Desde entonces, el tiempo transcurrió muy lentamente. Tres combis repletas de pasajeros, familias en automóviles particulares y camiones cargados de verduras y hortalizas se vieron forzados a detener su marcha. Entre ellos, los grupos Wanabara y el Quinteto Alegría, dos conjuntos musicales que volaban por los paisajes vallistos con destino a su próximo escenario, pero que ahora se encuentran en una escena inesperada: un parate involuntario en medio de la nada.
Durante la noche el frío se hizo sentir. Desde adentro de los vehículos, las luces de los celulares iluminaban rostros cansados, preocupados. “Por lo menos nos hubieran llevado a algún lado a descansar”, lamentó Josito, un lector de El Tribuno, quien todavía aguardaba una solución pasadas las 6 de la mañana de este martes de carnaval, pero la situación permanecía inalterable.
En medio de tanto fastidio, el espíritu carnestolendo no tardó en abrirse paso. Desde una de las combis, alguien sacó una guitarra y el aire de la noche se llenó de acordes conocidos. Las voces se unieron al canto de la zamba “La Taleñita” y, como por arte de magia, el frío se volvió menos cruel y la espera menos tensa. La música, como tantas veces en la historia de Salta, volvió a ser el refugio donde todos podían cobijarse, aunque fuese por un rato. “Llorarán tus ojos. Toma mi pañuelo. Y en tus lágrimitas, se mira el cielo, se mira el cielo. Y en tus lágrimitas mi taleñita, se mira el cielo”…
Finalmente, poco antes de las 7 de hoy, los vehículos se abrieron camino.
Durante la temporada de lluvias, aconsejan a los conductores que eviten viajar de noche por las rutas que atraviesan los valles.