Tengo 27 años y me siento arruinada. Es una edad aún muy joven para afirmar con tanta certeza lo anterior, pero hay una razón clara. Ser multitareas me está arruinando; de hecho, es impreciso eso de “ser”, más bien “intento serlo”, y aunque no lo consigo mi cerebro está altamente comprometido con una idea errónea de lo que debía ser y hacer para mejorar mi productividad.
Cada tarea que tengo pendiente es el doble de difícil de terminar por la ambición infinita de no olvidar nada, cumplir con todo al mismo tiempo y avanzar (alerta de spoiler: no se avanza y no se termina). En lugar de dedicar tiempo y atención plena a cada artículo o entrevista, me encontraba saltando como loca entre correos electrónicos, notas pendientes y múltiples proyectos simultáneos. El resultado fue una sensación abrumadora de agotamiento mental, falta de enfoque e incluso una disminución en la calidad de mis entregables.
Y no solo se queda en el trabajo: en casa intento hacer tres comidas de distintos ingredientes para que valga la pena cocinar; en los intervalos de cocción hay que lavar trastes y anotar cuáles son las compras de la semana… todo mientras “escucho” un podcast o “veo” una serie. Las 24 horas del día deben rendirme para trabajar, leer, cocinar, hacer ejercicio, pasar tiempo conmigo, con los seres queridos. Bueno, pues resulta que 24 horas no alcanzan y que todo se queda un poco a medias o sin terminar.
El multitasking es bastante frecuente, sobre todo en las mujeres que son madres y trabajadoras (iStock)
¿A qué voy con todo esto? Desde que el concepto de multitasking se instauró en nuestra sociedad, hemos estado obsesionados con la idea de hacer más en menos tiempo. Sin embargo, me he dado cuenta de que esta supuesta eficiencia puede ser en realidad un saboteador silencioso de la productividad y el bienestar mental.
En un mundo hiperconectado, donde la tecnología nos bombardea constantemente con notificaciones y distracciones, la tentación de hacer varias cosas a la vez se ha vuelto omnipresente. Pero, ¿a qué costo? Investigaciones han demostrado una y otra vez (al menos un millón y medio de resultados en Google) que el multitasking no solo es menos eficiente de lo que creemos, sino que también puede tener graves consecuencias para nuestra salud mental y nuestra capacidad para concentrarnos.
¿Qué es el multitasking o multitareas?
Antes de avanzar más, hay que regresar a la raíz del problema y señalar al culpable. ¿A quién se le ocurrió el multitareas? El término apareció por primera vez en un reporte de la empresa IBM en 1965, donde se describía las capacidades de su IBM System/360, el cual se refería a los múltiples procesos que una computadora podía ejecutar en un determinado lapso de tiempo. Después de eso todo es historia, ya que comenzaron a referirse al multitasking como una habilidad humana para realizar dos o más actividades independientes a la vez (es decir, que no persiguen el mismo objetivo).
Intentar hacer múltiples tareas al mismo tiempo reduce la productividad y genera altos niveles de estrés – (Imagen Ilustrativa Infobae)
Así es, el término popular surgió para describir funciones de computadora. Pero incluso una computadora disminuye su capacidad de reacción entre más tareas esté ejecutando al mismo tiempo, y si se satura, colapsará la máquina enviando a una pantalla azul o simplemente dejando de funcionar.
Y si bien no es imposible hacer más de dos cosas a la vez — de acuerdo con el Observatorio del Tec, solo el 2.5% de las personas pueden hacerlo –, hay que tomar en cuenta en qué nivel están estas tareas. Obviamente no es lo mismo hacer ejercicio mientras escuchas música, a intentar aprender a tocar el piano mientras ves una película y escribes un ensayo sobre el Imperio Romano. Hay actividades que requieren de nuestra total y completa atención, y aunque pensamos que podemos hacerlas todas, no las realizamos con la misma calidad como si se hace si se aborda una por una.
El multitasking también juega con el ego y la tendencia para impresionar a los demás, pues pide aumentar la productividad considerando que somos buenos en todo, que podemos con todo al mismo tiempo y que eso es aplaudible. En realidad ocurre todo lo contrario (conmigo y con todos quienes atraviesen por la misma situación) porque hacer múltiples tareas al mismo tiempo destruye tu productividad y daña nuestro cerebro.
En lugar de completar tareas, saltamos entre ellas
En realidad nisiquiera hemos estado cumpliendo con el multitareas, pues hacemos dos o más actividades que requieren un alto nivel de concentración, por lo que terminamos cambiando nuestra atención rápidamente entre los diversos objetivos. Según un artículo de la Sociedad de Desarrollo Emocional (SDE), más bien el cerebro va cambiando de tareas, lo que nos cuesta, además de tiempo, una pérdida de hasta el 15% de eficiencia cognitiva. En palabras más sencillas, estás interrumpiendo tu mente constantemente, lo que hace perder la concentración, dar solo atención parcial a lo que haces y finalmente, abrumarte y hacerte sentir más cansado.
Parte de que los empleados no tengan suficiente energía se debe a la sobrecarga de tareas y pendientes a realizar. (Freepik)
Y cuando pongo sobre la mesa que el multitasking también puede estarte arruinando no lo digo sin fundamento. De acuerdo con el Índice de Tendencia Laboral de Microsoft WorkLab 2023, un 64% de las personas a nivel global no tiene el tiempo y energía suficiente para hacer su trabajo debido a la sobrecarga digital de correos electrónicos, mensajes o reuniones virtuales.
“Cambiar tan rápido entre tareas sobreestimula nuestro cerebro y causa estrés y ansiedad, ocasionando que la persona se sienta dispersa y desesperada por no completar sus actividades”, apunta el artículo de la SDE.
Otros estudios señalan que cuando las personas trabajan en diferentes tareas al mismo tiempo reduce hasta en un 40% su productividad. Esto se debe a que somos más propensos a cometer errores por falta de atención al detalle, además de que nuestra habilidad de retención disminuye considerablemente.
Un estudio realizado por la Universidad de Stanford encontró que las personas que se consideran “multitareas hábiles” son en realidad peores para concentrarse, organizar información y cambiar de una tarea a otra en comparación con aquellas que prefieren concentrarse en una sola tarea a la vez. Además, la constante alternancia entre diferentes actividades puede aumentar los niveles de estrés y cortisol en el cuerpo, lo que a largo plazo puede llevar a problemas de salud física y mental.
La neurociencia también respalda que el multitareas es malo, pues reduce nuestra capacidad cognitiva por tarea. (Imagen ilustrativa Infobae)
Deshazte del multitasking y concéntrate en una cosa
Entonces, ¿cómo podemos escapar de la trampa del multitasking y recuperar nuestra verdadera productividad y bienestar mental? La respuesta es más sencilla de lo que parece: hazte amigo de la atención plena y la monotarea. O sea, haz una cosa a la vez.
Según investigaciones en neurociencia, si dedicamos tiempo y atención exclusiva a una sola tarea a la vez, podemos profundizar nuestra concentración, mejorar la calidad de nuestro trabajo y reducir el estrés asociado con la sobrecarga cognitiva. También hay que establecer límites claros sobre el uso de la tecnología. Al consumir contenido de internet es poco recomendable designar mucho tiempo en redes sociales, ya que el contenido es más efímero y por ende, limita nuestro tiempo de concentración plena.
Aunque la cultura del multitasking no surgió de la noche a la mañana, si se trabaja en ello puede cambiarse el enfoque y darse cuenta de la trampa que hay en ella. En la era digital, donde la velocidad y la eficiencia son valoradas por encima de todo, hemos adoptado como nunca el mito de que podemos hacerlo todo, y hacerlo todo bien.
Renunciar a la idea de más trabajo en menor tiempo trae beneficios para la salud mental y emocional (Imagen ilustrativa Infobae)
Sin embargo, en nuestra búsqueda desenfrenada de productividad, hemos pasado por alto el hecho de que nuestra capacidad cognitiva tiene sus límites. El cerebro humano no está diseñado para manejar múltiples tareas complejas de manera simultánea; de hecho, cada cambio de tarea implica un costo cognitivo que puede afectar negativamente nuestro rendimiento general.
Ahora hay que repetirse como un mantra que la verdadera eficiencia no se trata de hacer más en menos tiempo, sino de hacerlo mejor y con mayor atención. Al liberarnos de la ilusión del multitasking, dejaremos de encontrar abrumador y sobreexigente nuestro trabajo, ganaremos claridad mental y dejaremos el estrés de lado al saber gestionar las tareas, ordenarlas por importancia y demás.
Es hora de dejar de glorificar la ocupación constante y empezar a valorar la capacidad de estar realmente presentes en lo que hacemos. Una cosa a la vez, sino caeremos nuevamente en el dicho popular mexicano que dice “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Recuerda: puedes con todo, pero no con todo al mismo tiempo.