La salteña que fue amiga del Papa: una historia de fe, afecto y gratitud

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La historia de Mariana Tejerina comienza en Salta, pero su destino tomó forma en Buenos Aires. Con el deseo de abrirse camino en la vida, decidió emigrar a la capital del país. Sin imaginarlo, ese paso marcaría el inicio de una de las relaciones más profundas y significativas de su vida: su vínculo con Jorge Mario Bergoglio, el hombre que el mundo conocería años más tarde como el Papa Francisco.

La historia de Mariana Tejerina comienza en Salta, pero su destino tomó forma en Buenos Aires. Con el deseo de abrirse camino en la vida, decidió emigrar a la capital del país. Sin imaginarlo, ese paso marcaría el inicio de una de las relaciones más profundas y significativas de su vida: su vínculo con Jorge Mario Bergoglio, el hombre que el mundo conocería años más tarde como el Papa Francisco.

Su primer trabajo fue en la cocina del arzobispado de Buenos Aires. En ese ámbito de vida austera y cotidiana, entre monjas y sacerdotes, Mariana conoció a un hombre que le cambiaría la vida. Bergoglio, que por entonces aún no era ni obispo, se cruzó en su camino con gestos simples pero inolvidables. La saludaba con respeto, con una sonrisa, con la calidez que ella recuerda hasta el día de hoy. Con el tiempo, esa cercanía se transformó en confianza, y la confianza en una amistad entrañable que atravesó décadas.

Francisco, como siempre lo llamó ella, fue quien la alentó a crecer. Le sugirió que estudiara, le abrió puertas dentro de la estructura eclesial y la acompañó en su desarrollo personal y laboral. Así pasó de la cocina a la parte administrativa del arzobispado, y más tarde fue derivada a la Casa del Clero. Mariana remarca que todo ese camino estuvo guiado por el impulso y el cuidado de Bergoglio. “Él me ayudó a formarme. Siempre me decía que tenía que avanzar”, cuenta con orgullo.

Pero la relación no se limitaba al trabajo. Cada viernes, Mariana le llevaba al arzobispado una rosa blanca en honor a Santa Teresita, la santa de la que Francisco era profundamente devoto. “Siempre me decía lo mismo cuando llegaba: ‘La estaba esperando'”, recuerda emocionada. Aquellas flores eran mucho más que un presente: eran símbolo de una devoción compartida y de un ritual que reforzaba una conexión espiritual y humana.

A lo largo de los años, Mariana fue testigo del compromiso del futuro Papa con los más humildes. “Siempre trabajaba con la puerta del despacho abierta, escuchaba a todos. Hasta cenaba con el sereno. Era un tipo increíble, con un corazón inmenso”, dice. Una de las anécdotas que más la marcó fue cuando una compañera perdió a su esposo y no tenía cómo afrontar los gastos del sepelio. Francisco se encargó de todo, con dinero de su bolsillo. “Ni siquiera aceptó que se lo devolvieran”, afirma.

Uno de los momentos más difíciles para Mariana fue cuando quedó embarazada, siendo soltera. En medio de las dudas y temores, fue Francisco quien le brindó contención y alivio. “Me dijo que era una bendición, que no importaba que estuviera sola. Que ese hijo era un regalo de Dios”, rememora. Aquellas palabras fueron el faro que necesitaba en uno de los momentos más vulnerables de su vida.

Hoy, Mariana trabaja en la sede de Cáritas Buenos Aires, en el área administrativa. Desde allí, siempre mantuvo el contacto con Francisco, incluso luego de que asumiera como Sumo Pontífice. Nunca dejó de recibir su saludo de cumpleaños, ni de compartirle las novedades del movimiento social y pastoral en el que participa. “Él se interesaba por todo. Siempre contestaba. Cada mensaje era una muestra de que nunca se olvidó de los suyos”.

La tristeza por su fallecimiento la tomó por sorpresa y la dejó conmovida. “Estoy quebrada”, confesó entre lágrimas. “No sólo perdí al Papa. Perdí a un amigo, a un hermano de la vida”.

Mariana resume su legado en una frase que escuchó decenas de veces de sus labios: “Lo importante en la vida son tres cosas: ser auténtico, saber escuchar y no tener miedo”. Así lo recordará siempre. Así lo vivió durante más de treinta años. Así lo contará a las generaciones que vendrán, como testimonio de una vida tocada por la cercanía de un hombre excepcional.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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