Hace más de una década que el rover Curiosity de la NASA recorre la superficie de Marte. Entre sus cientos de misiones, la exploración del terreno rocoso del cráter Gale tiene un objetivo claro: reconstruir el pasado del planeta rojo.
Ahora, un nuevo descubrimiento realizado gracias a sus instrumentos a bordo vuelve a poner el foco en una de las grandes incógnitas sobre Marte: qué ocurrió con su antigua atmósfera y cómo cambió el clima en un mundo que alguna vez tuvo agua líquida. Y tanto trabajo dejó un hallazgo que sorprende porque reconfigura una idea instalada durante años.
Las mediciones orbitales y los estudios realizados con otros rovers no habían logrado detectar los niveles de carbonatos esperados para sostener la hipótesis de una atmósfera densa, rica en CO₂ y capaz de mantener temperaturas que permitieran la presencia estable de agua. Pero esta idea habría quedado en el pasado.
Marte pudo tener un ciclo del carbono activo donde el CO2 atmosférico se convirtió en minerales y luego volvió a liberarse parcialmente (NASA)
Las últimas muestras analizadas por el equipo científico que trabaja con Curiosity muestran algo distinto: bajo la superficie del cráter Gale se esconde un archivo químico intacto que revela lo que los sensores orbitales no pudieron ver.
Utilizando un taladro que penetra a pocos centímetros en las capas estratificadas del terreno, el rover recolectó polvo de rocas formadas hace aproximadamente 3.500 millones de años.
Ese material fue examinado por el instrumento CheMin, que determina la estructura mineral mediante difracción de rayos X. La técnica reveló una presencia inusualmente alta de siderita, un mineral carbonatado compuesto por hierro, que puede formarse cuando el CO₂ de la atmósfera reacciona con el agua y las rocas.
El carbono oculto en la corteza de Marte
Recorrido del rover Curiosity hasta Gediz Vallis (NASA/JPL-CALTECH/UC BERKELEY)
Los análisis identificaron concentraciones de siderita, que varían entre el 5 % y más del 10 % en peso, en capas de roca ricas en sulfato de magnesio. Esta proporción es mucho mayor que la encontrada en mediciones previas y sugiere que parte significativa del dióxido de carbono marciano fue atrapada químicamente en la corteza por medio de reacciones geológicas.
En otras palabras, parte del CO₂ que alguna vez estuvo en la atmósfera del planeta se secuestró y conservó bajo tierra, lejos del alcance de los análisis espectroscópicos desde órbita.
“El descubrimiento de abundante siderita en el cráter Gale representa un avance sorprendente e importante en nuestra comprensión de la evolución geológica y atmosférica de Marte”, explicó Benjamin Tutolo, profesor asociado de la Universidad de Calgary y autor principal del artículo publicado recientemente en el sitio de la NASA y en Science. Su equipo analizó muestras obtenidas en tres sitios distintos del Monte Sharp, una elevación central dentro del cráter que muestra diferentes estratos geológicos.
El rover Curiosity de la NASA en Marte utilizó dos cámaras diferentes para crear esta selfie frente al Mont Mercou, un afloramiento rocoso de 7 metros de altura (NASA/JPL-CALTECH)
El hallazgo no solo confirma la existencia de un ciclo del carbono en el Marte antiguo, sino que también abre nuevas preguntas sobre la evolución del planeta. Según los científicos, parte de ese carbono atrapado podría haber sido liberado nuevamente a la atmósfera en procesos posteriores, como lo indica la destrucción parcial de algunos minerales detectados.
Esto sugiere un clima dinámico, con periodos en los que el carbono circuló entre la atmósfera y las rocas, quizás de forma intermitente, con impactos potenciales sobre la habitabilidad.
“Perforar la estratificada superficie marciana es como hojear un libro de historia”, dijo Thomas Bristow, investigador del NASA Ames Research Center y coautor del estudio. “A tan solo unos centímetros de profundidad, podemos hacernos una idea clara de los minerales que se formaron en la superficie o cerca de ella hace unos 3500 millones de años”, agregó.
Patrón fósil hexagonal en rocas sedimentarias analizadas por Curiosity en su viaje por el cráter Gale de Marte. Imagen de NASA/JPL-Caltech/MSSS/IRAP/Rapin et al./Nature facilitada por el CNRS. (EFE)
Este nuevo capítulo en la investigación de Marte obliga a repensar el pasado del planeta. La teoría de una atmósfera espesa que permitió la presencia de agua se había debilitado con el tiempo ante la falta de pruebas concluyentes, pero la detección de siderita proporciona evidencia concreta de que ese escenario fue posible. Si las condiciones eran favorables para la presencia de agua líquida y reacciones geoquímicas activas, no se puede descartar que hayan existido entornos con potencial para la vida.
Una parte relevante del descubrimiento es que los carbonatos detectados estaban ocultos en capas profundas, no accesibles por métodos tradicionales desde satélites. Esto indica que otras regiones del planeta, especialmente aquellas también ricas en sulfatos, podrían contener más evidencia de un ciclo de carbono aún no documentado. Tal como apuntan los investigadores, si estas condiciones se repitieron en otros puntos de Marte, la cantidad total de CO₂ secuestrado podría ser mucho mayor de lo estimado.
“A medida que se descubren detalles de la geoquímica de Marte mediante investigaciones orbitales y con rovers alrededor del planeta, se revelan nuevas pistas sobre la diversidad de entornos potencialmente habitables”, escribieron Janice Bishop y Melissa Lane en un artículo de perspectiva relacionado publicado en la misma revista científica.
Rodadas del rover Curiosity en el suelo marciano. Los datos revelan que parte del dióxido de carbono marciano quedó atrapado en rocas hace unos 3500 millones de años en un antiguo lago (NASA)
El estudio también desafía la capacidad de los actuales instrumentos orbitales para detectar ciertos minerales. La siderita, al estar acompañada de otros compuestos o cubierta por capas superficiales, puede quedar enmascarada en los datos espectrales, lo que significa que su presencia podría estar más extendida de lo que se creía. Por eso, las futuras misiones marcianas deberán revisar qué regiones se consideran prioritarias para la exploración en profundidad.
Mientras tanto, el rover Curiosity sigue trabajando. Desde que aterrizó en Marte en 2012, su misión fue investigar la historia geológica del planeta, centrándose en los indicios de agua y condiciones habitables. Este nuevo descubrimiento encaja con esa línea y refuerza el papel del cráter Gale como uno de los sitios más relevantes para entender cómo cambió el planeta rojo de un ambiente cálido y húmedo, a uno frío y seco como el actual.
Los científicos ya imaginan los próximos pasos. Misiones futuras podrían perforar más profundamente o analizar regiones aún inexploradas para confirmar si lo encontrado en el cráter Gale representa un fenómeno aislado o es parte de una dinámica planetaria más amplia. También se abre la posibilidad de estudiar cómo estos procesos influenciaron la pérdida gradual de la atmósfera marciana y, en última instancia, la transformación de su entorno superficial.
Curiosity analizó muestras con difracción de rayos X y halló carbonatos en zonas donde antes los sensores orbitales no los habían detectado (NASA)
El hallazgo de carbonatos en concentraciones inesperadas obliga a reconsiderar hipótesis previas y, al mismo tiempo, da pie a una nueva etapa en la exploración del planeta rojo. Lo que parecía una anomalía —la escasez de carbonatos— ahora se convierte en una pista clave sobre la evolución climática y atmosférica de Marte.
Este hallazgo muestra que, en definitiva, esta zona se trata de una cápsula del tiempo enterrada bajo capas de roca, que después de millones de años empieza a contar su historia.
El equipo internacional que trabaja en la misión de Curiosity espera que este descubrimiento impulse la investigación y motive nuevas estrategias para buscar carbono oculto en otras regiones marcianas.