Una inflación más atenuada sería el salvavidas del nuevo tipo de cambio

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La sostenibilidad del compromiso del BCRA de mantener una suba del dólar oficial del 2% mensual está en duda entre los principales analistas de los bancos. Un informe del BBVA sumó dosis de escepticismo.

“Deberían esperarse mayores cambios al crawling peg mientras que no pueden descartarse por completo nuevos ajustes más bruscos”, señaló la entidad. El quid de la cuestión es cuándo.

Titulado “Perspectivas del mercado cambiario 2024: sobre sonrisas y ceños fruncidos”, el análisis del BBVA abarca las diferentes monedas del mundo.

Sobre la Argentina destaca que “el compromiso a corto plazo con una depreciación muy baja (en referencia al crawling peg del 2%) tiene como objetivo anclar expectativas y dar credibilidad a las nuevas medidas, generando algunas oportunidades de carry trade”.

“El compromiso a corto plazo con una depreciación muy baja (en referencia al crawling peg del 2%) tiene como objetivo anclar expectativas y dar credibilidad a las nuevas medidas, generando algunas oportunidades de carry trade”.

Y advierte que “una inflación más rápida erosionará rápidamente los beneficios de la devaluación. Por lo tanto, cabe esperar cambios en el crawling peg, aunque no se pueden descartar por completo nuevos ajustes más bruscos”.

Cuándo bajan los precios

De todos modos, creen que la inflación cederá en el 2° semestre y que el tipo de cambio se aproximará al promedio de la posconvertibilidad, en torno a 600 pesos.

“La elevada inflación debería seguir presionando para que se produzca una mayor depreciación nominal -destaca-. A medida que se revierta en el 2° semestre, asumimos un nivel objetivo de apreciación real moderada cercano al promedio posterior a la convertibilidad”, destaca.

“Una inflación más rápida erosionará rápidamente los beneficios de la devaluación. Por lo tanto, cabe esperar cambios en el crawling peg, aunque no se pueden descartar por completo nuevos ajustes más bruscos”.

Pronósticos

El consenso de los analistas que relevó Bloomberg es que el tipo de cambio en la Argentina se ubicará en $ 857 a fin de marzo, $ 1050 en junio, $ 1185 en septiembre y $ 1275 para fin de año. BBVA proyecta $ 945 para fines de marzo y $ 1300 para junio.

Pero todas estas proyecciones están sujetas a que acontezca en Wall Street con los rendimientos de los bonos del Tesoro y las expectativas de una reducción de la tasa de la Fed.

El BBVA cree que la inflación cederá en el 2° semestre y que el tipo de cambio se aproximará al promedio de la posconvertibilidad, en torno a 600 pesos.

Un plan de estabilización debe estar bien diseñado, pero el azar juega: debe coincidir con un buen clima o contexto internacional. Es lo que sucedió en los primeros años de la gestión kirchnerista, por ejemplo, con récord históricos para la soja, lo que camufló la mala praxis económica.

Sobre la dolarización, el BBVA asevera que “no la considera en el escenario base. El sendero del tipo de cambio está además sujeto a riesgos significativos, de discrecionalidad y de implementación de políticas o gobernabilidad”.

¿Inflación controlada?

¿Sirve como ancla inflacionaria el crawling peg del BCRA? Si no se lo percibe duradero o los agentes económicos anticipan un salto cambiario, ese intento de ancla se diluye rápidamente. Acaso sea más efectivo en ese sentido que el pass through o traspaso a precios de la devaluación del 13 de diciembre haya sido acotado.

“Más prometedor -define PPI-, la inflación subyacente se redujo del 11,2% en la semana del salto discreto y del 7,6% en la semana siguiente al 3,2 por ciento”.

Una buena señal en ese sentido es el dato consignado ayer en el informe de PPI de una reconocida encuesta de inflación de alta frecuencia se actualizó para la semana que finalizó el 2 de enero, la segunda semana después de la mega devaluación de Caputo.

“Tanto la inflación general como la subyacente siguieron retrocediendo, aunque esta última mostró una desaceleración más impresionante de lo esperado, lo que es realmente una buena noticia para el equipo económico -reseñó PPI-. Los precios no se dispararon después de la devaluación oficial, lo que implica que el ajuste fiscal propuesto junto con la paridad móvil que se desplazaba al 2% mensual sirvió como ancla para las expectativas en este primer sondeo del plan económico”.

Y concluyó: “La inflación general se desaceleró del 11,6% en la semana de devaluación y del 6,4% en la semana siguiente al 3,2%, reduciendo su ritmo a la mitad como esperábamos. Más prometedor -define-, la inflación subyacente se redujo del 11,2% en la semana del salto discreto y del 7,6% en la semana siguiente al 3,2 por ciento”.

Fuente: https://www.cronista.com/