Un meticuloso libro de investigación titulado “Titanic Legacy: The Captain, The Daughter and The Spy” (El legado del Titanic: El capitán, la hija y el espía), escrito por Dan E. Parkes, busca reivindicar la figura del capitán Edward John Smith, comandante del famoso transatlántico que se hundió en 1912, desmintiendo rumores que han manchado su reputación durante más de un siglo.
Según detalla el Mail Online, Parkes dedica gran parte de su obra a refutar las acusaciones de suicidio que circularon en los días posteriores al naufragio. Apenas tres días después del hundimiento, el 18 de abril de 1912, el diario Los Angeles Express anunciaba en primera plana: “El capitán E.J. Smith se pegó un tiro”. Al día siguiente, el Daily Mirror británico seguía la misma línea con un titular similar.
La portada del “Daily Mirror”: “El capitán Smith se disparó en el puente”
Estas historias sensacionalistas causaron un profundo dolor a la familia del capitán: su viuda Eleanor, fallecida en 1931, y su hija Mel, de apenas siete años en aquel momento, quien murió en 1973 a los 75 años. El libro pretende poner fin a lo que Parkes considera una difamación que devastó a los familiares del marino, en una época en que se consideraba honorable que los marinos se hundieran con el barco.
La investigación de Parkes sostiene que Smith, venerable comodoro de la White Star Line y el capitán mejor pagado del mundo en aquella época, no se quitó la vida, sino que pereció ahogado o congelado en las gélidas aguas del Atlántico Norte junto con otras 1.495 personas.
La potada del libro “Titanic Legacy: The Captain, The Daughter and The Spy” (El legado del Titanic: El capitán, la hija y el espía), de Dan E. Parkes.
El autor explica que aunque hubo “relatos de testigos oculares… que informaron del tiroteo y suicidio de un oficial”, estos testimonios no identificaban específicamente a Smith. Parkes sugiere que los traumatizados pasajeros probablemente escucharon disparos —posiblemente realizados para controlar a la multitud en pánico— y asumieron incorrectamente que se trataba del capitán quitándose la vida.
La escena del presunto suicidio dibujada en una publicación francesa de la época. Según la investigación, los traumatizados pasajeros probablemente escucharon disparos y asumieron incorrectamente que se trataba del capitán quitándose la vida.
El libro recoge numerosos testimonios más fiables que contradicen la versión del suicidio.
Robert Williams Daniel, banquero y pasajero de primera clase, declaró al New York Herald que vio cómo “el agua subía lentamente desde los pies del capitán hasta su cintura y, finalmente, se lo tragaba. Murió como un héroe”.
Un millonario de Connecticut, Frederick Hoyt, describió cómo fue a su habitación, se quitó la ropa de abrigo -creyendo que tenía más posibilidades de sobrevivir sin las incómodas prendas- y luego se topó con Smith cuando volvía a la cubierta. Dijo que Smith y él compartieron un trago fuerte, para fortalecerse contra el frío, antes de que Hoyt saltara del barco.
Testigos presenciales afirman que Smith (derecha) “murió como un héroe”.
Isaac Maynard, un cocinero de 31 años, testificó que vio al capitán Smith nadando: “Todavía estaba vestido, con su gorra de visera en la cabeza. Uno de los hombres que se aferraban a la balsa trató de salvarlo tendiéndole una mano, pero él no se lo permitió y gritó: ‘Cuídense, chicos’”.
Parkes también documenta testimonios sobre actos heroicos del capitán en sus últimos momentos. El bombero Frederick Harris declaró al periódico británico The Western Daily Mercury que “vio al capitán saltar al agua y agarrar a un niño, que colocó en una de las balsas, de las que había muy pocas. Después no volvió a ver al capitán.”
George Brereton, un jugador profesional que viajaba bajo un alias, relató al Brooklyn Daily Eagle una escena similar: “A quince metros de distancia estaba el cuerpo de un bebé que atrajo al marinero que luchaba. Agarró al niño y con el brazo derecho se dirigió a un bote salvavidas. El pequeño fue puesto a salvo a bordo y el capitán reanudó su lucha por el Titanic que se hundía.”
Parkes sostiene que estas acciones heroicas eran previsibles en un hombre tan solicitado por los viajeros más exigentes que se ganó el apodo de “capitán de los millonarios”.
La narrativa documentada por Parkes contrasta notablemente con la representación cinematográfica popularizada por James Cameron en su taquillera película de 1997. En la versión de Hollywood, el capitán Smith aparece al timón mientras el barco se hunde, luchando con los instrumentos de navegación hasta que una pared de agua irrumpe a través de las ventanas del puente de mando.
El libro de Parkes no solo aborda los rumores de suicidio, sino que también refuta otras acusaciones contra Smith: que navegaba a velocidad temeraria, que ignoró advertencias sobre icebergs o que bebía excesivamente. El autor sostiene que estas historias surgieron porque los supervivientes, furiosos y conmocionados por la tragedia, buscaban a alguien a quien culpar.
Como muestra de la proliferación de historias fantasiosas, Parkes menciona que tres meses después del hundimiento, un hombre de Baltimore afirmó que Smith había sobrevivido y vivía disfrazado en Maryland. Años más tarde, la revista Life publicó que un “vagabundo” de Ohio también aseguraba ser el marino supuestamente fallecido.
La obra revela además que Smith pudo haber anticipado su destino. Cuando Ada Murdoch, esposa del primer oficial William Murdoch, expresó preocupaciones sobre la navegabilidad del Titanic basadas en una “profecía” literaria, Smith habría respondido, según recoge el Chicago Tribune: “Bueno, si el mayor transatlántico del mundo se hunde, yo me iré con él”.