El panadero Ángel Páez no es mendigo, pero está cerca de convertirse en millonario tras un fallo de la Justicia que lo reconoce como el hijo de un hombre que fue uno de los empresarios más prósperos de Tucumán: Elías Chahla, padre de la ex diputada y actual intendenta de la capital de la provincia, Rossana Chahla.
El camino no fue nada fácil y menos, breve. El expediente de filiación se inició en 1999. Chahla murió en octubre 2010 luego de amasar una importante fortuna y sin reconocer a su hijo. Un ADN postmortem, realizado en 2022, lo confirmó. El estudio que arrojó una probabilidad de relación biológica de 99,88%.
El cuerpo debió ser exhumado debido a que la funcionaria y su hermana María Emilia se habían negado al cotejo y, aunque sus primos Fernando y Roberto Chahla sí lo hicieron en 2014, ese match positivo no fue suficiente para la Justicia.
Claro que la parte demandada apeló el resultado genético entre el supuesto padre y su hijo y el proceso de filiación, promovido por el abogado Mariano Peralta, volvió a registrar una nueva demora.
Trinidad, la madre de Páez con uno de sus nietos
De esta manera, Ángel esperó 26 años para confirmar judicialmente el secreto que su mamá nunca le reveló. Se llamaba María Trinidad y murió en junio de 2002, a causa de un cáncer fulminante.
“Yo me fui dando cuenta con el tiempo de que lo que me decían mis compañeros de la escuela, en tono de broma, era real: que mis padres eran mis abuelos y que mi hermana era mi mamá“, explica Ángel y sigue: ”También, que yo era ‘el hijo del Turco’, un comerciante que vendía caramelos frente al colegio”. En ese momento, él no sabía que era su padre.
La mamá de Ángel vivía en el pueblo de Leales, a 50 kilómetros de San Miguel de Tucumán, e iba a la ciudad a hacer las compras. “Él le ofrecía llevarla. Entre ida y vuelta, quedó embarazada a los 18 años”, descubriría luego.
De acuerdo a esa versión, Elías estaba de novio con Amelia Testa, la que sería su esposa y madre de las hermanas Rossana y María Emilia. El hombre no quiso hacerse cargo del bebé de María Trinidad y la familia Páez, que trabajaba en la zafra (la cosecha de caña de azúcar), eligió callar.
“Mi abuelo, Antonio, siendo analfabeto, dijo: ‘Venga m’ija, acá donde 2 comen tres’. Él nunca le permitió a mi mamá que vaya a rogarle a Elías Chahla porque le negó ayuda y la dejó sola”, reveló.
“En esa época, ser madre soltera era un tormento, un mal ejemplo. Hoy quiero ser su justiciero”, decía el panadero en una entrevista con Infobae, en 2023. Días atrás, Ángel se comunicó con este medio para dar la noticia de que la Justicia lo reconoció como el hijo de Chahla.
El reconocimiento y el después
“Mucha felicidad. Me re emocioné. Ahora, mi vieja descansa en paz”, anunció con una copia de la sentencia de 17 páginas en formato digital con la firma del titular del Juzgado Civil en Familia y Sucesiones III de Tucumán, Carlos Torino, quien remarcó que “toda persona tiene derecho natural a conocer quiénes son sus progenitores”. Es decir, a su identidad.
El juez, además, ordenó a las herederas pagarle, en concepto de indemnización, 10 millones de pesos a Ángel “por las consecuencias no patrimoniales sufridas, derivadas de la falta de reconocimiento paterno”.
Ese es solo el comienzo. Con el fallo se abre un nuevo capítulo judicial abocado en restituir los bienes que le corresponden al panadero. En la actualidad, Ángel -que debió cerrar su negocio en 2020- trabaja con uno de sus hijos. Gana unos 500 mil pesos mensuales.
Aunque sospechan que el acervo sería mucho mayor, del otro lado se habla de un patrimonio de unos 40 millones de dólares, pero “tuvieron tiempo de sobra para vender propiedades y ponerla a nombre de terceros”, desliza un allegado a la familia.
Mientras tanto, con el dinero que deberán pagarle, Elías -que se casó en 1985- sueña con crear su propia empresa, y que involucre sus tres hijos y a sus nietos: “Para que puedan vivir dignamente”.
“Espero cambiar mi estilo de vida y mejorar mi salud. En 2013 tuve una muerte súbita, y desde ahí, quedé diezmado, aunque capacidad me sobra”, dice pensando en un futuro que se presenta promisorio.