Ahora, que ese optimismo necesario para un goleador no se transforme en algún aspecto en una obsesión o en ceguera. Y es lo que puede estar incubando Borja con los tiros desde el punto del penal. Tiene antecedentes y reincide en un tema que ya generó malhumor interno en la era Demichelis y que por ahora es un tema tabú con Gallardo.
En su momento, se trenzó con Barco en Tucumán, y hubo que frenarlo, porque el ahora jugador en el fútbol ruso no le dio el gusto (y luego erró). Ahora, contra Lanús, Galoppo le pidió el penal luego de generar la falta y con ganas de, como ex Banfield, dejar su huella: Borja ni media chance le dio, estando el partido 1-0… y luego la tiró por arriba.
En San Juan, Borja redobló la apuesta y dijo que seguirá haciéndose cargo de los penales, sin tener en cuenta que la lógica es que los patee Montiel: es el refuerzo que mejor rindió, tiene ascendencia, metió un penal de Mundial y uno de Europa League.
El lateral tiene 100 por ciento de efectividad y no hay dudas de que estando él, es el número uno. Gallardo siempre dice que lo definen entre los candidatos, aunque acá debería haber orden directa: le pega Montiel. Borja, como esos jugadores que le dejan la 10 a un símbolo que regresa al club, podría hacerlo con los penales.
Y esperar agazapado su chance, que seguro igualmente la va a tener.
Borja consuela a Barco, tras haberse peleado con él por patear un penal.
Montiel mete el penal más gritado de la historia del fútbol argentino (foto Antonin Thuillier / AFP).
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