No alcanza con la legitimidad de origen

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Muchos gobernantes del mundo consideran saldado su precio de legitimidad por el solo hecho de obtener más votos en una elección.

Mensaje del Papa Francisco:

“No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio también tiene que ser legítimo. De qué sirve tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas”

El Papa nos coloca ante una mirada que conjuga su visión religiosa con su mandato como líder de una iglesia universal. Pone a lo justo, la justicia, como valor atinente a su fe y la legitimidad como reconocimiento a una forma política de gobierno.

Y en ese reclamo de legitimidad mayor, no lo agota al momento de la primera construcción, que pasa desde ya, por contar con la aprobación libre, mayoritaria y formal del pueblo que se pretende gobernar. Va más allá y le suma otro aspecto necesario que complementa la primera, y es el de la calidad del ejercicio de ese gobierno, y ahi coloca un dato esencial que, al sumar al primero, tambien lo modifica y lo hace casi inescindible de esta segunda valía, cual es el de gobernar para la construcción de sociedades justas.

Ganar elecciones no otorga patente de justicia, si el accionar del poder obtenido, no respeta ese valor para su sociedad y no sirve para hacerla más justa.

John Rawls en su famosa obra Teoría de la Justicia, (libro de filosofía política y moral-1971) afirma que la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales al igual que la verdad es de los sistemas de pensamiento. Las leyes e instituciones, si no son justas, deben ser abolidas o suprimidas al igual que si una teoría no es verdadera debe ser rechazada.

La legitimidad electoral no brinda permiso para cualquier cosa, nos dice Francisco. Y más que a nosotros se los dice a muchos gobernantes del mundo que consideran saldado su precio de legitimidad por el solo hecho de obtener más votos en una elección.

Rawls razona y da contenido intelectual a lo que entiende por justicia.

El Papa enseña desde su magisterio conceptual. Para todos. Urbi et orbi (A Roma y al mundo entero).

Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Fuente: https://www.lapoliticaonline.com