El Vaticano se encuentra de luto. En las primeras horas de este lunes 21 de abril, el cardenal Kevin Farrell, desde la Capilla de la Casa Santa Marta, comunicó la partida del Papa Francisco. “Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor, debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”.
El legado de Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano, resuena con fuerza en cada rincón de la Iglesia Católica, un pastor que caminó junto a los humildes, que abrazó a los desamparados y que dejó una huella imborrable de cercanía y fe.
Entre las innumerables anécdotas que pintan su pontificado, una resalta con especial brillo para los salteños. Durante una audiencia papal, un grupo de estudiantes de colegios como San Pablo, Salesiano y el Bachillerato Humanista Moderno, viajaron a Roma como parte de su viaje de egresados.
Al finalizar la audiencia, los jóvenes, impulsados por la emoción del momento, entonaron el Himno al Señor del Milagro. La melodía, cargada de devoción, conmovió al Papa Francisco, quien se acercó a los estudiantes con una sonrisa paternal. Sus palabras, impregnadas de ternura y fe, resonaron en el aula magna: “No se olviden del Señor, el Señor con su amor buscando el amor de un pueblo. Devuelvan con amor, el amor con el cual Él buscó al pueblo salteño”.
Las lágrimas de los jóvenes, testigos de la cercanía del Sumo Pontífice, y su gesto de bendición, quedaron grabados en la memoria colectiva como un símbolo de la profunda conexión entre el Papa y la devoción salteña. No fue un encuentro aislado; en 2013, durante una audiencia general, Francisco ya había mostrado su afecto por el Señor del Milagro al saludar a otro grupo de estudiantes salteños que cantaban el himno en su honor.
Hoy, el mundo entero se une en un adiós sentido al Papa Francisco. Salta, en particular, lo recuerda como un pastor que, desde la distancia, supo tocar los corazones de sus hijos, uniendo la Ciudad Eterna con la tierra del Milagro a través de un lazo de fe y amor inquebrantable.