Bajo la consigna “Malvinas, una nueva Vuelta de Obligado”, el Senado de la Nación aprovechó la ocasión para distinguir con un diploma de honor a veteranos de guerra “por su entrega, valor y patriotismo”. Conocer a los galardonados y escuchar por la locutora la sintética descripción de lo que hicieron en la guerra, deja de relieve lo que entonces se luchó en esos 74 días de guerra.
Recibieron diplomas el teniente primero post mortem Luis Martella, quien cayó al intentar proteger a sus soldados que habían quedado expuestos; el soldado Aníbal Bemba, quien en Monte Longdon dejó fuera de combate cerca de sesenta ingleses. Recibió la distinción en su lugar quien fuera su jefe en la guerra, el hoy coronel Raúl Castañeda; al entonces primer teniente Carlos Cachón, por su papel en Bahía Agradable, “el día más negro de la flota”; el teniente Mario Callejo por su ataque a los buques enemigos en San Carlos el 21 de mayo.
Nicolás Kasanzew, Director de la Gesta de Malvinas en el Senado, fue el encargado del discurso de apertura. Relacionó la vuelta de Obligado con la guerra de 1982
Estuvo Liliana Collino, la única mujer militar que pisó las islas Malvinas cuando con un Hércules participó de una evacuación de heridos; también se distinguió a Roberto Curilovic quien, con su numeral Julio Barraza, hundieron al Atlantic Conveyor. Tras finalizar la batalla de Darwin, el alférez Eduardo Daghero decidió no rendirse y hacer evasión y escape con dos soldados conscriptos hasta que logró ser rescatado; el soldado Marcelo Di Giulio fue radio operador en la noche del 13 de junio en el contraataque del subteniente Vilgré Lamadrid en Monte Tumbledown y solo se replegó cuando Puerto Argentino ya se había rendido.
Recibió un diploma lo que definieron como el pulmón de la defensa de Malvinas: el Escuadrón de Vigilancia y Control Aéreo, que con su radar guiaba a los aviones argentinos en sus misiones y alertaba a la artillería antiaérea, entre otras tareas. Lo recibieron el comodoro retirado Juan Romero; el cabo primero Luis Rivero y los soldados Fernando Escalante y Bruno Romano.
En Darwin, el cabo Darío Hernández, del Regimiento 12, herido en las piernas cuando intentó rescatar a un compañero; el soldado Rubén Mayna, quien se negó a replegarse y combatió hasta agotar munición; Horacio Lauría, comando de la compañía 602, por salvarle la vida al sargento Viltes, quien había sido gravemente herido.
Hubo lágrimas y emoción cuando Santiago Martella leyó la carta que su papá le escribió desde las islas
El jefe de la primera escuadrilla el capitán de navío retirado Carlos Molteni, por volar a la par de sus subordinados; el soldado Daniel Orfanotti, de Patricios, quien combatió con el Regimiento 7 en Monte Longdon, fue herido y aún lleva una esquirla; también en el mismo combate, el cabo Gustavo Pedemonte terminó herido y seis de sus ocho soldados murieron; al entonces teniente primero Víctor Hugo Rodríguez por el audaz contra ataque al regimiento 2 de paracaidistas británicos; al subteniente Jorge Taranto, del regimiento 5, unidad que más sufrió el aislamiento durante la guerra, realizó peligrosas misiones al Monte Rosalie y luego de la guerra participó de la recuperación del Regimiento 3 en La Tablada y, por último, al primer teniente Mario Velazco por atacar al destructor Coventry con tres bombas, hundiéndolo en veinte minutos.
Fue en el Salón Azul, colmado por veteranos y familiares. En las palabras de apertura Nicolás Kasanzew, director de Gesta de Malvinas del Senado, destacó que “la lucha por la independencia continuó en 1845 y en 1982, y siempre con los mismos elementos; se entrelaza la historia y los sentimientos”, y realizó un paralelismo entre lo que ocurrió en el enfrentamiento en las costas del Paraná con la lucha en el Atlántico Sur. “Los artilleros de la Vuelta de Obligado, igual que los de Malvinas, tenían menos bocas de fuego y de menor alcance, y sin embargo resistieron hasta el final, hasta agotar la munición. Las incursiones de los comandos, que usaban motos de motocross, con su fusil sobre la espalda, me hicieron acordar a las cargas de los granaderos en la cuesta de Chacabuco; cuando llegaban a Malvinas las donaciones del fondo patriótico, cómo no evocar a las damas mendocinas que donar sus joyas al Ejército de los Andes”.
Liliana Colino, la única mujer militar que pisó Malvinas durante el conflicto también fue distinguida
“¿Cuáles son las lecciones de 1845 y 1982?”, se preguntó. “La presencia, a lo largo de nuestra historia, de dos fuerzas, que son la religiosidad y el patriotismo. Estuvieron presentes en todos nuestros momentos de gloria, inclusive en las derrotas gloriosas. A pesar de las vicisitudes de nuestro país, esos valores fueron continuados y eso nos da la esperanza de que el futuro irrumpirán en escena cuando la Patria lo necesite”.
En representación del Ejército, el coronel retirado Horacio Lauría aseguró que “se sentía protegido al verse rodeado de veteranos, ya que entre nosotros hay un espíritu de camaradería inquebrantable”. Confesó que entonces lloró tres veces: cuando besó suelo malvinense por primera vez, cuando ocurrió la rendición y cuando desembarcó en Puerto Madryn. Destacó el papel del soldado argentino, quien debió luchar contra “el sueño, el frío, el hambre y la incertidumbre. Eso es la guerra, algo terrible que nos marca para siempre”.
Por la Armada, habló el capitán de navío retirado Carlos Molteni. Aviador perteneciente a la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque aseguró que “cumplimos con las últimas estrofas del Himno Nacional y agradeció a los instructores que entonces lo formaron. Recordó a sus dos numerales, el teniente de fragata Carlos Benítez y al teniente de corbeta Daniel Miguel, caídos en acción. También destacó que los militares sí ganaron una guerra más larga, “que permitió que tengamos democracia y que permite que se haga este acto”. Por la Fuerza Aérea, el brigadier retirado Mario Miguel Callejo subrayó que tanto en Obligado como en Malvinas existía un mismo compromiso de defensa “de nuestra bandera y de nuestra soberanía. Definió la de Malvinas como “una de las batallas más heroicas de nuestra historia”.
El acto reunió a veteranos de Ejército, Fuerza Aérea y Armada
El periodista Santiago Martella es hijo del teniente Luis Martella, caído la noche del 11 de junio cuando combatía junto a la compañía C del Regimiento 4 en Monte Dos Hermanas. Cuando cumplía su primer año de vida, le escribió una carta que, según el periodista “más que una carta, es una guía y un faro; son los consejos de vida de un padre a un hijo. Ojalá haya podido cumplir algunos y que, de arriba, esté orgulloso”. La carta, fechada en Puerto Argentino el 16 de mayo, que Santiago leyó en el acto, dice así:
Querido hijo:
Es esta la primera carta que papá te escribe. Mamá, que es tan buena, te la leerá cuando la recibas y la guardará para que la puedas leer tú mismo cuando aprendas a hacerlo dentro de algún tiempo.
Hoy cumples un año de vida. Has crecido dentro del cariño que con mamá y el resto de la familia te hemos prodigado; los días han pasado y has dejado de ser un bebé de meses para convertirte ya en un hombre, con un largo año de vida.
Con el tiempo, te enterarás de que aún antes de esta fecha, te convertiste en el hombre de la casa, cuando papá fue a cumplir su deber: Defender el suelo de la Patria.
Esta Patria que te vio nacer y que todo nos da, nos exige de vez en cuando algún sacrificio, hoy le exigió a papá que no pudiera estar presente en el día de tu cumpleaños, pero sólo físicamente, pues permanentemente papá está con vos.
Quiero que sepas todo lo que tu padre, hijo mío, desea para vos cuando crezcas, y que no es más que seas un hombre de bien, sólo el sacrificio y el trabajo duro y constante rinden sus frutos. En la vida, el hombre debe tener una gran metaque guíe sus pasos, esa meta no debe ser otra que el servicio a Dios, a través del amor a la Patria y a la Familia. Nunca debes sentirte dueño absoluto de nada, pues todo te lo da Dios y cuando Dios te lo pida, se lo deberás entregar.
La carta que el joven oficial de 24 años le mandó al hijo el día que cumplía un año
No quiero extenderme más, sólo quiero decirte que seas bueno y comprensivo con mamá, que aunque a veces te reta, lo hace por tu bien; además cuida de tus hermanos más pequeños que verán en ti a su ejemplo y alguien a quien recurrir cuando necesiten algo.
Hijo mío, ten fe en Dios. Él sabe por qué hace las cosas, da todo tu esfuerzo a la Patria para engrandecerla cada día más y bríndate entero a tu familia. Cuando tengas la tuya, sabrás qué es lo que hoy papá te dice.
¡Feliz cumpleaños, Santiago!
Te besa, Papá”.
42 años de homenajes
La Virgen de Fátima no tiene descanso. Su imagen, que fue rescatada de una cuneta, entre trastos y recuerdos que los británicos obligaban a los soldados argentinos a abandonar antes de embarcarlos al continente, y que en abril pasado fue nombrada patrona de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur, una entidad que nació a fines de 1982 para honrar a los que habían combatido en las islas, fue nuevamente el centro de un acto de veteranos de Malvinas.
El pasado 21 se realizó, en los salones del Círculo de Oficiales de la Prefectura Naval Argentina, en Olivos, la 30º ceremonia de estatuillas y diplomas de reconocimiento con los que dicha institución distingue a los veteranos de todas las armas, así como a instituciones que, de alguna u otra forma, colaboran para mantener vivo el recuerdo de Malvinas.
Ernesto Fernández Maguer, presidente de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur, durante la apertura del acto
Ernesto Fernández Maguer, teniente coronel retirado, es el presidente de la Comisión. Agradeció a los veteranos “por estar y por todo lo que dieron a la Patria”. Destacó que “son héroes todos los hombres y mujeres que fueron entonces a las islas”.
Explicó que desde 1999, la Comisión instituyó el 14 de junio como el “Día de la Máxima Resistencia” en el que, “se combatió más que nunca, y por eso los veteranos merecen nuestro reconocimiento”.
Homenajeados
La imagen de la virgen presidió la ceremonia y junto a ella se encontraba el padre Federico Burbridge, del Santuario Lugar del Milagro Virgen de Luján, de Villa Rosa, lugar donde la imagen está habitualmente. Burbridge fue nombrado capellán de esta Comisión.
En esta ocasión, fueron distinguidos los veteranos Ricardo Acosta, Daniel Agüero, Roberto Basso, Carlos Corsini, Eduardo Dalmedo, Raúl Daneri, Luis Dávila, Ernesto Dinardo, Miguel Encina, Adrián Fernández, Horacio Godoy, Adrián González, Horacio Godoy, Adrian González, Marcelo Márquez, Jorge Martínez, Enrique Pulido, José Silva, Adolfo Solís, Claudio Taquini, Ramón Torres y Ramón Zalazar. A todos los reúne un común denominador: para la Comisión, “se destacaron y protagonizaron acciones de solidaridad, valor, coraje, heroísmo durante el conflicto”.
A la izquierda Ramón Zalazar; en el centro Marcelo Alvarado, miembro de la comisión y el veterano Jorge Taranto, quien entregó la estatuilla
La historia de la Virgen
Cuando estalló la guerra del Atlántico Sur, la hermana Pilar Bañares, del Instituto Fátima, quiso que las tropas argentinas tuvieran lo más preciado que atesoraban. Así le envió al coronel Mohamed Seineldín la imagen junto a una carta en la que la religiosa rogaba fuera recibida “en confianza y respeto, pues estamos seguros que obrará en las Malvinas el milagro esperado”.
Permaneció con las tropas del regimiento de infantería 25, acantonadas en su mayoría en la zona del aeropuerto. La habían ubicado muy cerca de la pista, sobre un barril de combustible, y alguien había colocado en la base un género como mantel.
Los soldados le atribuyeron diversos milagros. En los ataques aéreos británicos con bombas de 500 kilos sobre el aeropuerto, la imagen temblaba por las explosiones pero no se caía. Ningún proyectil dañó la pista, lo que permitió mantener el puente aéreo con el continente hasta último momento.
Ramón Zalazar era un cabo santiagueño de 19 años, que fue a Malvinas con la Compañía de Ingenieros 10. A él le tocó quedarse en Puerto Argentino y con el grupo de ingenieros se dedicaron al minado y al traslado de munición que llegaba, la que guardaban en pozos que luego eran tapados. Además se complementaban con la Policía Militar para hacer respetar el toque de queda y a controlar el apagado de las luces.
Con el alto el fuego del 14 de junio, permaneció prisionero. La tarea que tendrían por delante era muy peligrosa: desactivar minas personales y antitanque, y marcar los campos donde estaban enterradas.
Imagen de la Virgen de Fátima, quien estuvo en Malvinas y que luego de 40 años fue nuevamente localizada
Inhumaron a soldados argentinos en el sector católico del cementerio de Puerto Argentino. Al campo salían organizados en patrullas, lideradas por un jefe, un radiooperador y un custodio. Se recorrían los campos minados, y cuando se ubicaban los explosivos se les quitaban las espoletas y luego se quemaban. En el campo de batalla de Monte Longdon debieron desactivar también minas antitanque.
Todos los días, al terminar el trabajo, se le rezaba el Rosario. Las peligrosas tareas terminaron cuando un soldado inglés perdió una pierna al pisar una mina, de la que Zalazar había pasado a centímetros y otro soldado perdió un pie. Además arreciaron las grandes nevadas y era imposible caminar con la nieve hasta las rodillas. Entonces se abocaron a demarcar los campos minados con alambrados y con las chapas que advertían del peligro.
En la noche del 12 de julio los embarcaron en el Sir Edmund y en su proa los británicos armaron un corralito donde los ubicaron. En un caño ataron a la Virgen y la taparon, hasta que a alguien se le ocurrió hacer una misa, a la que concurrieron los generales Menéndez y Yofré y otros prisioneros argentinos que estaban en el antiguo frigorífico de San Carlos.
Cuando apareció Seineldín, se sorprendió. “¿Y esta Virgen? Tiene que estar en el continente y hay que devolvérsela a sus dueños. Cuando lleguemos me la entrega”, le ordenó a Zalazar, que no quería saber nada con desprenderse de la imagen. Una vez en Puerto Madryn, Zalazar no tuvo más remedio que dársela, y se quedó con la manta.
Una búsqueda de años
Por 1983 o 1984 lo invitaron a dar una charla en el Instituto Fátima, y volvió a ver la imagen. Cuando tiempo después regresó, habían demolido el colegio y le perdió el rastro. Se retiró del ejército a fines de 1990 y trabajó en muchos lugares, como una empresa textil y los fines de semana en un salón de fiestas en el que empezó como custodio y terminó como encargado de todo el personal. Llegó a tener tres trabajos para pagar la hipoteca de su casa.
Siempre supuso que la imagen que rescató en Puerto Argentino estaba recorriendo el mundo, la creía en Portugal o acompañando a las fuerzas argentinas que integran los contingentes de paz en distintos paises. Un día, en la búsqueda de la imagen, viajó desde Castelar a Quilmes, porque le habían pasado el dato que podría estar allí.
La hallaron en el santuario Lugar del Milagro Virgen de Luján, en la localidad de Villa Rosa, y se la nombró patrona de la Comisión Permanente de Homenaje a los Caídos del Atlántico.
También recibieron reconocimientos en el acto del 21 el Prefecto General (RE) Rogelio Gustavo Pellegrino; Marcelo Adrián Del Giorgio; Brigadier (R) Gustavo Enrique Lema; Padre Santiago García del Hoyo; a los veteranos Gabriel Lebrún, Carlos Iunti, Aníbal Sandoval y Alberto Puglieli; la antropóloga Rosana GUBER; Paulina Cardozo de Sosa y Víctor Sosa, padres del cabo segundo Osvaldo Francisco Sosa y los periodistas Guillermo Lobo y quien esto escribe.
En la Comisión, prometen un homenaje a los curas que acompañaron a los soldados durante la guerra. y Fernández Maguer aseguró que “algún día volveremos, jamás nuestro pueblo olvidará a Malvinas”.