Dialoguistas sin diálogo

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Hay dos formas de salir de un laberinto. La primera, chocando con las paredes hasta encontrar la salida; la segunda, teniendo una visión total, aérea y completa del territorio, para después encontrar justamente por dónde se llega a esa salida. Los primeros seis meses de la gestión del presidente Javier Milei ha entrado en un laberinto donde todavía no hay ni opción uno ni opción dos al problema de décadas de estancamiento que enfrenta la Argentina.

Hay dos formas de salir de un laberinto. La primera, chocando con las paredes hasta encontrar la salida; la segunda, teniendo una visión total, aérea y completa del territorio, para después encontrar justamente por dónde se llega a esa salida. Los primeros seis meses de la gestión del presidente Javier Milei ha entrado en un laberinto donde todavía no hay ni opción uno ni opción dos al problema de décadas de estancamiento que enfrenta la Argentina.

Por un lado, la ley de Bases y el paquete fiscal tuvieron su cauce natural en el Congreso a partir de una discusión que merodeó lo ideológico, lo práctico y lo político. Ambas leyes tendrán como cualidad la refundación de un gobierno que recién podría empezar a acomodarse y a gestionar de manera ordenada. O por lo menos esa es la excusa actual a la falta de idoneidad en el Ejecutivo nacional. Lo que hace la ley Bases es recoger la ambición de un presidente que imagina a un país de una manera muy específica en comparación con el arco político. Y aquí entran a jugar los partidos políticos que nos representan en el Congreso. Lo que votamos el pasado octubre no son solamente personas que hablan en público o que tienen cierta llegada sectorial: son representantes del pueblo. Esto significa que cuando son candidatos a una elección deberían tener en su mente y en preparación un plan, una propuesta, un manifiesto político que, a partir de su formulación esperamos poder ver en acción, más adelante, durante su gestión legislativa. Uno no vota a la persona porque le gusta o no le gusta si no vota por lo que pueda llegar a hacer cuando lo representan en el Congreso.

En este contexto aparece esta figura poco carismática pero también confusa: el sector dialoguista; pero ¿qué es ser dialoguista? El sector dialoguista que leemos en noticias y en crónicas de las negociaciones del Congreso parece ser un grupo mixto de partidos políticos atados por un destino común de garantizar la gobernabilidad del primer gobierno nacional en extrema minoría parlamentaria.

Esa gobernabilidad lleva a situaciones extremas donde se abandona el manifiesto político o la convicción del que ha sido elegido por el pueblo a favor de poder encontrar soluciones totalmente separadas del cargo y más adecuadas a la coyuntura local, actual y urgente. Lo que el sector dialoguista representa no es tanto el diálogo, sino un frente o una pantalla para poder democratizar lo que quiere este gobierno a través de leyes del Congreso. El verdadero diálogo político se parece más a gente interesada en llegar a consensos de largo plazo, en donde las partes se unen en un objetivo común, donde obviamente hay diferencias, pero estas conllevan sí o sí a un mejor resultado, un resultado que justamente es fruto de ese diálogo.

Uno puede encontrar la mejor solución en una coyuntura que es urgente y que es muy complicada si se generan estructuras de control y de transparencia para entender cuáles son los planes de gobierno.

No se pretende que por tener diálogo haya mejores resultados. Más aún cuando leemos que ese diálogo tiende a desarrollarse detrás de bambalinas, con gritos de por medio, con amenazas, con cargos prometidos y hasta con cadenas nacionales insultando a ciertos legisladores que no están de acuerdo con cierto rumbo.

Por eso el diálogo necesita de una base técnica, de rigor de ideas y necesariamente de convicciones políticas claras hacia el electorado. Ese mejor resultado es también a través de la transparencia. Saber por qué votan lo que votan, por qué acompañan lo que acompañan y cuál es realmente el rumbo que el gobierno propone cuando manda una ley al Congreso para ser debatida. Todo esto es necesario para la democracia en un momento donde hay cambios muy profundos en el país y no hay una mayoría social hacia ese cambio brusco y drástico que se propone o que por lo menos se intenta implementar. Lo que hay es una expectativa de cambio sincero que mejore la calidad de vida, pero manteniendo la cordura, la moderación y la armonía, cosas que por ahora no hemos visto.

El diálogo democrático de calidad puede llevar un mejor resultado a parte de un contexto nacional muy difícil, donde los números demuestran que en seis meses de gestión, partiendo de una etapa pésima anterior, la realidad actual no resulta mejor. Los números del economista Juan Manuel Telechea demuestran que en el primer trimestre la caída del PBI fue del 5,1% con respecto al mismo período del año anterior. Para encontrar un peor dato hay que ir hasta el 2019. En cuanto al consumo privado (el 75% del PBI) este se contrajo 6,7%. Mirando a las exportaciones, que crecieron +26% con respecto al año pasado también nos damos cuenta de que el número es posible porque Argentina partía de una sequía que afecto la dinámica normal de esa variable. Una mentira estadística. El empleo tampoco arranca. El desempleo en el primer trimestre aumentó al 7,7%, cuando un año atrás había sido del 6,9%. En el NOA hubo 13,271 nuevos desempleados.

Por esto importa el dialogo democrático y transparente. Para poder consensuar lo necesario para mejorar la calidad de vida de quienes votaron a este o cualquier gobierno. No hay que enfrascarse en lo ideológico para saber que no está bien tener docentes con salarios debajo de la línea de pobreza. Aunque al mercado no le guste, el rol de un gobierno no es mirar la evolución del riesgo país o los bonos, sino mirar la estadística que dice que el 50% de los niños son pobres. No sé si el liberalismo austríaco del siglo XIX es la solución, pero sabemos que solamente a través del diálogo profundo y con rigor técnico, lo podremos comprobar.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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