El lavavajillas ha sido una solución práctica para millones de personas que buscan simplificar una de las tareas más tediosas y que consume más tiempo en la cocina: lavar los utensilios después de una comida. En este artículo explicamos cómo funciona este electrodoméstico y cuál es su consumo energético.
Aunque a muchos no les llame la atención saber cómo es que los lavavajillas arreglan los platos, el consumo energético de estos dispositivos sí ha sido un tema preponderante para las personas que quieren tomar la decisión de hacerse con una de estas máquinas.
Cómo funciona
El funcionamiento de un lavavajillas se basa en un proceso sencillo pero eficaz. Primero, al iniciar el ciclo de lavado, se abre una válvula de admisión que permite la entrada de agua. No se llena completamente el electrodoméstico, sino que el agua se distribuye en una cavidad en la parte inferior. Un calentador eleva la temperatura del agua, preparándola para el siguiente paso.
Con el agua que este electrodoméstico utiliza para completar un ciclo pleno de lavado, apenas se pueden lavar 12 cubiertos a mano. Foto de Whirlpool
Posteriormente, el dispensador de detergente se abre, y el lavavajillas dosifica la cantidad necesaria de detergente en el agua caliente. A lo largo del ciclo, y según el programa seleccionado, el dispositivo añade más detergente de forma controlada.
El agua mezclada con detergente es impulsada por una bomba hacia los brazos giratorios del lavavajillas, que, a su vez, la dispersan sobre los platos con alta presión. Esto asegura que el agua cubra toda la superficie de los utensilios, eliminando los restos de comida y grasa.
Una vez realizada esta primera fase de lavado, el agua sucia es drenada hacia las tuberías y reemplazada por agua limpia para enjuagar los platos. Finalmente, en algunos modelos, un componente térmico seca la vajilla mediante aire caliente. En dispositivos más avanzados, un miniordenador o un temporizador controlan diversas variables, como la cantidad de agua o la temperatura, adaptándose a los distintos tipos de vajilla.
Con el agua que se utiliza para completar un ciclo pleno de lavado en lavavajillas, apenas se pueden lavar a mano 12 cubiertos. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Componentes clave de un lavavajillas
Varios componentes son esenciales para que el lavavajillas funcione correctamente. Entre los más destacados se encuentran los siguientes:
Bomba de agua : Dirige el agua caliente hacia los brazos giratorios con la presión necesaria para el lavado. La bomba también drena el agua sucia.
Brazos giratorios : Estos son los encargados de rociar el agua con detergente sobre la vajilla. Es importante mantenerlos limpios, ya que la acumulación de cal puede obstruirlos.
Cajetilla del detergente : El detergente específico para lavavajillas se añade de forma gradual durante el ciclo de lavado. Este tipo de detergente está diseñado para evitar que la espuma se desborde y se acumule en el electrodoméstico.
Filtro: El filtro retiene los restos de comida y la cal acumulada durante los ciclos de lavado. Su limpieza periódica es crucial para evitar malos olores y problemas de drenaje.
Aunque muchos creen que el consumo energético de los lavavajillas es alto, estos electrodomésticos cuantas con funciones de ahorro. Foto de Whirpool
Aunque el proceso en sí es relativamente simple, los avances tecnológicos han permitido a los modelos modernos ajustar diversos parámetros de forma automática, garantizando una limpieza más eficiente y personalizada.
Consumo energético de un lavavajillas
El consumo energético de un lavavajillas depende de varios factores, entre ellos el tamaño y la clase de eficiencia energética del modelo. Un lavavajillas de 45 cm de ancho, adecuado para una persona, consume alrededor de 56 kWh al año, mientras que un modelo más grande, de 60 cm, utilizado por familias más numerosas, puede llegar a los 90 kWh anuales. Estos valores corresponden a un uso típico con ciclos de lavado estándar.
En cuanto al consumo de agua, los lavavajillas modernos han mejorado significativamente su eficiencia. Para un ciclo a plena carga se utilizan menos de 10 litros de agua. En contraste, lavar a mano la misma cantidad de utensilios puede requerir hasta 45 litros de agua. Este ahorro en agua es uno de los aspectos que hace al lavavajillas más eficiente que el lavado manual, además de reducir la carga laboral.
Con el agua que este electrodoméstico utiliza para completar un ciclo pleno de lavado, apenas se pueden lavar 12 cubiertos a mano. Foto de Whirlpool
Eficiencia energética y etiquetas
Los lavavajillas se clasifican según su eficiencia energética con una etiqueta que va de la clase “A” (más eficiente) a la clase “G” (menos eficiente). Desde 2021, la Unión Europea implementó un nuevo sistema de etiquetado que ha eliminado las clases “plus” y ajustado los métodos de medición del consumo, basándolos en 100 ciclos utilizando el programa eco. Los modelos de clase “A” son los más eficientes en términos de consumo de energía, mientras que los de clase “G” tienen un mayor consumo.
El programa eco es una opción destacada que, aunque prolonga el tiempo de lavado, consume menos electricidad y agua. En este programa, el agua se calienta a 50 °C, y el proceso de lavado es más largo, pero permite un mayor ahorro energético. Los lavavajillas más recientes están equipados con sensores que ajustan automáticamente el consumo de agua y energía según las necesidades del ciclo.
Aunque muchos creen que el consumo energético de los lavavajillas es alto, estos electrodomésticos cuantas con funciones de ahorro. (Andina)
Para optimizar el consumo energético, se recomienda elegir un lavavajillas con una alta calificación en la escala energética. Aunque el costo inicial puede ser mayor, los electrodomésticos eficientes permiten un ahorro significativo a largo plazo. También es recomendable utilizar el aparato solo cuando esté completamente cargado y, si es posible, conectarlo a una fuente de agua caliente para reducir aún más el consumo energético.