Este santuario de amor en miniatura es un ejemplo de cómo la estética y el confort pueden ir de la mano. Desde un ventanal prominente, la luz del día entra suavemente, iluminando las paredes en delicadas tonalidades que abrazan el blanco y otros colores claros y suaves.
El control de luz también juega un rol esencial en este escenario acogedor, las cortinas han sido elegidas estratégicamente para ofrecer flexibilidad: dan la bienvenida al día con una tela translúcida etérea y aseguran un sueño sin interrupciones al caer la noche con otra capa que impone privacidad y calma, hecha en tonos de hueso.
Desde los muros que observan con dibujos de criaturas del bosque en matices serenos hasta la calidez al tacto de una alfombra gris despalida de yute en el centro, cada elemento del espacio capta su función sin sacrificar la belleza.
Esta estética minimalista barnizada de charme con toques naturales ofrece un refugio que invita al sueño más liviano y a la paz más profunda, un verdadero estudio de cómo Macarena y Federico visualizan el cobijo del corazón y del hogar.
Más allá del diseño evidente, donde la cuna es la pieza protagonista, equipada con cambiador y cajoneras que velan por el orden de un armario diminuto personal, existe una dedicación al arte del detalle: una cómoda suave, vestida con pasteles delicados, y muñecos de crochet hechos a mano en suaves gamas de rosa y blanco dan personalización sin igual.
Macro visiones que destacan en mini instantes, son hábilmente dispersas por toda la habitación, resaltando un amor parental dedicado y meticuloso.
No es solo un cuarto, es un universo que ha sido tejido con el dulce hilo de la esperanza y el cariño. Aquí, Amanda crecerá rodeada de símbolos de un amor sincero y sorpresivo en su simplicidad.
LA FELICIDAD DE LA CASA DE FEDE HOPPE
Fuente: https://www.paparazzi.com.ar/