Pinceladas para una teología del Milagro: ¿qué busca y que encuentra el hombre?

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Desde hace muchos años vengo rumiando en mi cabeza y en mi corazón, con pies descalzos, inquietudes y sentimientos de éste misterio salteño, esa devoción tan arraigada al Señor y la Virgen del Milagro. En tiempos de tantos cuestionamientos a la fe, no pocas veces entendida como magia, cuestionada por los positivistas, los agnósticos, etc.; mal utilizada por los crédulos, admirada desde afuera de la provincia, me pregunto: ¿Cuál es la esencia del mensaje de Dios a su pueblo, en el Milagro de Salta?, entendiendo que Dios habla con hechos y palabras. Me pregunto y me perturba la imagen de un Dios amenazante y vengativo, ¿Puede Dios castigarnos sin piedad con espantosos terremotos por olvidarnos de su presencia?, ¿qué sucedió realmente en la Salta de 1692?, ¿qué sentido tiene para el pueblo salteño renovar la alianza con su Dios cada año en el Pacto de Fidelidad?

Desde hace muchos años vengo rumiando en mi cabeza y en mi corazón, con pies descalzos, inquietudes y sentimientos de éste misterio salteño, esa devoción tan arraigada al Señor y la Virgen del Milagro. En tiempos de tantos cuestionamientos a la fe, no pocas veces entendida como magia, cuestionada por los positivistas, los agnósticos, etc.; mal utilizada por los crédulos, admirada desde afuera de la provincia, me pregunto: ¿Cuál es la esencia del mensaje de Dios a su pueblo, en el Milagro de Salta?, entendiendo que Dios habla con hechos y palabras. Me pregunto y me perturba la imagen de un Dios amenazante y vengativo, ¿Puede Dios castigarnos sin piedad con espantosos terremotos por olvidarnos de su presencia?, ¿qué sucedió realmente en la Salta de 1692?, ¿qué sentido tiene para el pueblo salteño renovar la alianza con su Dios cada año en el Pacto de Fidelidad?

¿Qué busca y que encuentra el hombre de a pie, el que peregrina o el que mira éste fenómeno religioso? Son muchas preguntas y hay muchas respuestas. Puedo pensar y sentir desde la fría razón o puedo dejarme llevar sólo por las emociones. Pero soy persona humana, una mezcla de sentimientos, razonamientos y sensaciones, puedo meterme en medio del pueblo y sentir con ellos, o mirar las realidades como un atalaya, desde la cima y la distancia. Puedo ser un espectador crítico que simplifica todo y solo cree sólo en lo que se puede tocar. Pero quiero dejarme llevar por el cauce del Milagro, riadas de gente que peregrina, que camina con una meta y un motor emocional único, particular, individual, pero sentimientos que se hacen carne en el andar con la comunidad.

La narración del Milagro se centra en un hecho telúrico, en 1692, cuando Salta fue sacudida por “espantosos terremotos”.

En un esfuerzo de síntesis, la narración del Milagro de Salta se centra en un hecho telúrico, el fenómeno sísmico de 1692, cuando Salta fue sacudida por “espantosos terremotos”. El epicentro del mismo estuvo ubicado en la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Esteco a más de 100 Km de la ciudad de Salta, y sucedió un 13 de setiembre a las 11.00 horas, con una réplica el 15 de setiembre del mismo año. Allí nació y sigue creciendo desde hace 332 años, la devoción al Cristo y a la Virgen del Milagro.

¿Qué es un terremoto? Es el movimiento brusco de la Tierra, causado por la liberación de energía acumulada durante un largo tiempo. Los terremotos no tienen épocas o temporadas vinculadas al clima, y son impredecibles porque suceden muy bajo tierra. La corteza de la tierra está conformada por una docena de placas de aproximadamente 70 km de grosor, cada una con diferentes características físicas y químicas. Estas placas (“tectónicas”) se están acomodando en un proceso que lleva millones de años y han ido dando la forma que hoy conocemos a la superficie de nuestro planeta, originando los continentes y los relieves geográficos en un proceso que está lejos de completarse. Habitualmente estos movimientos son lentos e imperceptibles, pero en algunos casos estas placas chocan entre sí como gigantescos témpanos de tierra sobre un océano de magma presente en las profundidades del planeta, impidiendo su desplazamiento. Entonces una placa comienza a desplazarse sobre o bajo la otra originando lentos cambios en la topografía. Pero si el desplazamiento es dificultado comienza a acumularse una energía de tensión que en algún momento se libera y una de las placas se moverá bruscamente contra la otra rompiéndola y soltando una cantidad variable de energía que origina el terremoto. Esto lo aprendimos en Salta, en las innumerables notas científicas del Dr. Ricardo Alonso. En general se asocia el término terremoto con los movimientos sísmicos de dimensión considerable, aunque rigurosamente su etimología significa “movimiento de la tierra”. Podemos decir, con certeza, que los terremotos son fenómenos naturales, que implican un proceso de maduración de la tierra. Y podemos afirmar también, que no pueden ni deben ser considerados “castigos divinos”. Comienzan y terminan en el proceso de evolución del Planeta. Pero cuando se producen, no hay aún muchas formas de prevenirlos, de modo que las regiones pobladas sufren el impacto de la energía liberada y resulta dificultoso evitar las tragedias. Tragedias que involucran las construcciones humanas, mucho más que la propia naturaleza.

“Atribuirle a Dios semejante catástrofe es, en cierto modo, un poco injusto; basta leer el libro de Oseas”

Ahora bien, atribuirle a Dios semejante catástrofe es, en cierto modo, un poco injusto; basta leer el libro de Oseas, en las Sagradas Escrituras, en el capítulo 11 donde detalla la manera cálida y profundamente afectuosa de la paternidad divina: “Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos…, pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer… dirá Dios, mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura, porque yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor”. Y la mayor muestra del Amor de Dios es haber enviado a su Hijo, que fue entregado a la muerte y resucitado para nuestra salvación, y aún más, se quedó en medio nuestro en la Eucaristía, como alimento, Pan Vivo, soporte de nuestra fe; “la Eucaristía es ‘fuente y cima de toda la vida cristiana’ (LG 11).

“A Cristo por María”, rezaron los santos, a lo largo de la historia de la Iglesia, sintetizando aquel hito trascendente al pie de la Cruz, cuando Jesús en su agonía nos entrega a su Madre en la persona del Discípulo Amado (Jn.19, 27). En una parte del relato del Milagro Salteño, se dice que encontraron a la imagen de la Purísima Virgen María intacta, a pesar de haber caído de la hornacina del altar mayor, desde más de 5 metros, frente al Sagrario, que se ubicada en altar central o altar mayor. Sus manos se plegaron en señal de oración, en la caída, y su rostro palidecido, probablemente por el polvo de las paredes blanquecinas de la nave principal del templo, que se desplomaron por los temblores, implorando que cesaran los temblores.

Qué gran milagro encontró la gente que corrió al templo, presa del temor por los movimientos sísmicos, al ver a María al pie del Sagrario “en señal de oración”. Y qué gran camino estaba trazando la Virgen. María nos daba un nuevo programa de vida, para los citadinos de Salta y todo el Valle de Lerma: Retornar a Jesús en la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, de la mano de su mano de Madre. Un eje netamente Bíblico-Eucarístico-Mariano. Un eje teológico de cuño eclesial proclamado y promovido, durante siglos, por el Magisterio de la Iglesia y la Tradición más genuina. La ciencia no niega el hecho portentoso, y la fe verdadera encuentra su razón profunda de ser, el corazón del Pueblo de Dios, más sencillo, necesitado de justicia, de pan y de trabajo, de armonía familiar y paz social.

Ciertamente, la presencia de la imagen de Jesús Crucificado, Señor del Milagro, sintetizaba otro aspecto fundamental de la tragedia, el dolor de las pérdidas humanas (que no sabemos cuántas fueron en la ciudad de Salta y alrededores) y las pérdidas materiales de quienes vieron derrumbarse sus esperanzas en los muros de las casas. Este Cristo Crucificado despertaba las esperanzas de un pueblo que, aún hoy, es capaz de soportar y superar el dolor. Ir al encuentro con Cristo del Milagro y su madre, la Virgen del Milagro, en un lugar sagrado, como es el Santuario, la casa común de los salteños, también nos obliga, desde la fe, a reconocer al “otro”, no como un extraño, sino como un “hermano”, despierta el amor que se hace solidaridad.

Los terremotos iban a cesar, la ciudad iba a ser reconstruida, y los hombres iban a superar el dolor. Pero la vida cotidiana no iba a ser igual desde el 13 de setiembre de 1692. Una nueva Pascua, un camino de desierto y una nueva Alianza se iniciaba para Salta, cambiando profundamente su historia, y como la Pascua Judía se conservaría el relato, para ser transmitido de generación en generación, que respondiendo a la teología de la época, iba a ir cerrándose en la mirada a un Cristo antisísmico que había que temer. Hoy podemos pensar que el Milagro del Milagro fue la expresión de fe de la gente que sobrevivió al terremoto y pudo encontrar un camino y respuestas en la imagen intacta de la Purísima Virgen, ahora llamada del Milagro, y en aquel Cristo Crucificado, que acuñaba una larga historia desde su llegada como regalo del Obispo Fray Francisco de Victoria.

La Pascua Salteña, la Nueva Alianza de Fidelidad puede y debe mostrarnos un camino de amor y no de miedo, un camino de esperanza y no desazón, un camino de amor solidario y de justicia, nunca de soledad. La esencia del mensaje es un llamado “a Cristo Eucaristía por María”, y la Eucaristía que es ágape y acción de gracias, edifica a la Iglesia Comunidad, Institución, Familia. Se impone elaborar una teología del Milagro, como teología de la esperanza, del amor, del perdón y del encuentro, fruto de una fe madura y viva. Una tarea desafiante para pastores y laicos que con mucho respeto, son capaces de abismarse en el pensamiento insondable de Dios.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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