Una nueva investigación sobre la “niña del Quehuar”, una momia inca hallada en Salta, se publicará en noviembre en la revista Journal of Archaeological Science Reports. El estudio revela que la niña vivió entre 2.500 y 3.000 metros de altitud y que sorprendentemente su dieta incluía algas marinas, lo que sugiere un intercambio a través del Qhapaq Ñan, la extensa red de caminos del Imperio Inca.
Este hallazgo destaca la sofisticación logística del imperio, que permitía el traslado de productos desde la costa hasta las montañas. Los sacrificios infantiles, como el de la Capacocha, eran rituales importantes en la cultura inca, en los que los niños eran seleccionados por su pureza para ser ofrendados a los dioses.
Los restos de la niña fueron descubiertos en 1975 en la cima del volcán Quehuar, a más de 6.100 metros sobre el nivel del mar, por el explorador Antonio Beorchia Nigris. A pesar del daño causado por saqueadores, los arqueólogos recuperaron partes del cuerpo, lo que permitió estudios científicos que enriquecieron el conocimiento sobre los rituales incas. Vale aclarar que no deben confundirse estos restos con los de los niños del Llullaillaco, hallados en otro volcán en 1999 y que se conservan en el Museo de Arqueología de Alta Montaña en Salta (MAAM).
La doncella, una de las niñas del Lullaillaco, que se conserva en el MAAM. Archivo
Según la investigación, la alimentación de la “niña del Quehuar” cambió en sus últimos meses, aumentando el consumo de maíz, un alimento de élite, lo que indica que fue preparada para el sacrificio. A pesar de los daños, la momia conserva parte de sus miembros inferiores y pelvis, y fue colocada de forma ceremonial. Este hallazgo es clave para entender los rituales incas, donde los sacrificios buscaban la intervención divina.
El estudio presentado en el artículo titulado “La niña inca del volcán Quehuar: Isótopos estables que dan pistas sobre su origen geográfico y dieta estacional, con supuesto consumo de algas” fue realizado por científicos de la Universite Claude Bernard, de Lyon Francia, y del CONICET de Argentina y arrojó luz sobre aspectos poco conocidos de los rituales incas y las condiciones de vida de los niños ofrendados en las ceremonias de Capacocha.
La investigación se centró en una momia encontrada en el volcán Quehuar para lo que se utilizaron avanzadas técnicas de análisis isotópico. Los científicos examinaron muestras de cabello y huesos para reconstruir su dieta y migración geográfica antes de su sacrificio. Los isótopos de carbono, nitrógeno, azufre, hidrógeno y oxígeno ofrecieron detalles sobre el tipo de alimentos que consumía la niña y su probable origen geográfico.
Ubicación de los volcanes Llullaillaco y Quehuar en Salta.
Como se mencionó, los resultados indicaron que vivió a una altura estimada entre 2.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar, en una región cercana a los Andes. La evidencia isotópica sugiere que su dieta incluía una proporción significativa de algas marinas. Este alimento podría estar relacionado con el estatus especial de los niños seleccionados para el sacrificio, quienes posiblemente consumían productos no comunes en su dieta diaria. El descubrimiento de la momia, a más de 6.000 metros de altura en el volcán Quehuar, fue realizado por Antonio Beorchia en 1975. Aunque saqueada, la momia reveló valiosa información arqueológica. El sitio incluye una cámara funeraria y una plataforma orientada al solsticio, lo que confirma su uso ritual. Se hallaron textiles, cerámica y una estatuilla de spondylus, aunque los objetos de metal ya habían sido robados.