“La ñata contra el vidrio (otra vez)”: El dólar y la eterna angustia argentina

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Parece un destino ineludible, una sombra persistente que nos persigue generación tras generación: vivir con la ñata contra el vidrio, pegados a las pantallas que anuncian las cotizaciones del dólar. Cuando creíamos haber experimentado un respiro, una tregua en la eterna danza entre el peso y el billete verde, el Gobierno nacional anunció del fin del cepo (noticia positiva per se) y, una inquietante banda cambiaria que oscila entre los 1.000 y los 1.400 pesos por cada dólar. Y así, la vieja costumbre argentina de espiar las pizarras bancarias revive con renovada intensidad.

Ese “scroll”, como lo bautizó con ligereza el ministro “Toto” Caputo, esa danza incierta de valores, no es un simple número en una pantalla. Es un generador de incertidumbre que cala hondo, especialmente en quienes mueven la rueda de la economía real. Comerciantes, industriales, cualquiera que necesite insumos o mercaderías se enfrenta a un dilema paralizante: ¿A qué precio vender si el valor de referencia es un tobogán? Porque, sin duda, los precios en las góndolas se definen por el precio que manejan los proveedores.

Como era de esperarse, la viveza criolla no tardó en manifestarse. Ante la duda, la remarcación preventiva se alzó como la solución “por las dudas”, clavando los precios en la cima de esa brecha ominosa, en esos 1.400 pesos que, de concretarse, asestan otro golpe brutal a los bolsillos ya maltrechos de los asalariados. Apenas estábamos digiriendo el amargo sabor de la inflación de marzo, ese 3.7% a nivel nacional y el 4.3% que nos dolió especialmente en el NOA, y ya nos enfrentamos a esta nueva amenaza inflacionaria importada directamente del vaivén cambiario.

Hoy, la avidez por los billetes con la cara de próceres yanquis se hizo sentir desde el primer minuto hábil. Apenas el reloj marcó las diez, la cotización ya arañaba los 1.250 pesos. Y, como si de un partido de fútbol se tratara, los canales de televisión y los portales digitales despliegan sus amplios marcadores, listos para narrar el minuto a minuto de esta película que ya conocemos demasiado bien.

Vivir pendientes del dólar se convirtió en una suerte de deporte nacional, un síntoma de una economía enferma que no logra encontrar estabilidad. La ñata contra el vidrio no es solo una imagen de curiosidad financiera, sino un reflejo de la angustia constante, de la incertidumbre que corroe el presente y dificulta la planificación del futuro.

Conocemos el desarrollo de esta película, sí. La vimos tantas veces que podríamos recitar los diálogos. Pero el final, como siempre en Argentina, sigue siendo un misterio, un final abierto que nos mantiene en vilo, con la respiración contenida y la esperanza, cada vez más tenue, de que algún día podamos despegar la ñata del vidrio y vivir en una economía donde la moneda nacional recupere su valor y la obsesión por el dólar deje de ser nuestro karma cotidiano.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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