Cuando parecía haber entrado en el coma futbolístico que precede el ocaso de la carrera de la mayoría de los jugadores de 35 años, el Cerebro se activó nuevamente. El fundamental aporte de Ignacio Fernández en la remontada de River en Quito por la Copa fue la confirmación de que el zurdo volvió a ver el sol, a reverdecer y a ser una pieza valiosa para el equipo aunque ya desde otro rol: brindar su categoría, talento y lucidez cuando los rivales se van quedando sin piernas y él ingresa fresco desde el banco, como ya había sucedido en La Plata frente a Gimnasia y en el Monumental contra Talleres en el Apertura y puede repetirse en el superclásico. Leer más.
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