Foto: Pablo Añeli.
El campo argentino, a diferencia de las últimas tres campañas, tendrá este verano -de la mano del fenómeno de El Niño’- un régimen de lluvias acorde con los cultivos y sin una fuerte ola de calor que pueda afectar a las plantaciones, aunqueSegún el”dada la importante recomposición hídrica en la mayoría de las zonas productivas, en esta campaña de gruesa podemos afirmar queEn un artículo publicado por el INTA, Mercuri agregó que “sin la limitación del agua, se espera que en lotes donde se pudieron realizar siembras tempranas y ciclos largos, maíces y sojas podrán expresar su potencial genético o superar los techos productivos, incluso dadas las perspectivas de nuevas lluvias durante el periodo de floración y llenado de granos”.De hecho,En este sentido, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que la producción de granos podría alcanzar las 137 millones de toneladas en el actual ciclo agrícola, un 65,3% más que lo obtenido en 2022/23.De ese total, la soja aportaría 50 millones de toneladas; el maíz, 56 millones; el girasol, 4,3 millones; y el sorgo en 2,4 millones.La especialista del CIRN, Natalia Gattinoni, sostuvo que a diferencia del año pasado, “sdando condiciones adecuadas para el desarrollo de los cultivos de veranos que transitarían la época cálida con menores niveles de estrés térmico y con adecuada disponibilidad de humedad en el suelo en general”.”En el caso de la Región Pampeana y el Litoral, la perspectiva climática de temperaturas medias asigna una mayor probabilidad de un periodo con valores en el rango normal para la época”, explicó Gattinoni.Y, agregó que “si a este panorama le sumamos el pronóstico estacional de temperaturas extremas,Por su parte, el, si bien hizo hincapié en las abundantes y beneficiosas lluvias que se dieron en estos últimos meses y que se prevé que seguirán,”Estamos viendo mucho viento en estos fenómenos que tienen que ver con masas de aire muy caliente que chocan con estas circulaciones que están siendo no características del verano, que siguen muy activas y que son circulaciones de aire muy frío, y que generan choques térmicos que son muy grandes”, dijo Russo.El especialista marcó que es así como se da “la violencia de las tormentas, estamos viendo muchas situaciones de granizo y de viento muy fuerte, de carácter impredecible”.Según Russo,y que no solamente es el nivel de daño (que provocan), sino que la extensión que están generando estos eventos son realmente muy importantes”.Al respecto, un informe de la BCR alertó que “este patrón de tormentas intensas y destructivas no es un fenómeno aislado”.”Durante las tormentas de Navidad, aproximadamente 50.000 hectáreas agrícolas en la región núcleo sufrieron daños considerables a causa del granizo y los excesos de lluvia. Estos eventos climáticos han desafiado los modelos predictivos, presentándose con una ferocidad inesperada y causando inundaciones y daños significativos a su paso”, detalló el trabajo.Con “El Niño” asegurado para el verano y con pronósticos de que comience a debilitarse en el trimestre abril/mayo/junio, la incógnita en el sector es qué va a suceder durante el invierno.Si bien es muy temprano para confirmarlo, Gattinoni remarcó que “según la actualización de los modelos a diciembre de 2023 hay un 40 % en igualdad entre transitar una fase Neutral y una fase La Niña a partir del trimestre julio, agosto y septiembre de 2024, por lo que no es posible adelantar cuál será la fase que prevalecerá para la segunda parte del año”.”Será importante continuar su seguimiento sabiendo la naturaleza cíclica de este fenómeno y lo que ha ocurrido años donde se presentó un Niño similar”, concluyó el especialista.