El “trabajo” consistía en simular compras de productos que le compartían en una plataforma. Por cada tarea cobraba comisiones. En dos horas llegó a ganar 20 mil pesos. Y sentada en el living de su casa.
Ese era el anzuelo. Y Daira lo mordió. Después empezaron a pedirle que ella invirtiera dinero. Las promesas de obtener una gran rentabilidad eran tentadoras. Primero fueron 5 mil pesos, después 39 mil y finalmente una suma que ella no tenía: 288 mil.
Si no los depositaba no podría retirar nada de los 700 mil pesos que supuestamente llevaba acumulados de ganancia. Le pidió prestado a su tío y transfirió. Pero le dijeron que había hecho mal el procedimiento y tendría que enviar otros 350 mil.
Recién en ese momento Daira se dio cuenta de la estafa. Jamás le darían un peso. Siempre le iban a pedir más y más.
Ahora está destruida. No tiene un peso. No sabe cómo va a pagar el alquiler. Y le debe casi 300 mil pesos a su tío.
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