En una tarde húmeda de Buenos Aires, entre ensayos, entrevistas y una pizza compartida en “El Cuartito”, Rodolfo Ranni habla en exclusiva con Teleshow como quien se sienta a tomar un café con un viejo amigo. A los 87 años, con más de seis décadas de actuación sobre el cuerpo, el Tano vuelve a lo que más ama: el teatro. Y lo hace con un clásico que lo persigue, o que él lo hace, desde hace décadas: La Noche de la Basura, de Beto Gianola, con adaptación de Aníbal Litvin y del propio Ranni, quien además dirige la puesta que se estrenará el 25 de abril en el Teatro Metropolitan, con Graciela Pal como coprotagonista.
“Es un clásico”, comienza Ranni, emocionado por regresar a esta historia. “Yo la hice hace casi 25 años con Ana Costa, y me la ofrecieron ahora para hacerla y acá estamos con Graciela poniendo todo en marcha. Es una obra que yo quiero muchísimo. Sobre todo, porque fui muy amigo de Beto Gianola, el autor. Habíamos escrito cosas juntos cuando éramos jóvenes, y me parece que es una obra magnífica del teatro”, aseguró al respecto.
Respecto a la obra, que lo tiene a él en el papel de un carpintero y a Pal como su esposa, comenta: “Viven en un cuchitril. El hijo se casa con una familia con un departamento en Libertador, con vista al río, y ellos con vista al limonero del fondo”, dice con la precisión de quien conoce cada línea del texto.
A sus 87 años, Rodolfo regresa con uno de los clásicos del teatro argentino
De esa manera, la historia gira en torno a una pareja mayor que, durante la noche del casamiento de su único hijo, se enfrenta a una charla postergada durante años. En medio de una escenografía mínima, con una cama, una ventana y algunos objetos, emerge un duelo verbal cargado de ironía, humor negro y viejas heridas. Ranni, sin embargo, aclara: “No me identifico para nada con el personaje. Si no, mi trabajo no tendría ningún sentido. Lo bueno de mi trabajo es que yo no tenga nada que ver con lo que hago. Ahí está lo creativo”.
Con la dirección también a su cargo, el proceso fue más complejo de lo habitual: “Me gustaría actuar sin dirigir, aunque también me gusta mucho hacerlo. Esta vez se dio así y es muy estresante, porque uno está muy pendiente de lo que hacen los demás y por ahí descuidás lo tuyo”. Ante las dificultades que caracterizan llevar ese doble rol, explica: “Eso no está bien. A veces estoy tan concentrado en la escena de Graciela que me olvido de la mía. Pero bueno, es una experiencia. No es algo traumante, pero es raro”.
La obra iba a tener otra compañera de ruta: María Valenzuela. Si bien en su mente el papel siempre estuvo Pal, Ranni comenta que “la producción había pensado en ella. Ensayamos algunos días, pero después me dijeron que María decidió bajarse”. Ante la abrupta salida del proyecto, sumó: “Me dijeron ‘la decisión fue de ella, dijo que no podía seguir’ y ahí convocaron a Graciela. Y para mí fue una alegría enorme. Nos conocemos hace 60 años, hicimos teatro, televisión. Nos divertimos mucho, pero también trabajamos muy seriamente”.
“Nos divertimos mucho, pero también trabajamos muy seriamente”, explica el actor sobre su vínculo con Graciela Pal
Sin embargo, Valenzuela no fue la única que estuvo a punto de subirse al escenario a su lado. “En un momento se pensó en María Leal, que debutó conmigo a los 12 años”, aseguró Rodolfo, quien ahora se prepara contrarreloj de cara al estreno de la obra. “Tratamos de ensayar la mayor cantidad de tiempo posible. Por suerte tenemos a Cristian Ortiz, que es el apuntador histórico mío, para que nos dé una mano. Creo que llegamos muy bien y que a la gente le va a gustar mucho lo que vamos a hacer”, reflexiona a menos de una semana del estreno.
En esta ocasión, no siente ninguna identificación con el personaje: “Para nada, porque si no, mi trabajo no tendría ningún sentido. Lo bueno de mi trabajo es que yo no tenga nada que ver con lo que hago. Ahí está lo creativo”. Además, Rodolfo, lejos de construir desde el análisis psicológico, trabaja desde el presente. “Las cosas van surgiendo en los ensayos. Me gusta mucho trabajar el repentismo. Parece que no estoy pensando nada, pero mi subconsciente sigue trabajando. Este trabajo nuestro es bastante mágico. Te acostás pensando en esto, te levantás con un bocadillo que no te sale. A veces, para la familia, uno está de mal humor, pero no es eso. Es que estás todo el tiempo pensando en esto”, destaca ante este medio.
Una vez más, el actor busca que esta puesta en escena se mantenga intacta
Fiel a lo original, el actor buscó que esta puesta en escena se mantenga intacta pese a que un elemento moderno tiene su aparición en la trama. “La adaptación mía no la pude encontrar. La producción decidió dárselo a Litvin para que la adornara, y yo corté todo. Dejé un celular, pero no tiene nada que ver con la historia. Adornar es meter tecnología, y eso no tiene que ver con lo que plantea la obra”, aseveró.
A la hora de pensar en la trama, asegura que se trata de algo universal. “No importa en qué momento la cuentes. Hay mucha gente así. Gente que vive en una carpintería, que son ebanistas. El carpintero es carpintero. La gente se identifica mucho con los conflictos de la pareja. No es una crítica social. Es lo que le pasa a esta familia. Y eso le pasó, le pasa y le va a seguir pasando a muchas familias”, comenta en alusión al personaje que interpreta arriba de las tablas.
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Además del teatro, el Tano no para de sacarle provecho a su experiencia. Respecto a sus otros proyectos, dice: “Ayer fue la avant premiere de Mazel Tov, una película que hice con Adrián Suar, con la que estoy muy contento. También filmé una miniserie con el Puma Goity, que ahora será serie. Y acabo de grabar una publicidad. Así que sí, estoy activo. Muy contento”.
Y, a la hora de referirse al mensaje de la obra, vuelve a lo esencial. “Creo que el público se va a llevar nuestro respeto, y lo que quiera ver. Algunos se van a reír, otros se van a emocionar. Ya sé cómo impacta, porque la hice hace 25 años, y siempre pasa eso”, asegura el artista.
” Ya sé cómo impacta, porque la hice hace 25 años, y siempre pasa eso”, asegura Ranni (@joymixmedia/ @agenciacoral)
A días del estreno, entre ensayos contrarreloj, recuerdos de otras funciones y una vida entera dedicada al escenario, Ranni sigue apostando al oficio con la misma entrega que cuando empezó. No hay nostalgia en su voz, sino compromiso. No hay agotamiento, sino pasión. A sus 87 años, no repite un personaje: lo reinventa. Porque hay textos que no envejecen. Y hay actores que, como él, no se bajan nunca del escenario, sino que lo habitan.
Crédito de fotos: @joynixmedia y @agenciacoral.