El asunto maldito

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Votación de la Ley Bases en la Cámara de Diputados (Adrián Escándar)

La media sanción de la Ley Bases en Diputados marca un punto de inflexión. El camino de la aprobación parlamentaria está haciendo su aporte al “principio de revelación”. Pone en evidencia las fortalezas y debilidades de propios y extraños y desnuda el complejo escenario político sobre el que giran las decisiones y medidas que se pretende imponer.

El oficialismo recibió con gozoso alivio la votación. Sobran razones para entender qué se celebra. A casi cinco meses de su llegada al poder Milei consiguió el primer gesto de acompañamiento legislativo imprescindible para profundizar los trazos centrales de su propuesta. Tanto la Ley de Bases como el paquete fiscal son herramientas claves para reactivar la economía y están en línea con lo recomendado por el FMI, implican una señal clara para los mercados e inversores.

Milei emergió agradecido. Si bien celebró la media sanción como un triunfo propio, esta vez depuso su recurrente arrogancia y destrato para elogiar el acompañamiento del PRO a la iniciativa. Fue especialmente considerado con Cristian Ritondo, jefe del bloque amairllo y con Silvia Lospennato. “Están hombro a hombro… se comportan con nosotros casi de manera espartana”, dijo el Presidente.

No faltaron elogios presidenciales para Miguel Angel Pichetto, Rodrigo de Loredo y parte de los integrantes de los bloques de Hacemos Coalición Federal, Innovación Federal y un sector de los radicales. Del “nido de ratas” a la gesta patriótica sin escalas.

A Milei no le resultará tan fácil de aquí en más aplicar su diatriba anti casta sobre el grueso de los legisladores, no al menos de manera generalizada. Tendrá que buscar otra estrategia para fidelizar a los suyos y sostener el nivel de adhesión que su cruzada demanda.

No fue magia, ni se trató de “las fuerzas del cielo”. El camino que llevó a obtener los votos necesarios fue producto de trabajo político y negociación. También de la capacidad de los legisladores de tragarse sapos, insultos y difamaciones. La gestión encabezada por el ministro del Interior Guillermo Francos y por Santiago Caputo resultó exitosa, pero vale reconocer que no son pocos los legisladores que le pusieron alma y vida al debate.

Milei exhibe rasgos de personalidad desconcertantes pero esta vez no pareció dispuesto a comer vidrio. Negociar supone pagar precios. Nada es del todo gratis. De eso se trata la política.

El pragmatismo demostrado por Milei, no obstante, tuvo costos. En este caso, el trasiego parlamentario desnudó zonas oscuras. El oficialismo tuvo que ceder ante lo que él define como “la casta” pero en la atropellada terminó siendo corrido por derecha.

La reintroducción, sobre la marcha del fatídico capítulo tabacalero bajo el impulso de la jujeña Natalia Sarapura de la UCR, que contó con el fervoroso apoyo de Juan Manuel Lopez, jefe del bloque de la Coalición Cívica, terminó alineando a legisladores de Innovación Federal y Unión por la Patria.

Entre ausencias, súbitos desmarques y defecciones que cruzaron a todos los bloques los cambios en el impuesto al Tabaco resultaron aprobados por 82 votos positivos, 77 negativos y 69 abstenciones.

Al instalar la cuestión que estaba promovida por el oficialismo en la redacción original y que mágicamente desapareció de la versión remixada, la movida opositora expuso hasta dónde puede llegar la flexibilidad negociadora de Milei. También mostró cuán frágil es la cohesión interna de los bloques parlamentarios que terminaron fragmentados. El PRO y La Libertad Avanza optaron por el rechazo, con la excepción de un diputado amarillo.

El asunto maldito dejó correr un fluido fétido que activó el proceso de revelación. Fieles aliados de la causa oficialista y libertarios de paladar negro entraron en una zona de sospecha y exclusión. A otros tantos, el desconcierto los arrojó al terreno resbaladizo de las explicaciones insostenibles. Fue el caso de José Luis Espert quien calificó al tema como “putrefacto”.

Tratamiento “Ley bases votación particular” Karina Milei y Guillermo Francos (Gustavo Gavotti)

Consultado acerca de las razones por las cuales la cuestión del impuesto al tabaco fue excluido de esta segunda versión de la Ley Bases, el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, terminó admitiendo que el Ejecutivo sacó el tema cuando “se pudrió todo” para evitar el escándalo.

Los dichos de Espert convalidan las denuncias de fuerte lobby de la tabacalera Sarandí. El legislador libertario también señaló que el precio mínimo del cuestionado impuesto objeto de la controversia fue patrocinado durante la gestión de Mauricio Macri y que se trata de una medida que “originó esta corruptela en Sarandí”.

El jefe del bloque del PRO pidió una reunión con la presidencia de la Cámara para discutir la validez de los votos de algunos diputados. Ritondo consagró el apodo que le impusieron sus pares: “Señor pucho”.

El “principio de la revelación” esta vez, fue transversal, exponiendo las oscuridades del sistema.

Pablo Otero, titular de la tabacalera Sarandí, acusado de implementar un fuerte lobby para abortar el tratamiento del capítulo de la discordia, tomó la delantera y salió a “celebrar” en una solicitada. El empresario tabacalero, que supo alimentar una monumental fortuna vendiendo cigarrillos a bajo precio, quiere ser parte de la conversación. Se presenta como víctima de un ataque mediático.

Otero fue denunciado por la Cámara Argentina Nacional de Empresas Tabacaleras por, presuntamente, haber pagado coimas a los legisladores para que bloqueen el tratamiento del artículo de la discordia

Las salpicaduras del asunto tabaco enchastran al oficialismo que quedó pataleando en el aire. La confusa reivindicación de las razones que llevan a Javier Milei a promocionar a Ariel Lijo para la integración de la Corte Suprema, también.

“La realidad es que cuando usted entra en detalles puristas puede encontrarle cosas a todo el mundo. Hay que evaluarlo en el contexto en el que uno está. Es una estrategia para tener una Corte que tenga un formato que respete más la Constitución”.

No fue la del tabaco la única concesión que el oficialismo tuvo que hacer para conseguir los votos duros que hicieron posible que la ley pase por Diputados.

Importa reparar en qué asuntos es capaz de ceder el oficialismo. Los lobbies empresariales y las presiones corporativas hacen lo suyo y son parte del toma y daca de la política.

El aligeramiento de la legislación laboral, preservando los aportes obligatorios a los gremios, en orden a no tensionar con los popes cegetistas no alcanzó para evitar el acto del primero de Mayo. Tampoco para abortar el paro nacional previsto para el próximo 9 de Mayo.

Les será difícil a los líderes de la CGT, en cualquier caso, empardar con la fuerte convocatoria que apenas unos días atrás logró la causa universitaria. Puede ocurrir que el próximo jueves la escena que logren ofrecer les juegue en contra. Las comparaciones pueden resultar odiosas.

El debate dejó a cielo abierto la fenomenal crisis que afecta a los distintos espacios opositores. Los bloques implosionaron al tener que tratar el asunto del tabaco. Todos quedaron dañados.

El gran hacedor de acuerdos y entendimientos por la oposición fue Miguel Angel Pichetto. Sus denodados esfuerzos por generar las condiciones que permitieron aprobar la ley, no impidieron que sufriera algunas heridas de guerra.

Elisa Carrió pegó el portazo y separó a la Coalición Cívica del bloque de los 23 hasta ahora llamado Hacemos Coalición Federal. Pichetto lo tomó sin dramatizar. Se quedó con 16 legisladores y asegura que eso le permitirá abrir el diálogo con sectores del peronismo que reniegan de todo lo K. También reivindicó la oportunidad de ir cohesionado en torno de posiciones de centro.

“Milei tranzó con las mafias”, dijo Carrio. Sacar las bases y el paquete fiscal demandó pragmatismo. Las fisuras y resquebrajamientos del escenario de la política ya dan cuenta de un nuevo tiempo.

El Radicalismo y el PRO quedaron expuestos en sus contradicciones. Los adhesiones y la disciplina partidaria son ahora lábiles, difusos. Los realineamientos ya no se reconocen en cuestiones ideológicas sino que siguen vectores de intereses.

Un halo de pragmatismo comienza a impregnar al oficialismo.

Cristina Kirchner insiste en reaparecer. La estética tiktokera no le sienta. Se mueve con incómoda estrechez en un tiempo y espacio que ya no parece pertenecer.

Mauricio Macri también vaga por una suerte de “no lugar”. Una crisis de identidad afecta a muchos de los dirigentes del PRO. No alcanzan a percibir con nitidez. No saben si son oficialismo u oposición. El ex presidente enfrenta un desafío sin precedentes.

No se han registrado avances es orden a una eventual integración del PRO, con la LLA. Se habla de falta de apertura del oficialismo hacia los amarillos, de acuerdos incumplidos.

Si Milei logra dominar los datos de la economía, a Macri le será muy difícil retener a los suyos. Si le va mal será responsable de acercarse a un proyecto fallido. Patricia Bullrich es parte del gobierno sin límites ni condicionamientos. No es parte del PRO en el gobierno. Tiene vuelo y vida propia.

La batalla se libra ahora en el Senado de la Nación. El poroteo viene muy ajustado. La irrupción del tema tabaco y la reversión del impuesto a las ganancias introducen mucho ruido en el trámite.

Es difícil saber si esta nueva dinámica en la relación del gobierno con el parlamento llegó para quedarse. El diputado Juan Manuel Lopez de la Coalición Cívica dijo que esta semana el oficialismo “se llevó un producto” y Miguel Angel Pichetto habló de un aprendizaje.

Solo los días por venir permitirán saber si se trató solo de un momento o de un verdadero punto de inflexión.

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales