Con los resultados de las constituyentes de Santa Fe, que más allá del triunfo holgado de Pullaro dieron cuenta de la fragmentación tanto del voto y una escasa participación, y con el avance de una campaña porteña inédita por la dispersión de la oferta electoral, durante esta corta semana previa al receso de la semana santa hubo importantes movimientos y definiciones en la provincia de Buenos Aires.
Aunque la ruptura del kirchnerismo en su bastión electoral y territorio de un repliegue estratégico clave para sobrevivir al tsunami libertario sigue siendo una posibilidad latente, esta semana ofreció una tan endeble como racional “tregua” entre los principales espacios que pugnan por el liderazgo partidario, el manejo de la estructura territorial y, por ende, el control de la “lapicera” de cara a la tradicional “madre de todas las batallas” que se libra política y electoralmente en el conurbano bonaerense.
Es que la decisión del gobernador Kicillof de avanzar en un esquema de desdoblamiento electoral respecto de la elección nacional, que era fuerte y abiertamente resistida en el kirchnerismo, había escalado las tensiones dentro del peronismo bonaerense a niveles que ponían en riesgo la propia unidad partidaria y, por ende, las chances de imponerse a los candidatos de Milei.
Fue tal el nivel de tensión que Cristina y La Cámpora decidieron ir más allá de las criticas o de la expresión pública del malestar por lo que entendían era una decisión inconsulta y jugada estratégicamente equivocada del gobernador, y se mostraron dispuestos a intentar incluso impulsar su rechazo en la Legislatura bonaerense a través de una ley que estableciera las elecciones concurrentes.
Sin embargo, la sangre no llegó al río. Por un lado, la expresidenta le pidió a sus legisladores de confianza que no impulsaran los proyectos que habían presentado, a la vez que les pidió apoyar la iniciativa del gobernador para que se suspendan las PASO. Por otra parte, recurriendo a su ya clásica comunicación epistolar a través de las red social X procuró proyectar la imagen de un magnánimo gesto de unidad, aunque sin dejar de expresarse en duros términos contra la estrategia electoral del gobernador.
Tampoco se privaría de ordenarle a su tropa una “picardía” legislativa para bloquearle al gobernador la posibilidad de modificar los plazos electorales en función del desdoblamiento y la eliminación de las PASO. Un dato en absoluto menor, como quedó en evidencia con el malestar que esta argucia parlamentaria generó en La Plata: es que al quedar confirmado que el cierre de listas provinciales operaría el 8 de agosto, mientras que el nacional tendría lugar el 17 de agosto, se materializa un desfasaje temporal de 10 días entre ambos plazos que, en las terminales del gobernador, interpretan que la presidenta y La Cámpora utilizarán para dejar abierta la posibilidad de que la ex presidenta pueda ser potencialmente candidata en cualquiera de las dos listas como herramienta de presión para buscar condicionar los armados de las listas para ambas contiendas.
Un proceso de armado de listas que, por cierto, se avizora tenso y complejo, ya que con el desdoblamiento se confirma para septiembre un escenario que virtualmente contempla 8 elecciones claves, cada una con dinámicas y equilibrios de fuerzas diversos, en donde además de las fórmulas de consenso para garantizar la unidad provincial se tendrán que encontrar esquemas específicos de acuerdo para garantizar que esa unidad se replique en territorios con actores y realidades disimiles.
La puja se librará entonces en cada una de estas 8 secciones electorales, aunque con casi todos los focos en lo que podría pasar en la Tercera sección electoral (Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Brandsen, Cañuelas, Ensenada, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, La Matanza, Lanús, Lobos, Lomas de Zamora, Magdalena, Presidente Perón, Punta Indio, Quilmes y San Vicente), la región con más electores (5 millones) y que aporta más bancas a la Legislatura (18), donde Cristina podría encabezar la boleta, y donde una pretensión de La Cámpora de hegemonizar las listas podría chocar con las aspiraciones de intendentes de peso que hoy están en el MDF (Movimiento Derecho al Futuro) de Kicillof.
Lo cierto es que más allá de esta movida táctica que parece haberse reservado la ex mandataria, en este caso, sea por necesidad, pragmatismo o por convicción, está claro que fue Cristina la que finalmente cedió. Aunque, lógicamente, para el cristinismo ello no implique en absoluto ni dar por perdida la batalla de este año, ni mucho menos la que se librará de cara al armado electoral para 2027, el gobernador parece haber mandado una nueva y cada vez más nítida señal de que está dispuesto a jugar a fondo, y que parece contar con poder de fuego para ello.
Por lo pronto, no dudó en avanzar en definiciones estratégicas respecto al calendario electoral y las reglas de juego, aún frente a la resistencia interna, y consiguió imponerlas: las elecciones provinciales se desacoplan de las nacionales (pese a que tradicionalmente eran concurrentes), y no habrá PASO, lo que a priori desincentiva internas o posibles aventuras “por afuera”. Tampoco dudó en aglutinar en torno a su liderazgo y a su nuevo movimiento a un conjunto de intendentes propios que ya supera en número -quizás también en “peso específico”- al que responde directamente o continua cerca de la ex presidenta.
El gobernador está convencido de que la unidad no solo es deseable y posible, sino que aún ante las desconfianzas mutuas e intereses contrapuestos, será la única opción viable para el kirchnerismo. También confía en que con el desdoblamiento puede aspirar a capitalizar la falta de inserción territorial de La Libertad Avanza para disputar la elección desde ese lugar tradicionalmente afín al peronismo en el que tallan precisamente los intendentes. Y, todo ello, convencido además de que puede hacerlo tanto en septiembre como en octubre, entendiendo que en ambos turnos, más allá de los cargos en juego y de la lógica territorial de la campaña, la narrativa y el debate será en clave nacional
La apuesta no está exenta de riesgos, más aún si se materializara el cada vez más difícil acuerdo entre los libertarios y el PRO, pero el gobernador parece decido a dar la pelea, entendiendo que si quiere aspirar a ser presidente el camino es construir un espacio propio y autónomo desde ahora, con la lógica que en el mejor de los casos podrá protagonizar una candidatura competitiva en 2027 y, en el peor, habrá evitado convertirse en una reversión en tono de “farsa” de la “tragedia” que significó la presidencia de Alberto Fernández.
Así las cosas, asistimos al desenlace de un nuevo capítulo de una interna que crece, se dirime a cielo abierto y que, más temprano que tarde, aun suponiendo que la necesidad de no dar ventajas frente a los libertarios logre galvanizar la unidad en estas elecciones de medio término, habrá de dirimirse de cara a la construcción de una oferta electoral competitiva para las presidenciales de 2027. Falta mucho tiempo y quedan muchas incógnitas aún por revelarse tanto en lo que respecta a la interna del peronismo como respecto a la performance del gobierno nacional, pero quizás no sea aventurado afirmar que Cristina haya finalmente encontrado un adversario interno a la altura de disputarle el liderazgo, lo que sin dudas asoma como un dato tan novedoso como incierto.
Fuente: https://www.lapoliticaonline.com