Dada la enorme fragilidad en la posición de reservas netas del BCRA (consecuencia de la irresponsabilidad de la gestión anterior) no había muchas alternativas a una corrección rápida en las cuentas externas que en el corto plazo se puede lograr con una devaluación y la ‘ayuda’ de una recesión. Hacia adelante, la mejora en la cosecha permitiría que continúe la compra de divisas por parte de la autoridad monetaria sin tanto receso, aún a pesar del impacto en el volumen de la ola de calor y de la caída en los precios internacionales de nuestras exportaciones principales.
Ola de calor: cómo impactó en la cosecha récord y los dólares que espera el Gobierno
La mejora fiscal de enero tiene mucho de ajuste de caja que no puede sostenerse en su totalidad en el mediano plazo. Por ello, era muy importante avanzar con reformas estructurales fiscales y algunas se han visto demoradas por el conflicto entre el ejecutivo nacional y los provinciales. ¿Quién ganará esta pulseada? El gobierno nacional parece confiado en que tiene mayor margen de caja que las provincias. Si bien es cierto que los gobernadores también pueden encender la licuadora, la partida principal de egresos son los salarios y los estatales parecen tener mayor capacidad de protesta que los jubilados que son los que representan la mayor erogación del gobierno nacional. De todas maneras, el balance de fuerzas puede cambiar a lo largo del año, en la medida en que nos acerquemos a diciembre cuando expira el impuesto País que aportará este año ingresos al gobierno nacional por alrededor de 1,5% del PBI.
Otro dilema a resolver es la tensión entre la necesidad de reducir la inflación para aliviar la situación de las familias, sobre todo las de menores ingresos, y la ‘necesidad’ de una inflación alta para que los egresos del gobierno nacional que ajustan con un rezago (el más notorio las jubilaciones) no sufran un aumento importante que elimine el superávit. Por ello, urge avanzar con reformas estructurales que permiten asegurar un equilibrio fiscal sostenible . Parece inevitable que una parte del problema tendrá que ser resuelto por la vía de mayores recursos; de hecho, así estaba planteado en el programa original de las nuevas autoridades económicas. Pero la clave pasa por cuánta reducción puede lograrse en el gasto cuando la licuadora deje de funcionar. Y ello requiere de cambios legales y de gestión, lo cual no puede hacerse en forma inmediata.
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Finalmente, ya se hicieron algunas correcciones importantes para corregir las distorsiones de precios relativos como el tipo de cambio oficial y el de los precios privados, pero falta completar la suba de tarifas para reducir subsidios insostenibles. Luego de que se complete esta última etapa el gobierno estará en condiciones de lanzar un programa de estabilización. Suponiendo que este se intenta manteniendo el peso como moneda, se requiere que el equilibrio fiscal sea sostenible, clave para erradicar el problema de la dominancia fiscal, que haya un mecanismo eficaz para cortar la inercia inflacionaria y que haya un ancla nominal creíble. En la Argentina parecería que la mejor opción de ancla es el tipo de cambio nominal. Pero ¿Cómo darle credibilidad si la posición de reservas del BCRA no es cómoda? Una opción es obtener un desembolso importante del FMI que fortalezca las reservas, y otra es lograr esa credibilidad porque el nivel inicial de tipo de cambio real no está atrasado. Es difícil saber cuál es el nivel de tipo de cambio real de equilibrio de una economía, pero luego de que el gobierno pagara el costo político asociado a todo overshooting cambiario habría que evitar que se atrase muy rápidamente. Parecería prudente en ese contexto aumentar el ritmo de depreciación mensual del crawling peg.
En resumen, los puntos centrales a tener en cuenta en los próximos meses son: cómo resolver los dilemas políticos matizados por quién tiene la mayor caja de corto plazo, la tensión entre bajar la tasa de inflación para sostener la popularidad y el impacto que eso tiene en el gasto público y la credibilidad del ancla nominal si se encara un plan de estabilización clásico.
Fuente: https://www.cronista.com/