“El niño llega a nuestras aulas escolares con una suma de adquisiciones hechas en el mundo que lo rodea”. Rosario Vera Peñaloza (1916).
Quienes hacemos educación sabemos de mujeres que hicieron historia. Rosario Vera Peñaloza fue una de ellas. Ejerció la docencia desde 1895 en varias provincias argentinas. Fue la fundadora del Primer Jardín de Infantes. Al asumir como directora de la Escuela Normal de Paraná comenzó a estudiar y desarrollar programas de educación preescolar. Dio un valor de estrategia excluyente al juego y a la importancia de acceder al conocimiento a partir de él. En sus publicaciones y cursos brindó a los maestros herramientas pedagógicas renovadoras para la educación de la infancia, valorando el rol del maestro como acompañante y el del niño como verdadero protagonista.
En su homenaje, se eligió el 28 de mayo, aniversario de su muerte, como el día de los jardineritos y las maestras jardineras, a la vez un reconocimiento a quienes transitan nuestras aulas, tan diversas como singulares.
Aulas que nos hermanan en el compromiso de enseñar. El Jardín es escuela. En nuestras salas asumimos la responsabilidad ética, política y pedagógica que reconoce a niñas y niños como sujetos de derechos, ofreciéndoles propuestas de enseñanza que les garantiza el derecho al juego, a la educación y al aprendizaje. En ellas se produce el encuentro entre juego y contenido, como posibilidad y estrategia didáctica para la enseñanza de las ciencias naturales, sociales, las ESI, la matemática, la literatura, la robótica.
Hoy es una realidad la institucionalización de los niños en la escuela a temprana edad. Ya sean guarderías o salas maternales. Hablamos de los niños que, en el encuentro con la escuela, comienzan a ser alumnos. Y en este encuentro con la escuela el rol del adulto, la función del docente de Nivel Inicial, es fundamental.
Docente del Nivel Inicial. Que mira, interviene, gestiona, favorece aprendizajes. Junto a ellos los niños y las niñas despliegan su curiosidad, se encuentran con un otro, conquistan espacios. Juegan, aprenden, ejercitan su motricidad y su lenguaje. Comienzan a construir el significado de ir a la escuela a aprender.
En este primer encuentro cada niño y cada niña trae al jardín un bagaje que incluye su historia familiar y personal, su cuerpo y su estructura psíquica, disponible o no, para aprender. Muchos de ellos también llevan consigo la historia que fueron construyendo en el paso por guarderías y jardines maternales. Así llegan, así los esperamos, así los recibimos. Atentos y expectantes de ambos lados.
El Jardín de Infantes está habitado de grandes descubrimientos. Entender este trayecto del Nivel Inicial exige cambiar nuestro modo de ver, valorizar la riqueza e importancia del primer paso. La experiencia del jardín es singular e irrepetible.
Los niños están siendo. Ahora, en casa, en el club, en la escuela. En ese hacer cotidiano van escribiendo su historia. En ese hacer y ser de todos los días nos obligan a cambiar miradas, propuestas, dudas, estrategias. A desconfiar de diagnósticos y eliminar etiquetas. Nos invitan a abrir caminos y buscar posibilidades.
“28 de mayo, Día de los Jardines de Infantes y de la Maestra Jardinera”. Me atrevo a hacer una corrección “Maestras y Maestros Jardineros” mujeres y hombres eligiendo esta profesión, apostando por los cambios, por el reconocimiento del nivel en nuestra provincia, por la necesidad de mirarlo como sociedad con detenimiento y poder maravillarnos como niños con lo que vamos descubriendo. Por su identidad incuestionable.