Oscar Ismael Poltronieri nunca había estado en Salta. Su voz firme y pausada resuena cuando comienza a relatar su historia. “La Guerra de Malvinas no fue lo peor. Lo peor vino después, cuando regresamos. Nos trajeron escondidos, sin reconocimiento, sin trabajo. Nos trataron como locos de la guerra. Tuve que ganarme la vida vendiendo calcomanías en los trenes, vendiendo libros. Pasaron décadas hasta que nos reconocieron”, dice con la certeza de quien sobrevivió a dos guerras: la del combate y la del olvido.
Tenía solo 19 años cuando la historia lo puso en el centro de una de las batallas más cruentas del conflicto. El 11 de junio de 1982, en medio de temperaturas bajo cero, defendió con su vida la posición en el monte Dos Hermanas, diezmando los avances enemigos. Sus propios compañeros lo dieron por muerto, pero tres días después, sin haber sido capturado, reapareció.
A 43 años del inicio de la Guerra de Malvinas, la figura de Poltronieri sigue siendo un símbolo de valentía. Es el único soldado conscripto en recibir la Cruz “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”, la máxima condecoración militar del país. Su historia, tantas veces contada, sigue conmocionando.
“Nosotros somos los voceros de los verdaderos héroes, los que quedaron allá”, dice con humildad. Su llegada a Campo Quijano no fue casualidad. Gracias al esfuerzo de los excombatientes de la localidad, pudo visitar el cenotafio, único en la provincia de Salta.
“Nunca había estado aquí, pero tenía que venir. Quería conocer Salta, porque no conozco toda mi Argentina. Para mí, estar en este pueblo es un honor”. El 2 de abril, en el acto en honor a los veteranos y caídos en Malvinas, Poltronieri se une a la emotiva vigilia, reviviendo una vez más la memoria de quienes quedaron en las islas.
Cuando relata su experiencia en Malvinas, su voz se endurece. Recuerda el momento en que recibió la orden de retirada.
“Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo”, les dijo a sus compañeros.
Y se quedó. Solo, con su ametralladora MAG, contuvo el avance británico, permitiendo el repliegue de más de 120 soldados argentinos. Disparó hasta quedarse sin municiones. Un misil antitanque LAW estuvo a punto de alcanzarlo. Logró escapar, pero no dejó de combatir. Más tarde, ese mismo día, se unió a otro escuadrón y siguió enfrentándose al enemigo. Su resistencia obligó a los británicos a abandonar una de las posiciones clave en el monte Longdon.
Había cumplido recién los 19 años. Un mes antes del comienzo de la guerra, el 19 de abril, estaba por volver a casa: había terminado su conscripción. Luego de la batalla vinieron otros momentos de zozobra.
Al regresar a la Argentina, el dolor continuó.
La “segunda batalla” de los veteranos de Malvinas
“Nos trajeron como si fuéramos un estorbo. No había contención, no había reconocimiento. Nos llamaban locos. La única contención que tuve fueron los chicos en las escuelas. Cuando hablo con ellos, cuando les cuento lo que vivimos, siento que nuestra historia no se pierde”, relató Oscar Ismael Poltronieri.
Su vida después de la guerra fue una lucha constante. Vendió calcomanías en los trenes, diarios en las calles, libros. “Nos cerraron las puertas. Si decías que eras veterano de Malvinas, no te daban trabajo. Tardaron 35 años en conocernos”.
Poltronieri con Fabián, Liendro y el diputado Taibo.
Hoy, su historia sigue viva. “Estamos vivos. Somos héroes contemporáneos, pero los verdaderos héroes son los que quedaron allá”, dice con emoción.
Poltronieri participó a lo largo de estos años en numerosos homenajes. Este año surgieron en distintas provincias: Santa Fe, Neuquén y ahora Salta.
“Pero yo preferí estar acá, con mis hermanos de Malvinas, en esta vigilia.”
Este 2 de abril, en Campo Quijano, el recuerdo de Malvinas se mantiene intacto.
“Hace 10 años que hacemos la vigilia, con el más profundo sentimiento de argentinidad, en honor a los que no volvieron y a los que sí lo hicieron, pero cargan con la segunda guerra: la del olvido. Aquí en Quijano recordamos a Marquitos Lamas, que perdió la vida en el Crucero Belgrano. A él y a todos nuestros compañeros, nuestro más sincero homenaje”, contó Sergio Liendro, uno de los vecinos organizadores de la llegada del camarada.