A 60 años del primer disco de los Rolling Stones: el escándalo en el estudio de la BBC y la pelea con los Beatles

0
8
El primer álbum de los Rolling Stones apareció 60 años atrás. En su tapa no tenía ni el nombre de la banda ni el título. No importó. Llegó al número 1 y desbancó a los Beatles después de casi un año

Un disco debut sin título y sin el nombre de la banda en la tapa. Sólo una foto, algo difusa, de los cinco miembros de perfil, serios, sin sonrisas. Entre sus surcos ningún hit inmediato ni complaciente. Un sonido crudo y directo.

El 16 de abril de 1964 salía en Inglaterra el primer disco de los Rolling Stones. Contra todo pronóstico se convirtió en un éxito inmediato.

Más de 100.000 copias en la primera semana. Desbancó del primer puesto de los rankings británicos por primera vez en 50 semanas a los Beatles. Se mantuvo en la cima durante los siguientes tres meses.

Los Rolling Stones habían llegado para quedarse. Tan cierta es esa frase que hoy, sesenta años después, siguen vigentes.

Y ante tantos contendientes que los desafiaron en estas seis décadas lograron mantener el cetro, la corona de todos los pesos: la de la banda de rock más grande del planeta.

La dupla creativa de los Stones

Mick Jagger y Keith Richards, los viejos compañeros de la escuela primaria que habían dejado de verse se encontraron, tiempo después, en una estación de tren. Se saludaron, comenzaron a conversar. Descubrieron intereses comunes. Lo que los terminó de unir fue darse cuenta que tenían los mismos discos. Entre ellos The Best of Muddy Waters y Rockin’ at the Hops de Chuck Berry, también los de Howlin’ Wolf y Bob Diddley.

La banda se fue formando de a poco, acomodando las piezas. Mick Jagger y Keith Richards se acercaron a Brian Jones que tenía su propio proyecto. Charlie Watts, el baterista de jazz algo más grande que ellos se sumó. Luego lo hizo un bajista discreto y eficaz, Bill Wyman.

La banda grabó su primer álbum en 5 sesiones entre enero y febrero de 1964. La prensa y el público ya hablaban de ellos (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images)

Primeros recitales

El primer show lo habían hecho menos de dos años antes. El 12 de julio de 1962 en el London´s Marquee Jazz Club con una formación que además de Jones, Jagger y Richards tenía a Ian Stewart y a Dick Taylor. Hay versiones encontradas sobre quién fue el baterista esa jornada inaugural. Keith en sus memorias dice que fue Mick Avory (luego integrante de los Kinks), mientras que otros afirman que se trató de Tony Chapman. El grupo que solía tocar en el lugar debía grabar en la BBC y ellos hicieron una especie de suplencia. Esa noche tocaron 18 covers de blues y conformaron al público y al dueño del lugar que les dio una nueva oportunidad.

Apenas tomaron rodaje, sus actuaciones en clubes nocturnos se multiplicaron. El público los empezó a seguir atraídos por el encanto de su cantante y porque sonaban diferente a los demás. Los críticos estaban sorprendidos por su sonido tan fiel al Rythm & Blues, algunos aún antes de que grabaran su primer single, afirmaban que eran mejores que muchas bandas afroamericanas.

Mick Jagger, hace unos años, reconoció que más allá de sus gustos, lo de tocar un repertorio mayormente blusero fue más que nada una cuestión de supervivencia: “Lo cierto es que nos contrataban para tocar blues. Si nos hubiésemos volcado sólo al rock no hubiéramos tenido fechas. No querían escuchar eso. Pero nosotros en nuestros ensayos hacíamos canciones de Richie Valens y Buddy Holly entre otros”.

Grabaron su primer single, Come On y arañó el puesto 20. Empezaron a recibir respaldos impensados: Bo Diddley y Little Richards los sumaron a sus giras y los nuevos jóvenes maravilla, Lennon y McCartney le dieron su respaldo. Los Stones grabaron un cover de I Wanna Be Your Man, escrito por la dupla Beatle, que llegó al puesto 12 (y como material para la leyenda: la tocaron en la emisión inaugural del mítico Top of The Pops). Después un Maxi con cuatro temas.

Si los cinco sonaban cada vez más afiatados y la energía que irradiaban desde el escenario era algo absolutamente novedoso, hubo alguien más que fue fundamental. Sin él, la explosión no se explica.

Andrew Loog Oldham, manager de The Rolling Stones, con apenas 19 años consiguió una gran acuerdo con la discográfica y se mantuvo muy firme en sus exigencias (Photo by Evening Standard/Hulton Archive/Getty Images)

Un joven de 19 años los descubrió una noche. Trabajaba en el equipo de Brian Epstein, tenía un puesto menor en el manejo de los Beatles. Creyó que estos cinco chicos blancos y salvajes eran su gran oportunidad. No se equivocó.

Andrew Loog Oldham construyó la imagen peligrosa de los Rolling Stones y los convirtió en la contracara, llena de filo y riesgo, de los Beatles. No pesaba que sus estilos musicales fueran diferentes. Lo importante para él fue fijarlos como los rivales, como los que se enfrentaban al fenómeno del momento, a los que habían dado vuelta la industria.

La rivalidad con los Beatles

Con mucho ingenio, audacia y algo de impudor, lo consiguió. Los Beatles vs Los Stones, fue la arriesgadísima apuesta. Obtuvo un golpe resonante, decisivo para sus planes, cuando la aparición de la ópera prima de su banda desplazó a los Beatles de lo más alto de los charts cuando faltaban diez para que cumplieran un año en lo más alto.

Pero antes, Andrew Loog Oldham había conseguido mostrar a los Stones como salvajes, amenazantes, algo procaces. La versión sucia pero irremediablemente atractiva de una banda de rock.

Para el momento en que llegaron a grabar su primer álbum, la leyenda negra de la banda ya tenía algunos escándalos a sus espaldas (no demasiado importantes si se los compara con lo que vendría). En noviembre de 1963 se presentaron en un programa musical de la BBC. Al llegar al estudio los productores del programa les tenían preparados cinco trajes impecables iguales para que lucieran uniformados. También habían dispuesto que los peluqueros de la emisora estuvieran a disposición de la banda para que se emprolijaran, en especial Jagger. Oldham defendió el derecho de sus músicos de presentarse cómo quisieran y salieron a escena vestidos con su ropa habitual: jeans y remeras negras y alguna camisa sport. Y con el pelo expresando desobediencia. A eso había que sumarle el despliegue de Jagger y sus movimientos que encendían el escenario y a la audiencia. El escándalo fue inmediato. “Una falta total al público. Llevaban vestuario de pordioseros. Con el pelo totalmente desprolijo. Y ese cantante, un tal Mick Jagger, moviéndose y cantando con un estilo demasiado negro y con contoneos tan explícitos sexualmente que es inaudito que la BBC haya permitido pasarlo en un horario donde todavía hay niños frente a la pantalla”, escribió el crítico de The Times, el principal diario londinense. Oldham y Jagger, gracias a estas repercusiones, consideraron que la presentación fue un éxito enorme.

En la contratapa el nombre de la banda aparecía bien grande. También había fotos individuales de los músicos y un texto que comenzaba con la frase de Andrew Loog Oldham: “Los Rolling Stones son mucho más que una banda de rock. Son una forma de vida”

En el manejo interno, Oldham también era impiadoso. Logró que el tecladista Ian Stewart dejara de ser un miembro estable sólo con el argumento de que su cara no se ajustaba a la idea visual que él tenía de la banda.

Toda la inexperiencia que portaba no se notó (o tal vez le sirvió para romper límites que ni siquiera sabía que existían) a la hora de negociar el contrato discográfico con Decca. Fue un contrato muy favorable para los Stones. Casi se podría decir que fue el contrato más beneficioso que obtuvo un grupo inédito en varias décadas de la industria (una industria que siempre abusó de los contratos leoninos). Incomparablemente mejor que el de los Beatles con EMI, por ejemplo.

Oldham negoció con inconsciencia y mano de hierro (y luego utilizó cada una de las cláusulas ventajosas en su favor). Entre otras cosas consiguió la posibilidad de grabar en dónde ellos quisiesen, total control creativo y beneficios económicos al menos tres veces mayores que otras bandas debutantes.

Algo más jugaba a favor de Oldham y los Rolling Stones: el pasado reciente. El dueño de Decca, Dick Rowe, había rechazado hacía muy poco a los Beatles. Uno de los tres grandes errores del Siglo XX. Rowe no podía arriesgarse a perderse a la banda que podía confrontar con ellos.

Oldham vio otra parte más del negocio. Hasta la irrupción de los Beatles parecía que gran parte del negocio de la música consistía en encontrar canciones para que los artistas cantaran y encontrar artistas para incorporar a su repertorio los temas que los equipos de compositores producían sin parar.

Uno de los álbumes que Jagger y Richards descubrieron que tenían en común, y que posibilitó su amistad. Chuck Berry fue una gran influencia para ellos en esos años

Lennon y McCartney marcaron un claro quiebre. Eso, además de demostrar que era posible que los integrantes de una banda al mismo tiempo fueran sus propios compositores, tuvo su correlato económico: los derechos por autoría de los hits eran cuantiosos. Loog Oldham presionó a los Rolling Stones para que compusieran sus propias canciones. No quería ceder esa porción (generosa, millonaria) de la recaudación.

En ese primer álbum, entonces, Jagger y Richards se forzaron a incorporar temas propios. Hay una solo firmado por ellos, el primero de muchísimos que le seguirán: Tell me (You’re Coming Back). Y otros dos –Now I´ve Got a Witness y Little by Little- adjudicados a Nanker Phelge, un seudónimo que el grupo utilizó durante unos años al que le atribuía las creaciones colectivas.

Después todos covers de Blues y Ryhtm & Blues. También hay una canción de Marvin Gaye, aunque preferían evitar las de la factoría Motown porque los Beatles habían hecho varias, por lo que también recurrieron a Stax, el otro gran sello soulero, y versionaron a Rufus Thomas.

En el álbum tienen breves intervenciones Phil Spector (tocando unas maracas), Graham Nash y Gene Pitney.

Durante varios años y varios discos más, Andrew Loog Oldham continuará siendo el productor de la banda. Son muchos los que dudan de sus capacidades musicales, de sus aportes en el estudio. Aunque pocos pueden poner en tela de juicio su influencia decisiva en el lanzamiento del grupo y en la manera de esculpir la imagen de los Rolling Stones que en los meses siguientes se profundizaría con la célebre e inquietante pregunta pergeñada (o al menos explotada a la perfección) por él: “¿Dejaría que su hermana salga con un Rolling Stone?”.

El quinteto definitivo, el de los años fundacionales. Jagger, Richards, Jones, Wyman, Watts. Sin uniformes, rebeldes, peligrosos y atractivos (Photo by King Collection/Avalon/Getty Images)

Cómo se grabó el primero disco

La grabación fue casi en vivo entre enero y febrero de 1964. Pero sólo llevó 5 jornadas de tomas en directo y crudas en el Regent Sound de Denmark Street. El estudio era chico, sin demasiadas comodidades y grababan en dos canales. Pero tuvieron libertad creativa. Nadie los molestó ni les impuso condiciones.

Jagger siempre dijo que el disco le producía buenas sensaciones porque representa muy bien qué era lo que hacían en ese momento y cómo sonaban en vivo. Los casi dos años de rodaje los había mejorado.

Se hace difícil valorar el disco por sí mismo. Aislarlo y evaluar sus canciones y sus interpretaciones sin pensar en todo lo que vino después: Satisfaction, Exile on Main Street, Sticky Fingers, los impactantes shows en vivo, la longevidad desmesurada, la leyenda inmensa, inabarcable. Hay algo que se vislumbra, que ya aparece en este debut casi sin composiciones propias: la excitación y la energía que transmitían.

Para decidir el arte de tapa también hubo discusiones y una vez más se impuso Andrew Loog Oldham. Ni el nombre de la banda ni un título. Sólo la foto de ellos 5, circunspectos, jóvenes, sensuales, misteriosos, algo salvajes. La discográfica sólo logró colar su nombre en un rectángulo en costado de la tapa. Fue la única concesión .estaba obligado por contrato en realidad- que hizo Andrew Loog Oldham.

En la contraportada, sí. El nombre del grupo en letras catástrofes; tanto que pareciera imposible ponerlo más grande. Unas inquietantes fotos carnets de los integrantes y un texto firmado por el manager que empezaba de manera contundente y sobre el que se sembró buena parte de la mitología posterior: “Los Rollings Stones son mucho más que una banda de rock. Son un estilo de vida”.

En Estados Unidos lo editó London, una subsidiaria de Decca. No confiaron en la tapa desnuda. Debían llamar la atención de los posibles compradores y la intransigencia de Andrew Loog Oldham no pudo cruzar el Atlántico. Con la misma foto, la portada llevó el nombre de la banda y una especie de título (o de leyenda explicativa) que afirmaba: “England´s Newest Hit Makers” (Los más nuevos creadores de hits ingleses). Hubo también algunas modificaciones en la lista de canciones. Esa es la versión del LP que ha perdurado.

Pasó mucho tiempo desde ese primer paso, desde su salida al mundo. 60 años. A ellos, a los que persisten, a Keith y Mick (también a Ron Wood) parece no importarles. En 12 días, el 28 de abril, comenzarán una nueva gira en Houston, el Hackney Diamonds Tour. Tal vez sea la última.

Aunque con ellos nunca se sabe.

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales