La gran historia del río Bermejo

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Hay un pequeño cerro en la ciudad de Sucre que divide las aguas de las cuencas del Amazonas y del Plata. Si dejáramos correr un corcho metafórico desde su cumbre, la dirección que éste eligiera lo llevaría al delta del Amazonas o al delta del Plata, en su trayectoria al norte o al sur respectivamente.

Hay un pequeño cerro en la ciudad de Sucre que divide las aguas de las cuencas del Amazonas y del Plata. Si dejáramos correr un corcho metafórico desde su cumbre, la dirección que éste eligiera lo llevaría al delta del Amazonas o al delta del Plata, en su trayectoria al norte o al sur respectivamente.

El Valle de Lerma, donde se ubica la ciudad de Salta, contiene al norte la Alta Cuenca del Río Bermejo (ACRB) y al sur la Alta Cuenca del Río Juramento (ACRJ). La divisoria de aguas está en el Huayco, cerca del campus universitario. De nuevo, un corchito que pudiera viajar libremente, si eligiera ir al norte haría un largo recorrido hasta llegar al río Paraguay. Y si lo hiciera hacia el sur bajaría hasta el Paraná.

La organización fluvial de los ríos de América del Sur es parte de una larga herencia de causalidades productos del empuje de los Andes desde occidente y del hundimiento de la llanura hacia el oriente. Desde el punto de vista de la filosofía fluvial, los ríos, más que un origen, tienen una herencia. Baste citar que algunas decenas de millones de años atrás el Amazonas corría al revés.

Un río es la historia de muchos ríos. Bajo esta óptica un río es intemporal, nunca tendrá un final y nunca tuvo un comienzo bien definido.

De los Andes a la llanura

En la actualidad el río Bermejo es el colector de las aguas de una gran cuenca compartida por Bolivia y Argentina. Sus nacientes se encuentran en las montañas de la Puna y Cordillera Oriental que se levantan a más de 5.000 m de altura y desde allí desciende, atravesando las Sierras Subandinas, hasta alcanzar el río Paraguay a unos 60 m sobre el nivel del mar. Recorre así unos 1.500 km desde su origen hasta su desembocadura. Esto lo convierte en una gran cinta transportadora entre los Andes y la llanura. Al igual que sus vecinos Pilcomayo y Juramento.

La erosión de las montañas andinas canaliza el transporte de sus sedimentos a través de esas vías fluviales que depositan su carga en la extensa llanura Chaco-Paranense en enormes abanicos (megafans). El abanico fluvial que forma el Bermejo tiene unos 100 mil kilómetros cuadrados. Es parte del mecanismo de compensación entre las montañas que se elevan a occidente y la llanura que se hunde a oriente. De la lucha dialéctica de la naturaleza entre las fuerzas endógenas que construyen el relieve y las fuerzas exógenas que buscan destruirlo.

Los ríos penetran profundamente hacia occidente y luego de atravesar el sistema montañoso de la Cordillera Oriental y de las Sierras Subandinas se internan en la llanura donde divagan lentamente. Los torrentes de origen, cargados de grandes bloques y cantos rodados, van dando paso lentamente a las arenas, a los limos y finalmente a las arcillas. Las quebradas y cañones occidentales se van a convertir en suaves meandros en la llanura. Los meandros son una genialidad de la física fluvial con los que el río busca alcanzar su perfil de equilibrio. Para que el río alcance su equilibrio se necesita que descargue un volumen máximo de agua a una velocidad mínima y esa condición ideal se alcanza con los meandros. Los meandros serpentean en las llanuras fluviales y se desplazan lateralmente para dar grandes sistemas entrelazados.

Un río, como dijimos, es la herencia de muchos ríos que lo antecedieron y de muchos otros ríos que lo sucederán.

El río Bermejo es el resultado de la adaptación de la incisión fluvial al relieve generado por distintas provincias morfotectónicas. Si bien la red hidrográfica es de edad cuaternaria, su origen se remonta a la propia formación del edificio andino con múltiples adaptaciones a través del tiempo geológico.

Múltiples Bermejos

De esta manera, el Bermejo que hoy vemos, es el resultado en la evolución andina de múltiples “Bermejos” anteriores que son los que definen la situación actual.

La larga historia del Bermejo se remonta a muchos millones de años atrás. Antes de que se levantaran las sierras que hoy atraviesan los tributarios del Bermejo, la llanura “chaqueña” se extendía hasta el borde de la Puna. Los viejos ríos corrían de oeste hacia el este sin interrupciones. En el núcleo de la Sierra de Vaqueros se encuentran capas de formaciones geológicas con bancos de arenas limpias de decenas de metros de espesor y que representan a esos viejos ríos fósiles. Con el levantamiento andino, la gran llanura antigua se fue rompiendo y los ríos tuvieron que adaptarse a los bloques tectónicos que se iban levantando paulatinamente hacia oriente. Ello hizo que los ríos comenzaran a correr unos de norte a sur y otros de sur a norte, bordeando los bloques tectónicos o abriéndose paso a través de ellos. Basta ver lo que pasa con el Río Grande de Jujuy que corre de norte a sur por la Quebrada de Humahuaca y es uno de los tributarios del Bermejo. O todo el sistema fluvial al norte del Valle de Lerma, con los ríos Castellanos, Lesser, Vaqueros, Yacones, Caldera y Wierna que se juntan para dar el río Mojotoro, el cual cruza la sierra homónima a través del Angosto del Mojotoro para dar lugar al Cianca – Lavayén y San Francisco alcanzando finalmente al Bermejo.

Precisamente en la junta, la llamada Palca de Soria, fue el lugar desde donde embarcó el francés Pablo Soria en 1826, junto al genovés Nicolás Descalzi para navegar el Bermejo. Al llegar al río Paraguay y a pesar de contar con el permiso oficial del gobierno de Salta, fueron detenidos por las milicias del dictador Gaspar Francia y llevados cinco años a prisión. Los mapas elaborados por Soria y Descalzi, así como el mapa de José Idelfonso Álvarez de Arenales, son preciosos documentos del río en la primera mitad del siglo XIX. Antes, el Bermejo había sido navegado por el fray Morillo y por Juan Adrián Fernández Cornejo en el siglo XVIII.

La mano del hombre

La historia del Bermejo iba a tener un cambio dramático en 1865. Ese año un grupo de vecinos de Orán, para evitar las inundaciones periódicas, decidió hacer un corte en los cerros contiguos y rompió completamente el equilibrio del río. Esa intervención antrópica generó no solamente que el río se dividiera en varios cauces aguas abajo, sino que, además, comenzara una erosión retrocedente que alcanzó al cañón del Iruya. Ello llevó a incrementar la cantidad de sedimentos en el río y hoy el Bermejo aporta el 70% de los sedimentos de la cuenca del Plata.

El delta del Paraná se construyó y construye hoy con despojos de las montañas salteñas, jujeñas y bolivianas. Ese río de “pecho ancho y aguas mulatas” parafraseando a Borges y su descripción del Mississippi. Muchos navegaron el Bermejo antes de 1865 y muchos lo hicieron después, pero ya la situación era absolutamente diferente.

Heráclito, en la antigua Grecia, decía que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Y siguiendo el concepto, tampoco nadie puede navegar dos veces el mismo río. Heráclito sabía de lo que hablaba ya que nació en Efesos, una ciudad cercana a Esmirna, hoy Izmir, sobre el mar Egeo, cuna de los filósofos presocráticos. Precisamente en el plateau de Anatolia corre el río Menderés o Maiandros de donde deriva la palabra meandro.

Esas curvas en bucle, sinuosas e intrincadas, dan enormes vueltas y contra vueltas y obligaban a los navegantes del Bermejo a pasar casi de nuevo por el mismo sitio. Esos meandros fueron los que agotaban la paciencia de los navegantes y desde donde eran atacados sin clemencia por los indígenas que tenían sus tolderías en los altos de las barrancas.

Soria perdió allí a uno de sus hombres al que dieron sepultura a orillas del río. Los barcos se protegían con toldos de cuero de Anta que eran invulnerables a las flechas. Y también los conquistadores españoles utilizaban esos cueros como escudos.

Historiadores y poetas

Es interesante recordar que el Bermejo fue navegado primero aguas arriba, subiendo desde el río Paraguay, en 1521, por el conquistador español Alejo García en busca de las montañas de plata, mucho antes de que se descubriera el cerro Rico de Potosí en 1545.

Así lo explica Horacio Bertero en su libro “El Bermejo, una ruta hacia la plata en el siglo XVI” (Mundo Gráfico, Salta, 2019, 248 p.) que tuve el gusto de prologar. Asimismo, estas y otras reflexiones fueron parte de la presentación del suscripto en dos recientes libros. Uno de ellos de la escritora Raquel Espinosa quién publicó “El último viaje” (Biblioteca de Textos Universitarios, Salta, 2023), sobre las proezas del empresario y explorador Natalio Roldán tratando de navegar el río con su “Compañía de Navegación del Río Bermejo” a fines del siglo XIX y después de que ocurriera la gran crisis hídrica de 1865. Dicha presentación contó con la participación de Rossana Caramella, María Eugenia Carante y Sergio Bravo quienes analizaron la exquisita literatura de la autora.

El otro libro es “San Pedro y el valle del río San Francisco, Jujuy” (Aráoz Ediciones, Salta, 2024, 170 p.) de la erudita arqueóloga Alicia Ana Fernández Distel, radicada en Jujuy, que cuenta con capítulos de Francisco H. Leiva, José L. Melano, Oscar. A. Berengan, Martha Montalvetti y el suscripto. Allí se destacan artículos sobre arqueología, geografía, geología, historia, biografías, mitos y leyendas sobre esa interesante región jujeña de los ríos Lavayén y San Francisco que forman parte de la gran cuenca hídrica del río Bermejo.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales