Un exiliado por persecución policial clama por poder vivir con seguridad y justicia

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Un joven trabajador independiente en el rubro de la construcción reclama a la Justicia local seguridad para poder vivir junto a su hijo, ya que desde el 2013 tuvo que exiliarse en la provincia de Jujuy, dejando a su hijo pequeño al cuidado de su madre por sistemáticas golpizas y amenazas que sufrió durante años por el solo hecho de haber denunciado a 13 policías que abusaron de él con vejaciones inhumanas, ilegales y persecuciones a toda hora, hasta el punto de tener que salir de Salta para poder seguir viviendo.

Un joven trabajador independiente en el rubro de la construcción reclama a la Justicia local seguridad para poder vivir junto a su hijo, ya que desde el 2013 tuvo que exiliarse en la provincia de Jujuy, dejando a su hijo pequeño al cuidado de su madre por sistemáticas golpizas y amenazas que sufrió durante años por el solo hecho de haber denunciado a 13 policías que abusaron de él con vejaciones inhumanas, ilegales y persecuciones a toda hora, hasta el punto de tener que salir de Salta para poder seguir viviendo.

La causa penal finalmente llegó a juicio y los policías acusados fueron absueltos por el beneficio de la duda, sin embargo, en busca de justicia siguió perseverando en el fuero civil, cuya demanda está a punto de salir pero, según manifestó, el fiscal de la causa civil, que deviera estar a favor del demandante, dio un informe en donde lo trata de mentiroso y solicitó que se le realice a él una pericia psiquiátrica.

Pablo Velásquez aseguró que tras enterarse del informe fiscal quedó estremecido: “Yo no le deseo a nadie pasar por lo que viví y se lo cuento cortito: ‘En junio del 2013 alguien solicitó ayuda por un caso de violencia familiar, llegaron los policías e ingresaron a mi casa, me golpearon, me extrangularon, me patearon y cuando estaba en el suelo me reventaron la cabeza con la culata de un arma larga. Aún tengo el sobrehueso por si el fiscal quiere verlo, hay pericias del CIF que corroboraron esos vejámenes. Se llevaron a mi hijo y luego a mí, ensangrentado. Intentaron forzar a mi esposa para que me denunciara, pero ella se negó porque no había habido violencia. Tras retirarse mi esposa, me introdujeron a un lugar y me pusieron una bolsa para asfixiarme luego de golpearme, me llevaron a un baño y me hicieron beber agua con excremento del inodoro”, relató.

“Sin denuncia de la supuesta víctima me liberaron, y cuando llegó la subcomisaria al lugar me vio destrozado y le dije que me habían torturado y se burló en mi cara. Y sí, no estaba ni estoy demente, Los denuncié a todos y allí comenzó la ‘persecuta’. Me atraparon en la calle y encapuchados me dieron otra paliza por la denuncia. Todo eso investigó el fiscal Vilar Rey, quien me creyó desde un primer momento. Pruebas sobraban pero fueron beneficiados. Yo seguí con la acción civil, y espero ahora justicia y que me dé garantías de que no voy a ser nuevamente perseguido, esperé 11 años y exijo justicia.

Me quitaron la moto por ser P.D.V.

“No estoy loco, todo lo sufrí en carne propia. Imagínese en un control de ruta les presenté los papeles y vieron que era Pablo Damián Velásquez -que tiene un código especial de inteligencia policial (denunciante)- y ahí nomás me secuestraron la moto sin ninguna razón. Se pudrió en el canchón o la habrán rematado. No pude rescatarla por miedo a ser torturado. Me fui a Jujuy a vivir como un refugiado para mandarle dinero para mi hijo durante años. Y si volvía debía hacerlo a escondidas. Ahora el fiscal civil me trata de loco. No le deseo ser un perseguido de la policía a nadie”, graficó.

“Aun en la pobreza, voy a insistir”

Para el joven Velásquez, que a los policías los hayan beneficiado por el “indubio pro reo” no le extrañó y relató que cuando denunció las torturas vejámenes y abusos sufridos comenzaron a perseguirlo, con ataques enmascarados y continuas amenazas.

En ese contexto dijo: “Un día fui a ver mi abogada particular y encontré en el estudio a los abogados de los policías. No voy a dar nombres, pero a los pocos días el hermano de mi abogada asumió un cargo público, mientras mi abogada me dijo: ‘Velásquez nunca podremos llegar a juicio’, y me tuve que ir. Ya habían cocinado todo. Por eso agradezco a la defensora oficial que me creyó, al fiscal Vilar Rey que comprobó las atrocidades que sufrí, no una vez sino varias. Todo eso está denunciado. No estoy loco. Defiendo la naturaleza de un ciudadano común frente al antojo y la violencia institucional de la policía.

Y no voy a dejar de clamar por justicia ni aún quebrado como estoy. En mi pobreza buscaré las formas de que esto se resuelva como tiene que ser, que los atropellos y la ley corporativa de algunos no sean más fuerte que el poder de la justicia.

La causa civil

Para la causa civil declararon todos los testigos de nuevo, no hubo contradicciones ni falsos testimonios. Nada, todo fue como sucedieron los hechos y la víctima fui yo, un trabajador independiente, un hombre común que tuvo que dejar su casa, su barrio y hasta su hijo para poder trabajar.

Un hombre a quien la familia le compró una moto nueva para que no andara caminando y fuera aprehendido y masacrado nuevamente, y que a la primera de cambio me la arrebataron.

Así me fui, pero volví por justicia, volví por mi familia, por mi madre, que ya no puede cuidar de mi hijo y también por todos aquellos que sufrieron como yo vejámenes impropios en una democracia”.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales