Finalizó sus estudios secundarios en la Escuela Técnica N° 2 y alzó vuelo hacia Tucumán, para estudiar ingeniería electrónica. Ahí se vinculó con la danza y la vida le mostró el camino, el cual hoy recorre con tanto éxito como felicidad.
Hace 4 años que no venías a Jujuy, ¿con qué te encontraste?
Por lo que veo de afuera, destaco que mi barrio está muy lindo, me gustó mucho eso. Hay un polideportivo lindo, una cancha iluminada, en la esquina de mi casa hay un centro cultural lindo, una plaza linda, las calles están en condiciones. En la ciudad hay muchas construcciones nuevas. Me vuelvo satisfecho por como vi a mi provincia.
¿Podrías contarnos el itinerario desde que te fuiste de Jujuy?
A Tucumán me fui a estudiar ingeniería electrónica. Descubrí el folclore, con cursos en la Universidad Tecnológica; eso me llevó a las peñas de las plazas. Yo quería divertirme y conocer gente. Después me llamó la atención el tango. Para ese entonces trabajaba en una empresa de telecomunicaciones. Pero el tango ya me generaba cosas, así que primero dejé la universidad, después la empresa. Luego con mi compañera de baile de ese entonces nos fuimos a Buenos Aires, en plan de vacaciones y baile; audicionamos, ganamos y no volvimos más a Tucumán. Repartí mis cosas por teléfono. Después pasó exactamente lo mismo con Brasil, me iba por un mes, con la posibilidad de quedarme tres meses, pasado ese tiempo, me hicieron quedar y nuevamente, a repartir mis cosas. Trabajaba mucho entre Sao Pablo y Belo Horizonte, aunque me quedé en la primera. Me formé en Danzas Contemporáneas y de ahí me fui a Japón, volví a Argentina, me fui a Francia, viajé por Europa y de a poco me establecí en Inglaterra y en los últimos años fui buscando mi lugar en otro lado y me quedé en Alemania, donde conocí a mi mujer. Hace dos años vivo ahí.
¿Cómo es el desarrollo del tango en donde residís y en Europa en general?
En las capitales tenés mucho tango y hay interés en el folclore, aunque un poco menos. En las ciudades chicas, hay tango, pero es menos la gente que lo practica. En general, la gente se muestra muy interesada, en la danza y en la cultura argentina. Buscan saber de nuestro folclore, el idioma. En Berlín se está armando una red de folclore muy interesante. La proximidad entre las personas que genera el tango, llama bastante la atención.
¿Pensaste en enseñar o mostrar folclore jujeño por allá?
Me gusta mucho el folclore; lo bailo más por amor que por trabajo y creo que si se daría la oportunidad, lo haría. No soy profesor de folclore, pero lo que poco que sé, me gustaría compartirlo. Me gusta hablar de la diferencia que hay, allá tienen la idea de que el folclore solo es chacarera y zamba. Del carnaval, solo saben del carnaval de Brasil, pero cuando le mostrás como es en el norte, entierro, desentierro, montaña, gente, comparsas, les llama mucho la atención. Primero se interesan en la danza, después quieren saber más sobre la historia de esos hechos.
¿Cómo es vivir en Europa?
Culturalmente me resulta relativamente fácil vivir en Europa porque estoy muy en contacto con lo que es mi cultura argentina y constantemente la gente me pide eso, me estimula. De esa forma, extraño menos.
¿Cómo viste el tango en Jujuy?
Fui a una milonga (Nuevo Pecado) y vi muchas caras nuevas, que hace cuatro años y medio no había visto; creció el tango, se está incorporando gente joven, eso es muy importante, sino queda la imagen que es solo para gente grande. Sé que se están sumando nuevos profesores también. El intercambio virtual propicia el crecimiento. Hoy es más fácil salir, formarse, que venga gente, vamos nosotros… A veces salir de Jujuy es difícil, pero esto de volver y compartir, ayuda. A mí me gusta venir y si tengo la posibilidad de dar una clase, la doy con gusto, no la cobro, la doy de onda, es dar un poquito de lo que uno tiene.
¿Qué es lo que más se extraña estando afuera?
Las relaciones con la familia, amigos. En Berlín me encuentro de vez en cuando con argentinos a tomar mates, comer empanadas. En el día a día, se extraña la comida, la carne. Lo regional, como humitas, tamales, buñuelos. En lo familiar, la conexión por internet ayuda a romper distancias.