo, del Parque Nacional Los Cardones y los sembradíos de pimientos que tiñen de rojo las laderas.

No se puede hablar de Cachi si no se tiene en cuenta la Ruta del Vino con sus bodegas y restaurantes, más teniendo en cuenta la bodega Puna, la más alta del mundo. También, el visitante se encontrará con la Bodega Nueve Cumbres y Miraluna, con viñedos entre cabañas.

Por otro lado en el pueblo la gente puede encontrar el tradicional “El Viejo Almacén de Cachi”, que es donde termina la Ruta de las Especias.

“Hay cosas que no aparecen en ninguna guía turística y que hacen especial a Cachi: sentarse a la orilla del río a tomar unos mates, caminar tranquilos y sin apuro por la plaza al atardecer, entrar a un negocio y que te saluden por tu nombre”, concluye Verónica Velardo.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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