La Selección “Salteños en la Historia” de diario El Tribuno se complace en presentar la segunda entrega de 2025 “Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón”, de Oscar Cornejo Torino.
Su historia es fascinante, en algún modo reminiscente al fantástico episodio de Aureliano Buendía que, en la tarde de su propio fusilamiento, recordó “aquella remota tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Esta es una invitación que nos lleva a conocer cómo hicieron para traer la caña de azúcar desde Perú o la odisea de navegar el río Bermejo desde Salta hasta el río Paraná. Son hazañas maravillosas que muchos aventureros actuales sueñan con realizarlas.
Al libro de sus hazañas lo escribe Oscar Cornejo Torino, para la Colección Salteños en la Historia, y nos cuenta que Juan Adrián nació en Moquegua, Perú, en 1730. Fue un funcionario colonial, y que así vino a Salta. El registro dice que en 1778 fue miembro del Cabildo y coronel de las milicias de La Viña. Falleció en 1797, en nuestra tierra con dos aventuras impresionantes y un reflexión final que sigue hasta nuestros días.
Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón fue el propulsor de la introducción y siembra de la caña de azúcar en territorio argentino. “Trajo las cañas moradas a lomo de mula desde el Perú, las trajo enfardadas con hojas de cañas para hacer semillas. Luego todos le dieron la razón cuando vieron la buena adaptación que tuvo acá”, dijo Oscar. Instaló, con dos de sus hermanos, el primer ingenio azucarero en Salta: el Ingenio San Isidro localizado en el departamento de Güemes.
Pero también fue promotor de la navegación del río Bermejo, por el que realizó dos expediciones en embarcaciones construidas por él mismo. Habiéndoselo prometido al rey, como capitán subalterno, financia y dirige una expedición en busca de una ruta navegable por el Chaco siguiendo el río Bermejo hasta Corrientes (unos 900 km), a la que se une como capellán el franciscano Francisco Morillo. Ahí el lector comienza a entender algunas cosas de hoy. Esa expedición del año 1780 fracasa.
Empeñado en demostrar la navegación del Bermejo, en 1789 comenzó a reunir los elementos necesarios para una nueva expedición en el antiguo presidio del Zenta, en la ribera sur del río del mismo nombre, donde construyó un barco mediano. Salió de “las juntas del río de Zenta con el Bermejo”, el 27 de junio de 1790.
El coronel llevó un prolijo diario de navegación, describiendo las distintas tolderías de indios, el estado de las Reducciones San Bernardo y La Cangayé y afirmando que en su navegación de 53 días no encontró ningún obstáculo invencible, asegurando que es navegable en todo tiempo y que “el Bermejo tiene un canal de 300 leguas de las Juntas de San Francisco a las Juntas con el Paraguay”.
“Tenemos una descripción minuciosa de ese viaje, día por día, gracias al diario escrito por su hijo José Antonio. Tenemos los pedidos que realizó a Buenos Aires para que se haga navegable el río Bermejo y todo eso quedó en la nada. Como hasta ahora la historia se repite: el puerto de Buenos Aires es lo central”, dijo el autor Oscar Cornejo Torino.