El “Pacto de los Cerrillos” y las mil batallas del General San Martín

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En la “Semana de Cerrillos” celebrada en agosto de 1967, se recordó por primera vez el tratado de paz que en 1816 firmaron el jefe del Ejército del Norte, brigadier general José Rondeau, y el gobernador de Salta, coronel Martín Miguel de Güemes. A poco de rubricado, el llamado “Pacto de los Cerrillos” cayó en el olvido hasta que 151 años después los cerrillanos le devolvieron su valor histórico.

En la “Semana de Cerrillos” celebrada en agosto de 1967, se recordó por primera vez el tratado de paz que en 1816 firmaron el jefe del Ejército del Norte, brigadier general José Rondeau, y el gobernador de Salta, coronel Martín Miguel de Güemes. A poco de rubricado, el llamado “Pacto de los Cerrillos” cayó en el olvido hasta que 151 años después los cerrillanos le devolvieron su valor histórico.

Cuando nuestros historiadores comenzaron a escribir sobre la Guerra de la Independencia, el “Pacto de los Cerrillos” solo fue mencionado muy superficialmente. Por lo general, fue presentado como un entredicho entre dos jefes militares, pero sin ahondar en las causas y sus consecuencias. Y en ese sentido, hay que rescatar que estos dos tópicos comenzaron a ser analizados casi exclusivamente por historiadores salteños. Estudios e investigaciones que se incrementaron luego de que se realizaran en 1971 las Primeras Jornadas de Estudios Históricos sobre el General Güemes, por el sesquicentenario de su muerte. Pero aun así, la omisión llegó casi hasta nuestros días. Un ejemplo: cuando en nuestra ciudad se inauguró el “Museo Güemes”, no se incluyó un espacio que explicara el “Pacto de los Cerrillos”, pese a su importancia histórica. La exclusión –cabe aclarar– fue reparada en parte por la entonces directora del museo, profesora Isabel Sacca, quien atinadamente designó a una sala de esa casa “Pacto de los Cerrillos”. Y al respecto vale un agregado: por esos días se exponía allí el mantón de doña Magdalena “Macacha” Güemes de Tejada, prenda que estuvo hasta noviembre del año 2022, y por casi dos décadas, bajo la custodia del Instituto Güemesiano de Salta. Ese mes y año, su entonces presidente, escribano Víctor Fernández Esteban, hizo entrega del mismo al Museo Güemes.

Valor histórico

Pero volviendo al “Pacto de los Cerrillos”, hoy debemos destacar, una vez más, que fueron los cerrillanos quienes le devolvieron su valor histórico. Como ya se dijo, fue en agosto de 1967, cuando el historiador Juan Manuel de los Ríos, el periodista e historiador César Fermín Perdiguero y el suscripto, convocados por la comuna local, abordaron el tema por primera vez luego de 151 años de olvido. Desde entonces hasta la fecha, fueron 58 años de desbrozar un camino que estaba, y aún está, cruzado por innumerables omisiones e inexactitudes. Hoy, luego de casi seis décadas, se pusieron a la luz las causas de las desavenencias entre Güemes y Rondeau, los nombres de quienes alentaron la rivalidad; ubicación aproximada del encuentro de ambos jefes; la identidad de los que posibilitaron las tratativas de reconciliación; la gravitación del pacto en el devenir de la Guerra de la Independencia; el reconocimiento de Güemes como gobernador de Salta; y también las reacciones favorables del Congreso de Tucumán y del general José de San Martín en Mendoza.

Almas perversas

Nuestro historiador Atilio Cornejo, en su Historia de Salta, aporta valiosa información sobre el Pacto de los Cerrillos. Allí incluye el texto completo del documento que el 22 de marzo de 1816 firmaron Rondeau y Güemes.

En el introito de la “Capitulación”, como llama al pacto, trascribe: “Deseando cortar hasta los asomos de desconfianza, que unas almas inquietas y perversas han procurado sembrar entre el Ejército Auxiliar y las tropas de la digna provincia de Salta… acordamos ambos jefes tener una entrevista en el promedio de uno y otro campo, haciendo en consecuencia una sincera reconciliación, bajo los artículos siguientes…”.

Como se puede leer, el encabezamiento del documento es revelador: por una parte, echa luz sobre una vieja polémica menor referida al sitio donde fue rubricado. También revela datos que muchos historiadores omiten consignar: que en plena guerra por la Independencia había “almas inquietas y perversas” que sembraban la inquina entre Güemes y Rondeau. Y fueron esas “almas” las que hicieron que Rondeau declarase a Güemes “enemigo de la Patria y opuesto a la causa general”. Razón más que suficiente para que, en medio de una guerra, cualquiera pudiese ser condenado a muerte. ¿A quiénes se refiere ese párrafo del introito? Sin ninguna duda, a los salteños y jujeños que, luego de la reconciliación de Cerrillos, continuaron en su tarea de intrigar. Fueron ellos los que, años después, volvieron a atentar contra la vida de Güemes. Lo hicieron en 1819 y por dos veces más en 1821: el 24 de mayo y el 7 de junio, cuando por fin y lamentablemente, lograron su objetivo: asesinar a Güemes con manos ajenas.

Hoy se sabe con certeza que el armisticio tuvo varias consecuencias favorables tanto para el futuro inmediato de la vida política de las Provincias Unidas, como también para el devenir de la guerra de la Independencia. En este aspecto, desalentó los ánimos conspirativos de ciertos oficiales del Estado Mayor del Ejército Auxiliar que aconseja

ban a Rondeau rebelarse contra el Congreso de Tucumán y resistir su reemplazo tanto en la jefatura del Ejército del Norte como en su cargo de Director Supremo. Todo esto hizo que el Congreso recelara de Rondeau cuando, luego de Cerrillos, se aproximó a Tucumán con los restos del Ejército del Norte. Fue entonces cuando recibió la orden del Congreso de no superar Trancas y esperar allí su reemplazo, orden que acató. Y así fue que luego, bajo un clima de seguridad y calma, el Congreso, constituido el 24 de marzo, pudo continuar sesionando y declarar meses después la Independencia.

Una segunda consecuencia fue que el gobernador Güemes dejó de ser considerado usurpador del gobierno de Salta, tal como sostenían algunos vecinos de aquí y de Jujuy. Desde entonces fue reconocido como mandatario legítimo y Salta como provincia autónoma.

Otra consecuencia fue que el curso de la guerra de la Independencia cambió fundamentalmente. De ofensiva pasó a ser defensiva, tal como lo había planteado oportunamente San Martín. Desde entonces, el Ejército del Norte se estacionó en Tucumán mientras la guerra defensiva era responsabilidad exclusiva del gobernador Martín Güemes con sus divisiones de Salta, Jujuy, Orán y Tarija.

Otra consecuencia fue que los escasos recursos que Buenos Aires enviaba para los gastos de guerra al Ejército del Norte comenzaron a tener otro destino: la organización del Ejército de los Andes en Mendoza. Se satisfacía así otra aspiración del general San Martín, plasmada en una cuestionada carta dirigida a Rodríguez Peña: “Pensar –dijo– en otra cosa (expedicionar por el Alto Perú) es empeñarse en echar al pozo de Ayrón hombres y dineros”. Ese pozo no era otra cosa que las costosas y fracasadas incursiones al Alto Perú. Pero, más allá de la autenticidad o no de esta misiva, lo cierto es que el Ejército del Norte no volvió nunca más hacia el Alto Perú y que Martín Güemes, con sus gauchos y hasta el último instante de su vida, impidió que los ejércitos realistas traspusieran Salta para invadir Córdoba y Buenos Aires según sus planes. Y aquí cabe una aclaración fundamental: Güemes nunca defendió la frontera norte, como afirmaron equívocamente algunos historiadores. Por el contrario, con muy escasa ayuda de Belgrano, Güemes impidió con su ejército gaucho que los ejércitos realistas traspasaran hacia el sur.

En Mendoza, al enterarse el general San Martín del Pacto de los Cerrillos, le escribió a su amigo Godoy Cruz, diputado ante el Congreso de Tucumán: “Más que mil victorias, he celebrado la unión entre Güemes y Rondeau, y así es que las demostraciones en esta (Mendoza) sobre tan feliz incidente se ha celebrado con una salva de veinte cañonazos, iluminación, repiques y otras mil cosas”.

Por su parte, el Congreso de Tucumán, al interiorizarse de la reconciliación en Cerrillos, felicitó a ambos jefes. Don Bernardo Frías cuenta en su Historia del General Martín Güemes que el Congreso tomó conocimiento del “Pacto de los Cerrillos” por una carta que Güemes le envió al gobernador Bernabé Aráoz.

Una carta dos días después

“Lleno éste de júbilo con la nueva –dice Frías de Aráoz– pasó al Congreso, ya instalado en esta ciudad, la comunicación que le había dirigido Güemes”. Y prosigue: “El oficio fue leído en plena sesión y ante el pueblo que llenaba la barra, causando en todas las almas patriotas hondo regocijo…”. La carta de Aráoz es del 1 de abril de 1816.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales