Desde niño me di cuenta que lo mío no era el fútbol. Mi papá fue un crack, llegó a primera, mi tío fue cedido a préstamo a un club europeo. Mi hermano está en la reserva de la primera. Mis primos, jugaban de maravilla. Y yo, un niño al que le apasionaba el vuelo de los aviones. Las maquinarias pesadas. Los trenes. Los camiones grúas.
La cajita de herramientas que me dejó el tío Octavio, la máquina de soldar del tío Vicente. Todos aman el fútbol. Yo no tanto, confieso en voz secreta para mis adentros. La presión, no solo la recibe uno en la cancha, sino en todos lados. El potrero estaba allí, al frente de mi casa, esperando todos los días que rodara la pelota. Ansioso el potrero, de formar nue‑ vos integrantes para su hinchada. Y yo, sabía lo que quería. Pero al mis‑ mo tiempo, lo difícil que sería decir a mis hermanos, padre y demás, que no seguiría en el fútbol. No im‑ porta. Al renunciar a mi destino, nuevas fronteras se abrirían. Eso sí, los bombos de la hinchada, seguían y seguirán guardados en mi corazón. Barbitúrico aparecía casi inesperadamente cuando el sueño se transformaba en pensamientos reales. Mito: Caos y Kosmos Al comienzo de los tiempos.
La madre naturaleza dio a luz a dos hijos. Al primero le puso Caos y al segundo Kosmos. Ambos crecieron dentro del árbol mágico. El que está cer‑ ca del río que bañaba el valle. Como su madre no quería que sus hijos se mezclen con hijos de los hombres, los estuvo escondiendo en medio del campo virgen, un lugar que ningún mortal conocía, ni conquista‑ dores y aventureros. Pero un día, los dos jóvenes inexpertos estaban bañándose en el río. Fueron vistos por dos mujeres mortales que se enamoraron de ellos apasionadamente.
El amor fue recíproco. Ellos se per‑ dieron en medio de la humanidad y fueron llevados cautivos por las dos mujeres. Molesta la madre naturaleza, lo buscó por cielo y tierra, pero no pudo encontrarlos. Justo cuando ella se había cansado de buscarlos, subió los 998 escalones de la montaña más alta para divisar todo el panorama. Exhausta de subir, pronunció una maldición hacia hombres. Siempre aparecerán el caos y cosmos simultáneamente en el mundo de los mortales. Ellos están condenados aparecer siempre que se producen cambios en el mundo de los hombres.