La decisión del presidente Javier Milei de retirar a la delegación argentina de la COP29 en Azerbaiyán ha generado impacto en la escena internacional. La justificación de que las políticas climáticas actuales son “engañosas” y promueven “falsos culpables” ha sido vista como un mensaje disruptivo que puede tener consecuencias negativas para el país.
La ausencia de Argentina en la COP29 ha sido calificada como un error estratégico que puede debilitar el acceso del país a financiamientos clave y dejarlo fuera de las conversaciones globales sobre sostenibilidad. La ministra bonaerense de Ambiente, Daniela Vilar, ha expresado su preocupación por esta decisión, destacando la importancia de participar en las negociaciones climáticas para defender los intereses nacionales.
La retirada de la COP29 también ha generado un debate en el Congreso argentino, con diputados opositores exigiendo explicaciones al canciller Gerardo Werthein. Este choque refleja no solo tensiones políticas, sino también un vacío estratégico en la agenda climática del país.
En este contexto, es fundamental reflexionar sobre cómo se posiciona un país frente a una crisis global cuando decide no formar parte de las mesas donde se negocian soluciones. La decisión de Argentina de votar contra la Agenda 2045, conocida como el Pacto del Futuro de la ONU, ha sido vista como un acto de soberanía, pero también como un paso hacia el aislamiento.
La Iglesia Católica, a través del Papa Francisco, ha sido una voz clara y contundente en la lucha contra el cambio climático. En su encíclica “Laudato Si'”, el Papa Francisco enfatizó la importancia de cuidar la “casa común” y de proteger el medio ambiente para las generaciones futuras.
En su mensaje a la COP29, el Papa Francisco reiteró su llamado a la acción climática, destacando la necesidad de que los países ricos asuman su responsabilidad en la lucha contra el cambio climático y apoyen a los países más vulnerables. El Papa Francisco también enfatizó la importancia de la justicia climática y de proteger los derechos de los más pobres y vulnerables.
En última instancia, la retirada de la COP29 y la negativa a apoyar la Agenda 2045 pueden tener consecuencias negativas para Argentina, tanto en términos de su reputación internacional como de su capacidad para abordar los desafíos climáticos. Es fundamental que el gobierno argentino reconsidere su posición y busque formas de trabajar con la comunidad internacional para abordar la crisis climática, siguiendo el llamado del Papa Francisco a la acción y la responsabilidad climática. Basta ver la multiplicación de fenómenos extremos, lluvias torrenciales e inundaciones como las de Valencia, huracanes de fuerza inusitada, aumento de los registros de temperaturas de los mares para darse cuenta de que estamos ante un daño al planeta, que está llegando a un punto que será difícil revertir. Aunque nuestra opinión no resulte relevante, las políticas de Estado que afectan al futuro de la humanidad, no deberían depender de la opinión de un solo Argentino.