El 16 de abril es el Día Mundial del Emprendedor y la fecha tiene como objetivo dar visibilidad a todas las personas con ese particular y valioso espíritu visionario. Emprendedor es quien, a partir de una idea innovadora, saca adelante por sus propios medios un proyecto en el que cree apasionadamente, busca la manera de materializarlo y asume los riesgos y consecuencias que esto significa. Un emprendedor tiene la capacidad de detectar una necesidad en el mercado, desarrollar una solución innovadora que le dé respuesta, convertir esa solución en un negocio viable y asumir la responsabilidad total sobre el éxito o fracaso de ese proyecto.
Emprender es una forma de vida; cualquier persona en el momento que lo decida puede convertirse en el emprendedor, en el hacedor de su proyecto y lo importante es que cuando resuelve llevarlo a cabo se convierte en el líder de su propia existencia; ese día ya no tendrán peso ni las palabras, ni las disposiciones, ni las ideas de los demás, porque solo lo que él o ella decidan, tendrá valor. El emprendedor no se plantea el fracaso por adelantado, aún así no tenga éxito en varios intentos porque entre sus manos y sus ideas alberga muchos productos que en su momento solo resultan ser el medio que le permitirá llevar adelante y a buen puerto ese emprendimiento que espera ser una realidad.
Una visión clara
Se puede ser emprendedor innato o se puede convertir con los años en un gran emprendedor. Es un creador o una creadora, que establece metas claras y tiene la certeza de que, si el resultado no es el que espera, solo tendrá que cambiar su plan de acción. Siente en su interior la necesidad de hacer, de poner en marcha una idea y así vive la aventura de lograr sus objetivos. Se emociona cuando habla de ella y si fracasa, no lo siente como una derrota; solo cambia el producto o servicio que ofrece o su plan de acción. Es una especie de motor que no se apaga porque es perfectamente capaz de adaptarse a los cambios sin desperdiciar jamás esas ideas y si las mismas generan entusiasmo y emoción buscar cómo concretarlas.
Es un ser inquieto, que tiene asumido que cambiar es parte del proceso en su camino al éxito. No se conforma con algunos buenos resultados; es creativo y siempre va por más; aprende de sus errores y saca provecho de sus aciertos. Es un aventurero, un ser al que la aventura por sí misma es lo que lo mantiene motivado, con el motor siempre en marcha para seguir adelante. ¿Le tiene miedo al fracaso? Seguramente que sí pero debe tener en cuenta que con el miedo no irá a ninguna parte, que el miedo no es un ingrediente que le sirva para sus fines. Las creencias pierden su poder cuando se las cuestiona, de modo que lo que haga con los pensamientos que lo llenan de temores solo tienen que ver con sus experiencias pasadas y están fundados en la opinión de los demás. Por eso es que emprender es un acto de valentía. Piensa en grande,se capacíta, elabora un plan y se aníma a transitar este camino.
Lluvia de ideas
Quizás se piense que para tener un emprendimiento exitoso se tiene que ser un “iluminado” o que solo alcanzan el éxito las personas que tienen ideas brillantes, pero nada más lejos de la realidad. Si bien todo parte de un concepto, un sueño, una ilusión que va tomando forma a través del tiempo puede encontrar una idea a partir de sus necesidades o de las necesidades del mercado y de hecho muchas que terminaron en éxitos comenzaron con un problema que había que solucionar.
Emprendedores ofrecen productos en la feria semanal.
Pero “¿De dónde puedo sacar esa idea que me convierta en un emprendedor exitoso?”. Pensar, investigar, observar las necesidades del mercado; evaluar las viejas ideas, reciclarlas y encontrar la forma de ofrecerlas es una opción. La lluvia de ideas puede ser la respuesta. Se trata de una técnica enfocada a estimular la creatividad mental respecto a un tema. Si bien es muy utilizado en trabajos grupales, es muy efectivo también cuando se lo emplea de manera personal.
La práctica de la lluvia de ideas también ayuda a eliminar bloqueos mentales. Por eso será de mucha utilidad tanto para generar nuevos proyectos como para encontrar soluciones a cuestionamientos específicos. Cuando se emplea esta técnica no debe evaluarse si las ideas que surgen son viables, si tiene posibilidad de llevarlas a cabo; solo debe dejar que fluyan. La consigna es que las ideas deben ser libres, despegadas de cuestionamientos, prejuicios o críticas.
Quien quiera transformarse en un emprendedor, seguramente tiene alguna idea de lo que le gustaría hacer. Jugar con las ideas, trabajar sobre lo que disfruta hacer o sobre esos productos con los que se siente cómodo; plantearse un tema y dejar fluir su imaginación. De esa manera podrá definirse un proyecto. Una de las condiciones para comenzar es que tener claridad en lo que quiere porque los proyectos se desvanecen cuando no tienen un buen sustento. Cuando se incentiva el lado creativo del cerebro, cuando se “lo pone a pensar”, el cerebro sigue haciendo su trabajo durante varios días. No criticar las ideas, no descartarlas antes de tiempo y cuando esa lluvia de ideas esté completa puede constituir la base de un gran proyecto. Lo importante es comenzar, animarse, encontrar la base y no perderla para darle forma en el camino. Después vendrá el reto de cómo concretarlas y la diferencia entre los emprendimientos que comenzaron con esa misma idea será la forma en que fueron armados y el modo en que llegó al mercado.