Entre las muchas preguntas que plantea la perspectiva de una segunda presidencia de Trump está la de hasta qué punto se criticará a los responsables de la política monetaria. Hasta ahora, el expresidente no ha criticado con especial agresividad a la Reserva Federal. En una entrevista el pasado septiembre con NBC News, dijo que las tasas de interés estaban “demasiado altas”, pero cuando se le preguntó si le ordenaría al titular de la Fed, Jerome Powell, que las bajara, dijo que “depende” . La inflación, que en su discurso de victoria tras los caucus de Iowa del lunes calificó de “asesina de un país”, es aparentemente una preocupación más acuciante.
Eso podría abrir un enfrentamiento en vísperas de las elecciones. Si la economía real empieza a debilitarse, la Fed podría decidir que las tasas altas ya no son necesarias (la inflación cae lo suficientemente rápido como para que reducirla ya no sea el único foco de la Fed). Esto daría pie a críticas de que la Fed está estimulando la economía para ayudar a la victoria del presidente Joe Biden.
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La sugerencia de que la Fed podría adelantarse para evitar acusaciones de parcialidad ya circula por Washington. En su última conferencia de prensa, en diciembre, Powell dijo: “No pensamos en la política”. La experiencia de los últimos 30 años sugiere que los responsables de la política monetaria estadounidense tienen pocos reparos a la hora de actuar en años electorales. En 2004, por ejemplo, subieron las tasas drásticamente, mientras que en 2008 hicieron lo contrario.
Si Trump gana, asumirá el cargo en un momento en el que la Fed espera que la inflación esté mucho más cerca del 2%. Así que, salvo que se produzcan nuevos sobresaltos, parece probable que se pronuncie más a favor de mantener las tasas bajas. Parece creer que este comportamiento da resultados. En la entrevista de la NBC, describió las “presiones” a Powell durante su primer mandato, y señaló que las tasas de interés bajaron entonces.
Sorprendentemente, hay pruebas de que los inversores están de acuerdo. Un estudio comparó los precios de los contratos financieros antes y después de los tuits presidenciales, y halló que cada uno de ellos aumentaba las expectativas de un recorte de las tasas durante el año siguiente . (Hay que reconocer que otro estudio descubrió que el efecto en las expectativas sobre las tasas se desvanecía con el tiempo). Otro estudio observó que la volatilidad del tipo de cambio aumentaba el día en que Trump tuiteaba algo relacionado con la Fed.
Más allá de la intimidación con MAYÚSCULAS, hay otras formas en las que Trump podría minar la credibilidad de la Fed. Colocar personal político es la más obvia. Steve Moore, de la Heritage Foundation, asesor informal de Trump en materia económica, afirma que un Trump presidente probablemente sustituiría a Powell.
Aunque no está claro si el presidente de la Fed podría ser destituido por un desacuerdo político, su mandato como presidente termina en 2026, y su mandato en el consejo en 2028. El mandato de la miembro del consejo Adriana Kugler termina en enero de 2026.
La última vez, el Senado bloqueó a los candidatos más controvertidos de Trump, incluida Judy Shelton, del Independent Institutee. Eso podría ser un obstáculo menor en 2026, dependiendo de por quién se decanten los votantes. Moore cree que entre los favoritos estarían Shelton, Kevin Warsh, de la Hoover Institution, o quizá Arthur Laffer, famoso por la curva de Laffer.
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Una charla con Shelton da una idea de los debates que se avecinan. Confía en que la reducción de la regulación y los impuestos estimularían el crecimiento, y señala que ahogar la demanda subiendo las tasas de interés dificulta la vida a los empresarios que, de otro modo, estarían dispuestos a aumentar la producción. Y afirma que sería “verdaderamente ridículo” que la Fed fijara tasas de interés demasiado altas, “sólo para demostrar que no han cedido a lo que una administración quiere que hagan”.
Incluso si Trump sólo coloca a dos de los 12 miembros con derecho a voto del consejo de la Fed, podría enviar un mensaje sobre la futura inmunidad del banco central a la política partidista. De forma más inmediata, un presidente político podría ser menos eficaz a la hora de comunicar las opiniones del comité.
Los mayores desafíos que plantea una presidencia de Trump son los más difíciles de predecir. Un arancel del 10% sobre todas las importaciones, en el caso de que pudiera promulgarlo, provocaría represalias. Una pérdida de respeto por el Estado de derecho es imposible de introducir en un modelo macroeconómico, pero sin duda tendría efectos profundos.
“La volatilidad estaría bien merecida”, afirma Julia Coronado, de la consultora MacroPolicy Perspectives. Como si el trabajo de la Fed no fuera ya suficientemente complicado.
Fuente: https://www.cronista.com/