La noche del martes 8 de noviembre de 2016, cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos, se terminó la fantasía del electorado hispano y latino como bastión de los demócratas.
Paola Ramos trabajaba entonces como subdirectora de Prensa Hispana en la campaña de Hillary Clinton, y había asentido a aquel mito que viene desde los años de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. El voto latino se levantaría contra Trump, esperaba.
“Pero Hillary Clinton no solo pierde, sino que menos del 50% de los latinos acuden a votar”, recordó la periodista de Telemundo News y MSNBC, que presenta en Miami Book Fair su nuevo libro, Desertores (también en inglés, Defectors), sobre el auge dela extrema derecha latina en Estados Unidos. “Esas señales contradictorias me decían que había que cuestionar el mito. Eso se reforzó en las elecciones de 2020, cuando a Trump le va entre 8 y 10 puntos mejor”.
Aun hoy, mientras vocifera en su campaña que los inmigrantes son delincuentes y promete un cierre de la frontera sur y la deportación de latinos más grande de la historia, Trump conserva el apoyo del 38% del voto latino.
A pesar de su diversidad de nacionalidades y de etnias, lo latinos comparten tres rasgos que nadie más junta en Estados Unidos: tribalismo, tradicionalismo y trauma. Y esos tres rasgos, que constituyen los ejes del libro de Ramos, los hace sensibles al discurso populista del republicano.
En Desertores hay hijos de inmigrantes que acosan a los actuales inmigrantes que intentan pedir asilo, hay afrocubanos que promueven la supremacía blanca y hay gays hispanos que se oponen a la educación sexual en las escuelas y al apoyo médico a los niños transgénero. Pero no es el mundo del revés, ni Paola Ramos los trata con condescendencia: su libro es una exploración, tanto de ideas históricas como de vidas fascinantes, para comprender.
La periodista y escritora Paola Ramos publicó una gran investigación sobre el crecimiento de la derecha radical entre los latinos en Estados Unidos.
“Hubiera sido fácil decir ‘están todos locos’, pero preferí descartarlo”, contó la periodista y escritora en entrevista con Infobae. “Hubiera sido un flaco favor decir que si Trump consigue el 40% del favor del voto latino es una anomalía”.
La polarización: ellos contra nosotros
Ramos comenzó a observar que la comunidad se volvió receptiva a ciertos temas: el muro, el nacionalismo cristiano, la retórica anti-negro. “Creo que el libro no es sólo sobre la extrema derecha, sino sobre lo fácil que es para nosotros, los los latinos, tomar ese camino hacia el extremismo. Es una pendiente muy resbaladiza”.
Desertores cita a uno de los republicanos más famosos, Ronald Reagan, quien dijo en 1984: “Los latinos son republicanos, sólo que todavía no lo saben”. El californiano, que gobernó durante dos periodos, “estaba convencido de que los latinos eran personas conservadoras de corazón, a quienes movían los valores tradicionales, la fe, el patriotismo, y por supuesto el anticomunismo”, escribió Ramos.
—¿Cree que los republicanos entienden mejor al electorado latino?
—Tienen tácticas muy poderosas para explotar agravios que tienen que ver con el tribalismo, el tradicionalismo o el trauma. Por ejemplo, se piensa que los latinos no pueden ser racistas y son inmunes a la retórica antiinmigrante, pero no es así. Las jerarquías raciales son parte integral de nuestra historia, de cómo entendemos nuestra identidad frente a los afrodescendientes y los indígenas, cómo trazamos una línea directa con la blancura de los colonizadores españoles. Y el trumpismo ha explotado eso: ha creado tensiones entre los afrolatinos y los afroamericanos del Bronx, o entre los latinos de la frontera y los inmigrantes. La idea de nosotros contra ellos.
—El tribalismo. ¿Y en cuanto al tradicionalismo y al trauma?
—Al tradicionalismo apela la narrativa de que Estados Unidos se está alejando de sus valores, que crea miedo al cambio en la dinámica de género, a las mujeres con poder, y que crea transfobia. Y también han sabido explotar muy bien el trauma político del comunismo, realmente llegar a su corazón.
¿De qué color son los latinos?
Paola Ramos analiza cómo impacta en la política que los latinos compartan tres rasgos: tribalismo, tradicionalismo y trauma. (EFE/ Samantha Bloom)
La colonia impuso, de manera muy reglamentada, una jerarquía racial en el Nuevo Mundo invadido. Hace poco un polémico ex presidente de Argentina repitió el falso lugar común de que sus compatriotas “bajaron de los barcos”, es decir que llegaron de Europa en las olas migratorias de comienzos del siglo XX, principalmente de Italia y España.
Esa idea de que antes de los europeos no había gente en el continente americano pervive en lo que Paola Ramos llama “fantasía de Don Quijote” en su libro: ahí donde él creía ser un noble caballero hábil con la espada, latinos e hispanos creen ver un rostro blanco en el espejo. Así crean una petición en Change.org titulada “¡Basta de atacar nuestra herencia española!”, o conversan sobre su pura sangre española en el foro supremacista Stormfront.
Y a veces la emprenden a los tiros, como pasó el 15 de junio de 2020 en Albuquerque, Nuevo México, cuando Steven Ray Baca dejó heridos al disparar a los activistas que protestaban el monumento a Juan de Oñate. Hasta hoy muchos lo consideran el primer europeo en el suroeste estadounidense a pesar de haber nacido en Zacatecas, ciudad que fundó su padre español. Pero más se lo recuerda por su crueldad contra los nativos: ordenó la masacre de 800 acomas y y la amputación del pie derecho de otros 20 antes de devolverlos como ejemplo. Hasta la corona española lo reprendió.
En busca de una explicación del fenómeno, Ramos encontró el concepto de “herencia fantasiosa”, que es “muy común para muchos hispanos en este país, y yo misma la he tenido”, reconoció. “Me ayudó a entender por qué muchos de los hispanos más extremistas que entran en el mundo de la supremacía blanca utilizan su ascendencia española como una forma de ser aceptados”.
—¡¿Dónde hubo un genocidio?! —se exaltó uno de los entrevistados de Ramos en una localidad TexMex—. ¡Porque ellos siguen acá! —Se refería a los pueblos nativos.
Enrique Tarrio, líder de los Proud Boys, fue condenado a 22 años de cárcel por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. (AP Foto/Noah Berger, Archivo)
La profundidad de la fantasía adopta otros colores: en un salón de belleza del Bronx, Ramos entrevistó a Ysabel, afrocaribeña, y le preguntó cómo se identificaba. “Como hispana”, le respondió. De atrás, entre risas, otra mujer la corrigió: “¡Eres negra!”. Pero Ysabel insistió: “Soy 100% hispana. Eso no tiene nada que ver con ser negra”. Para mayor confusión, otra clienta agregó: “Los afroamericanos son los verdaderos negros”. Para el tribalismo siempre hay un ellos al que señalar.
—Usted interpretó: “Inconscientemente nos hemos colonizado a nosotros mismos”. ¿Qué sentido tiene eso?
—Estas teorías conspirativas enfrentan a las personas entre sí. Ahora estamos viendo una iteración de Los protocolos de los Sabios de Sión, la Teoría del Gran Reemplazo de los blancos por los inmigrantes. Eso crea un sentimiento muy anti-inmigrante. También entre los latinos: por ejemplo, apoyaron la política de Ron DeSantis cuando metió inmigrantes en buses y los envió de Florida a estados o ciudades demócratas. A medida en que la comunidad se asimila más, surge una pequeña pero creciente porción de latinos que teme al reemplazo. Después de todo, los latinos han sido discriminados una y otra vez en la historia.
Los latinos en las guerras culturales
La colonización no se hizo sólo con la violencia europea: también con la de las misiones católicas. El combo espada + cruz dejó huellas importantes, del sincretismo a la estrecha relación entre la iglesia y el estado en muchos países latinoamericanos. Y si bien la influencia del Vaticano ha mermado minada por el ascendente evangelismo, la dimensión religiosa conserva el tradicionalismo, el segundo factor del análisis de Desertores.
“Los latinos no migramos con las maletas vacías”, argumentó Ramos en la conversación con Infobae. Si conocemos la historia del auge evangélico en América Latina y el trasfondo de cuánto el catolicismo y la religión han estado institucionalizados en nuestros gobiernos y en nuestras mentalidades, tiene sentido que ahora estemos viendo este auge del nacionalismo cristiano entre los evangélicos latinos”.
Aun con su retórica anti inmigrantes, Donald Trump conserva el apoyo del 38% del voto latino. (REUTERS/Marco Bello)
El libro presenta al pastor Luis Cabrera, cuya congregación evangélica está adornada con banderas que adaptan el slogan de Trump sobre volver a hacer que Estados Unidos sea grande: “Make America Godly Again”, volver a hacerlos devotos de dios. Cabrera es parte del nacionalismo cristiano, “una ideología basada en el mito de que Estados Unidos se fundó como una nación explícitamente cristiana”, escribió la autora. Al igual que el MAGA de Trump, se pretende “un movimiento” que “fusiona la política conservadora, el nacionalismo y la fe”.
—En un Estados Unidos los latinos son en el grupo de más rápido crecimiento entre los evangélicos —siguió la periodista y escritora—. Cada vez más latinos creen en el nacionalismo cristiano y muchos republicanos entran en estas iglesias para politizarlas. Gran parte de la coalición latina pro Trump está impulsada por estos evangélicos latinos.
—Que también son un grupo demográfico importante si se mira al futuro: hoy el 19% de los habitantes del país, un tercio en 2050.
—Tanto los inmigrantes como la primera y la segunda generación son muy diferentes de los evangelistas blancos. Los latinos tienen tasas de conversión y religiosidad más altas. Para sobrevivir, estos grupos cristianos necesitan a los evangelistas católicos.
—En este mismo capítulo sobre el tradicionalismo, cuando aborda el discurso anti LGBT+ entre los latinos su libro se vuelve muy personal. ¿Por qué?
—Porque yo misma lo siento todo el tiempo como periodista gay.
Ramos brida un ejemplo. Pocas semanas atrás, en Arizona, un señor hispano con arma a la vista —en ese estado es legal— la observaba entrevistar a un partidario de Trump en la calle. Más que observarla, no le sacaba los ojos de encima: la miraba fijo, como una provocación.
—Hola, ¿lo puedo ayudar en algo? —Paola Ramos se cansó del juego.
—Eres una izquierdista radical.
—¿Por qué dice eso, señor?
—Hay algo en ti —dijo, más oracular que el I Ching.
En 2016, la victoria de Trump cuestionó el mito del voto latino como baluarte demócrata. (REUTERS/Manuel Orbegozo)
Ese disgusto irracional —”no fue nuevo para mí”, subrayó la periodista— conduce a uno de los conceptos más impactantes del libro: el asco es el sentimiento visceral “más fuerte y complicado”, según el científico Bryn Nelson. Muchos trabajos académicos sugieren “que el asco, más que emociones como el miedo, la ira y la tristeza, es el principal motor de la deshumanización”.
Y no hay comunidad ajena al asco. El asco es de Sapiens.
—Es el corazón de deshumanizar a alguien —siguió Ramos—. Y cuando se politiza, cuando se convierte en una táctica política, es algo muy poderoso. Lo sabamos desde el momento en que los colonizadores españoles pusieron sus ojos en personas que eran diferentes. Ese sentimiento de asco ya estaba arraigado en nosotros. Creo que politizarlo funciona muy bien: los inmigrantes haitianos se convierten en gente que come mascotas, las personas trans se convierten en pedófilos aterradores.
Redes sociales, desinformación y caudillos
Es difícil encontrar a alguien que no esté pegado a su móvil, y entre los hispanos en Estados Unidos es prácticamente imposible. “Los latinos tienen más teléfonos inteligentes que otros grupos y dedican más de 30 horas por semana a sus dispositivos, mucho más que a la televisión”, se lee en Desertores.
El teléfono es un cordón umbilical que los mantiene unidos al país de origen: a la familia, a los amigos, al club del fútbol, al grupo religioso, a la política. El mensaje en WhatsApp, las noticias en X, la cotidianeidad perdida en TikTok. “Nuestras pantallas se convierten en nuestro medio de conexión”, sigue el libro. Y también en un problema: “La información engañosa y la desinformación pueden hacerse pasar fácilmente por la verdad”.
Así es como los latinos emigrados de países con fuerte salud pública se negaron a protegerse contra el Covid-19, intoxicados de teorías conspirativas sobre la vacuna, o como muchos que piden mano dura para la delincuencia denunciaron una caza de brujas contra Trump porque la justicia lo procesó por cometer delitos.
—Otro concepto que aprendí haciendo este libro es el del “duelo perenne” —compartió Ramos—: aunque estemos en los Estados Unidos, nuestra mente y nuestro corazón están siempre conectados al otro lado de la frontera. Quizá nuestras fuentes de confianza son los pastores de América Latina antes que los principales canales informativos.
En “Desertores”, que presenta en Miami Book Fair, Paola Ramos revela cómo las autopercepciones culturales impactan en las actitudes sociales de los latinos.
La tormenta perfecta de la desinformación se da cuando se suma el factor de trauma. Dictaduras de distintos colores ideológicos han atravesado la historia de América Latina. Desde El Señor Presidente, la novela del premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, hasta la manera en que Nayib Bukele se autodenominó “el dictador más cool del mundo”, la violencia institucional ha marcado a generaciones.
¡Mano dura! ¡Acá hace falta un hombre fuerte! ¡A los enemigos, ni justicia! ¡Con la revolución todo, contra la revolución nada! Acunados por expresiones como esas en sus países de origen, los latinos reconocen la melodía.
“Los demócratas pensaron que si presentaban a Trump como un caudillo o un dictador, los hispanos iban a reaccionar contra él. Pero en realidad nuestra historia está hecha de democracias inestables”, subrayó Ramos. “Y Estados Unidos ha reforzado la idea de que en determinadas circunstancias, especialmente cuando se trata de proteger a los países occidentales del comunismo, es necesario el gobierno de un hombre fuerte”.
Por eso los Proud Boys, cuyo líder Enrique Tarrío fue condenado a 22 años de cárcel por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, venden remeras que dicen “Pinochet no hizo nada malo”. También tacitas con las siglas RWDS, que significa escuadrón de la muerte de la derecha, como los paramilitares que sembraron Argentina de campos de concentración y dejaron 30.000 desaparecidos.
Desertores desarrolla un tema que en el futuro será obvio. “El trumpismo y la supremacía blanca no pueden sobrevivir a largo plazo sin los latinos”, destaca. “Actualmente los republicanos han dado con un terreno fértil para movilizar a los latinos mediante estrategias que atizan las rencillas raciales, crean pánicos morales y fabrican crisis”.
Puede que las estrategias sean antiguas, escribe Ramos, pero la novedad es el efecto que están causando entre los hispanos: “La extrema derecha se está dando cuenta de que las narrativas antiinmigrantes, antinegras, antiindígeneas, antitrans, fundamentalistas, nacionalistas y autoritarias no sólo sirven para alimentar a su base blanca sino también a muchos más latinos de los que jamás imaginaron”.
Presentación de “Desertores” en la Feria del Libro de Miami
Sábado 23, 11 am, en la Sala 2106 del Edificio 2
En inglés: Paola Ramos presenta Defectors junto a Marie Arana, quien lleva LatinoLand, en diálogo con Ray Suárez.
Domingo 24, 4:45 pm, en la Sala 8503, Edificio 8
En español: Paola Ramos presenta Desertores junto a Henrique Cymerman (Conversando con el enemigo) con moderación de Ilia Calderón.
Campus Wolfson del Miami-Dade College (MDC)
300 NE Second Ave, Miami, FL 33132