Francisco es el primer jesuita en llegar al trono de Pedro. Y como buen jesuita, su legado tiene que ver con tratar de evangelizar las periferias de la civilización cristiana. Cuando los jesuitas fueron creados como orden, tenían por objetivo proteger como una guardia pretoriana al Papa, pero además evangelizar las periferias. Y las periferias eran los bordes del Imperio Español y Portugués en Sudamérica donde se encontraron con los pueblos guaraníticos, e hicieron un gran trabajo, tanto que fueron después expulsados de dichos Imperios porque había temores de que tuvieran demasiado poder.
Y al mismo tiempo, de forma concomitante, fueron a evangelizar Asia: principalmente China, Japón, Corea. Hubo un jesuita, Mateo Ricci, que en el año 1601 logra entrar a la corte del emperador chino. Y el emperador chino, seducido por su impronta, por su verba, casi se convierte al catolicismo. Si esto hubiera pasado —y los jesuitas quedaron muy entusiasmados con esta idea—, hubiera tenido la envergadura de la conversión al cristianismo del emperador Constantino de Roma. Cuando el emperador Constantino se convierte al cristianismo, en ese momento, el cristianismo pasa de ser una religión clandestina, prohibida, a ser la Iglesia oficial del Imperio Romano. Y a partir de ahí se transforma en algo universal, gigante, crece por todos lados. Algo similar tenían en mente los jesuitas con el emperador chino. Estuvo cerca, pero malogró.
Entonces a los jesuitas les quedó la asignatura pendiente de tratar de incorporar a los chinos a la familia católica. El Papa Francisco lo logra y ese es el legado. Por eso puede descansar tranquilo. Porque en el año 2018 firmó un concordato con el gobierno de China (Partido Comunista), a través del cual se ponen de acuerdo en el procedimiento para elegir los obispos chinos. Es un procedimiento conjunto entre el gobierno chino y el Vaticano, lo que le va a permitir a la Iglesia Católica ser prácticamente la única iglesia extranjera autorizada para operar en el mercado de las almas chino. Y eso es realmente impresionante. En este procedimiento, las autoridades chinas proponen un solo candidato para cada diócesis vacante y el Papa tiene la última palabra para rechazar o confirmar ese candidato.
Más allá de que, por la centralidad argentina, por esa autopercepción de ser el centro del mundo que tenemos los argentinos, de creer que el Papa argentino estaba pendiente de la interna argentina —y entonces contábamos los minutos que se reunía con un presidente o con otro, veíamos a quién le mandaba o no los rosarios de pétalos de rosa—, en realidad, el Papa estaba construyendo por otro lado.
Una buena forma de analizar el legado de los Papas es tener perfectamente en claro que Francisco compite en legado con 266 Papas tan importantes como puede haberlo sido Francisco, cada uno con su trascendencia. Entonces, cuando uno recorre los Jardines Vaticanos, ahí hay pequeñas esculturas, placas, de prácticamente todos los papas y lo que le contribuyó a la Iglesia en su papado. Allí podés encontrar al que firmó el Tratado de Tordesillas, a través del cual las conquistas se dividieron entre portugueses y españoles; el que firmó la paz entre diferentes imperios; lo que logró Juan Pablo II, la paz entre chilenos y argentinos. Es decir, cada Papa hizo algo que contribuyó a la historia universal. El legado del Papa Francisco no va a ser algo vinculado a Argentina. No va a ser “el primer Papa argentino” (aunque nos encantaría que ese fuera su legado). Va a ser el Papa que logró entrar a China.
Francisco contribuyó, además, en dos columnas importantes que fueron ya iniciadas por sus predecesores, pero él las reforzó enormemente. Por un lado, el diálogo interreligioso, que es la conversación mutua, fraterna, entre las tres religiones monoteístas del planeta: la más antigua, el judaísmo; la que le sigue, el cristianismo; y el islam. Con la idea de tratar de ver que, si todos creen en un mismo Dios, no hay razón para pelearse. Hay interpretaciones respecto de ese Dios, pero ese Dios en general es bondadoso, ese Dios es misericordioso, ese Dios perdona. ¿Por qué, entonces, las instrumentaciones que cada una de estas tres religiones monoteístas hace de ese Dios provocan enfrentamientos, guerras santas, conflictos? En eso trabajó mucho Francisco, siguiendo los pasos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El otro tema es el ecumenismo, que es la intención de reunir nuevamente a la familia cristiana. En el mundo hay 2.500 millones de cristianos, 1.500 millones de los cuales son católicos apostólicos romanos que reconocen la autoridad del Papa de Roma. Otros mil millones son cristianos no católicos, de los cuales, aproximadamente, 700 millones son producto de la Reforma protestante, en sus versiones anglicana e inglesa, calvinista y luterana del norte de Europa. Otros 300 millones pertenecen a la Iglesia Ortodoxa. Iglesia Ortodoxa que se divide por los patriarcados de cada país: el Patriarcado de Moscú, el Patriarcado de Kiev, el Patriarcado de Bucarest, el Patriarcado de Sofía, el Patriarcado de Atenas, el Patriarcado de Constantinopla, el Patriarcado de Antioquía, el Patriarcado de Jerusalén, el Patriarcado de Alejandría, el Patriarcado de Belgrado… y así sigue. Son 300 millones. Y el Papa Francisco trabajó mucho en esta idea del ecumenismo: la reunión de la familia cristiana bajo un mismo techo.
Creer que Francisco fue un progre me parece que es una superficialidad. Es mirarlo sin perspectiva global y de largo plazo. La Iglesia Católica está mucho más allá de esas internas de Occidente. Francisco fue progre para algunos, fue conservador para otros. Porque era un pragmático en ese sentido. Como buen prelado de la Iglesia Católica, la continuidad de la institución es muy importante. La frazada en la Iglesia Católica siempre es corta. Si cubrís y abrigás a los progres, desatendés a los conservadores. Y así va la cosa.
¿Cómo se elige al próximo Papa?
Lo eligen los cardenales electores, que son los cardenales que integran el Colegio Cardenalicio, que se van a reunir en “Cónclave” (significa con llave) en la Capilla Sixtina. Se van a encerrar allí hasta obtener el famoso humo blanco. Ahora, ¿cómo se hace? ¿Quién integra el cónclave? Los cardenales que tengan menos de 80 años. Los que tienen más de 80 años no votan a los sucesores del Papa. Como los cardenales son personas grandes, han sido permanentemente renovados. Las renovaciones en su amplia mayoría fueron cardenales creados por Francisco. Mucho menos por Benedicto XVI y muchos menos por Juan Pablo II. Se dice que el cardenal es “creado”. No “nominado” ni “designado”, “creado”.
Los cardenales son designados por los Papas. Era difícil de interpretar a Francisco. En el 2013 escribí, junto a Daniel Olivera, la biografía “Francis: A Pope for Our Time” (en español: “Francisco, El Argentino Que Puede Cambiar el Mundo). Y por un avatar de destino se transformó en la biografía más leída en inglés sobre el Papa Francisco. A partir de ahí tuve que explicar muchas veces a Francisco en los Estados Unidos. Y todos me preguntaban, sobre todo la gente de la derecha republicana, si se trataba de un papa comunista. Yo les decía que no, en todo caso, peronista. Me preguntaban los norteamericanos, ¿qué significa eso? “En Argentina hace 70/80 años que estamos tratando de entender qué es el peronismo, qué significa ser peronista y nos cuesta un montón, van a ver que le va a costar descifrar a Francisco”. Y así fue.
Francisco fue el primer antisistémico. Antes que Trump, Bolsonaro, Milei o Meloni. Porque vino desde la periferia y pateó el tablero del sistema de la curia romana, haciendo volar las fichas por el aire.