La ciudad como tejido vivo: entre lo tangible y lo intangible

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En el marco de “Hablemos de lo que viene: Semana de los Desarrollos Urbanos”, Paula Mascías, especialista en estudios culturales, ofreció una perspectiva fascinante sobre cómo las ciudades se construyen no solo desde sus materiales tangibles, sino también desde sus relaciones humanas y significados simbólicos. La charla, llevada a cabo en el Centro de Convenciones, exploró cómo los espacios urbanos reflejan los afectos, percepciones y narrativas que los habitantes proyectan en ellos.

La ciudad en capas

Mascías inició su exposición con una idea central: las ciudades no son únicamente edificios y calles, sino una superposición de tres capas fundamentales. La ciudad material incluye las arquitecturas y edificaciones que dan forma al paisaje urbano. La ciudad relacional comprende las conexiones humanas que se desarrollan en espacios públicos y privados, mientras que la ciudad simbólica está construida sobre los significados, deseos y afectos que las personas proyectan en los entornos urbanos.

Estas tres dimensiones, lejos de ser excluyentes, se entrelazan para dar forma a una experiencia urbana compleja y diversa. Mascías subrayó que, aunque mapas y fronteras oficiales pueden delimitar una ciudad, los sentimientos y memorias colectivas son lo que realmente define el lugar.

Percepciones que moldean ciudades

Uno de los puntos más impactantes de la charla fue cómo las percepciones colectivas pueden transformar el uso y significado de ciertos espacios urbanos. A través de un estudio en 27 ciudades de América Latina, el equipo de Mascías exploró cómo los habitantes perciben el peligro, la calidez, la pertenencia y los colores de sus ciudades. Por ejemplo, en Bogotá, la implementación de una ciclovía cambió no solo el transporte urbano, sino también la percepción de calidez en una ciudad conocida por su clima lluvioso y templado.

En otro caso, en Ciudad de México, una avenida que antes era conocida por su “mal olor” pasó a ser identificada como la “calle del arte” tras una intervención cultural con esculturas. Este ejemplo demuestra cómo las narrativas urbanas pueden resignificarse, pasando de ser puntos de rechazo a centros de atracción y vida comunitaria.

El impacto de lo intangible

Para Mascías, las ciudades son un reflejo de las emociones humanas. “El miedo, los afectos y las memorias construyen narrativas que terminan por definir el uso y la percepción de los espacios urbanos”, explicó. Incluso calles que no tienen un historial de violencia pueden ser evitadas si son percibidas como peligrosas, lo que a su vez genera abandono y transforma estas percepciones en una realidad material.

El poder de lo simbólico

La especialista también reflexionó sobre cómo los desarrollos urbanos deben considerar las narrativas culturales y sociales que habitan en los espacios. Desde jardines bien cuidados en Barranquilla hasta esquinas que reflejan la identidad de sus habitantes, Mascías mostró que los espacios urbanos no son neutros; cada detalle habla de sus habitantes, sus historias y sus aspiraciones.

Hacia un futuro urbano más inclusivo

La conferencia cerró con una reflexión sobre el futuro. Mascías destacó la importancia de estudiar las percepciones ciudadanas para desarrollar espacios urbanos que respondan tanto a necesidades materiales como simbólicas. “Cualquier obra material debe preguntarse cómo provocar emociones positivas y generar ciudades que integren lo tangible con lo intangible”, concluyó.

En un mundo donde las ciudades crecen y se transforman rápidamente, la visión de Paula Mascías nos invita a repensar el espacio urbano como un tejido vivo, donde las relaciones humanas, los afectos y los significados son tan importantes como el cemento y los ladrillos.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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