El estudio segmenta a la población en cinco estratos socioeconómicos bien definidos, mostrando una pirámide donde la base, correspondiente a los sectores de menores ingresos, concentra una porción significativa de hogares y población.
Clase Alta
En la cima de esta pirámide se encuentra la Clase Alta (ABC1), representando un 5% de la población. Para pertenecer a este grupo, el piso de ingresos estimado se sitúa en un elevado $9.500.000. Este segmento concentra el mayor poder adquisitivo del país.
Clase Media
Descendiendo en la escala, encontramos a la Clase Media Alta (C2), que abarca un 17% de la población. El ingreso mínimo para formar parte de este grupo se estima en $4.500.000. Este sector, aunque con menor capacidad económica que la clase alta, aún goza de un nivel de vida considerablemente superior al resto.
El escalón siguiente lo ocupa la Clase Media Baja (C3), que comprende un 26% de la población. El umbral de ingresos para este grupo se establece en $2.100.000. Esta franja de la sociedad se caracteriza por una mayor vulnerabilidad ante las fluctuaciones económicas.
Clase Baja
Un punto crítico se observa al llegar a la nueva categoría que surgió tras las sucesivas crisis económicas en el país: la Clase Baja Superior (No pobre, D1), que también representa un 26% de la población. El ingreso máximo para no caer bajo la línea de pobreza se estima en $1.750.000. Este grupo se encuentra justo por encima de la línea de pobreza, lo que lo hace susceptible a caer en ella ante cualquier shock económico.
Finalmente, la base de la pirámide está constituida por la Clase Baja (en pobreza), que también representa un 26% de los hogares y un preocupante 35% de la población total. El ingreso máximo estimado para este grupo es de tan solo $700.000. Este sector enfrenta las mayores dificultades económicas, luchando por cubrir las necesidades básicas.
El estudio también destaca un dato alarmante: la línea de pobreza estimada en marzo se ubica en $1.100.000. Esto significa que un porcentaje considerable de la población, representado por la clase baja, vive por debajo de este umbral, enfrentando serias privaciones.
Esta radiografía de la estructura social argentina, basada en los ingresos, pone de manifiesto la significativa desigualdad económica existente. Mientras una pequeña porción de la población concentra una gran parte de la riqueza, una porción considerable lucha por superar la línea de pobreza.
Estos datos son cruciales para el diseño de políticas públicas que busquen reducir la brecha de desigualdad y mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la sociedad.
La segmentación por ingresos se convierte así en una herramienta fundamental para comprender la complejidad del tejido social argentino y orientar acciones hacia una distribución más equitativa de la riqueza.
Fuente: con datos La Nación