Hasta el momento del accidente, Colapinto, de 21 años, había tenido una destacada actuación. Logró superar la Q1, dejando atrás a pilotos de renombre como Lance Stroll, Fernando Alonso y Checo Pérez. En Q2, mientras intentaba asegurar un lugar en la última tanda clasificatoria, un cálculo impreciso en las curvas finales lo llevó a chocar contra las barreras, dejando su monoplaza visiblemente dañado y obligando a detener la sesión. Aunque el piloto descendió del coche por sus propios medios y mostró frustración por el error, fue trasladado al centro médico para una evaluación, como exige el protocolo de la FIA tras incidentes de esta magnitud.
Williams emitió un comunicado informando que Colapinto había experimentado un impacto superior a 50G, describiéndolo como “grave y significativo”. El equipo confirmó que el joven piloto será sometido a nuevas evaluaciones médicas antes de la carrera para determinar si está apto para competir. Mientras tanto, los mecánicos enfrentan el desafío de reparar el FW46 a contrarreloj para la carrera, programada para las 3 de la madrugada del domingo (hora de Argentina).
¿Qué es la fuerza G en la Fórmula 1?
Así quedó el auto de Franco Colapinto tras el accidente (Rudy Carezzevoli/Getty Images/AFP (Photo by Rudy Carezzevoli / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)
El concepto de fuerza G, ampliamente utilizado en el ámbito automovilístico y aeroespacial, mide la aceleración ejercida sobre un cuerpo en relación con la gravedad terrestre. Un valor de 1G equivale a la aceleración estándar provocada por la gravedad en la Tierra. En situaciones de alta velocidad, como las experimentadas en la Fórmula 1, los pilotos están sometidos a fuerzas G extremas que representan un desafío tanto para su resistencia física como para la seguridad de los vehículos.
En el caso de Colapinto, el impacto registrado de 50G ilustra la magnitud del accidente. Esta fuerza equivale a cincuenta veces el peso corporal del piloto, lo que genera una gran presión sobre el cuerpo en una fracción de segundo. Aunque las medidas de seguridad, como el diseño de los monoplazas y el uso obligatorio del dispositivo HANS (Head and Neck Support -soporte para cabeza y cuello-), están diseñadas para minimizar lesiones en este tipo de incidentes, el riesgo sigue siendo considerable.
Los pilotos de Fórmula 1 enfrentan fuerzas G no solo en accidentes, sino también durante cada vuelta en el circuito. En curvas cerradas, pueden soportar entre 4G y 7G, mientras que al frenar, las fuerzas alcanzan hasta 5G. Este nivel de exigencia requiere una preparación física exhaustiva, especialmente en el fortalecimiento del cuello, que debe resistir la presión generada por la aceleración y la gravedad.
Para preparar esta zona del cuerpo, los pilotos realizan ejercicios específicos. Entre ellos, se incluyen entrenamientos con cascos equipados con pesas para simular las condiciones de carrera, así como actividades con discos adaptados al cuello. Estas prácticas no solo ayudan a prevenir lesiones, sino que también optimizan el rendimiento en competencia.
La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) ha implementado múltiples medidas para garantizar la seguridad en este deporte. Los monoplazas cuentan con estructuras reforzadas y dispositivos como el ADR (Accident Data Recorder -Registrador de datos de accidentes-), que registra información clave sobre la velocidad y las fuerzas G durante un impacto. Además, los circuitos están diseñados con barreras de seguridad y zonas de escape para mitigar las consecuencias de los accidentes.